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Hoseok jamás imaginó estar tan enamorado de una persona en sus veinticinco años de vida. Mucho menos de alguien de su mismo sexo.

Tampoco imaginó que podía perder a aquella persona por culpa de sus estupideces y volverse tan miserable.

-Entonces, me estás diciendo que aún te sientes mal por el pasado y... ¿Quieres remediarlo? -habló la joven fémina frente a él y Hoseok asintió- ¿Tú aún amas a esa persona?

-Con todo mi ser. -respondió -No voy a rendirme con él. -suspiró.

-¿Aún si eso te resulta contraproducente?

-No importa lo que me ocurra, yo... Sólo quiero... -se rompió de nuevo en llanto- Hacerlo sonreír una vez más.

Su psicóloga lo abrazó y luego le tendió su paquete de pañuelitos. Acostumbraba ver a varios de sus pacientes llorar, pero ninguno lo hacía con tanto sentimiento como el joven fotógrafo, Hoseok.

-Lamento que nuestra sesión termine aquí, cielo. -suspiró la rubia, Seulgi- Pero puedes llamarme el fin de semana, estaré libre por si quieres salir a comer algo. -sonrió.

-Gracias noona. -sonrió- Nos vemos. ¿Le digo a la señora Jung que pase?

-Síp, nos vemos. -rió.

Después de tantas sesiones, una buena amistad había surgido entre ambos. Lo cual era bueno para Hoseok, la soledad no le hacía muy bien.

Odiaba estar solo porque pensaba mucho, y la mayoría del tiempo aquello no terminaba bien.

Y, nuevamente, todo había empeorado esa semana, porque si bien sabía que Hyungwon era modelo, no sabía que le tocaría hacer una sesión de fotos para una marca de ropa con él.

Le había tocado verlo esa misma mañana.

-Hola, Hyungwon -fue todo lo que pudo decir, su corazón latía desbocado.

-Hola... -lo miró de arriba de forma despectiva- ¿Quién eres tú? -su tono fue hostil, frío.

-S-Soy Hoseok.

-Hoseok. -hizo una mueca de disgusto- Bien, quiero un café grande y dos medialunas.

-P-Pero yo soy el fotógra-

-Ups, error mío, tienes cara de asistente. -rió y nuevamente su expresión arrogante volvió- Entonces llegas tarde. -bufó- No me gusta la gente que llega tarde. -se dió media vuelta y siguió hablando- ¿Por qué los fotógrafos siempre son tan impuntuales? -continuó su camino hacia el vestuario.

Aquella indiferencia le dolió bastante, aunque luego pensó que era estúpido de su parte esperar que Hyungwon cayera en sus brazos. Se había comportado como el idiota más grande del mundo, claramente el rubio no iba a querer verlo ni en una figurita.

Lo peor es que mañana tendría otra sesión de fotos con él porque era una campaña muy extensa y eso llevaría al menos una semana. Semana y media como mucho.

Verlo era sentir que todo a su alrededor se caía.

Pero se lo merecía, lo abandonó cuando más lo necesitaba por culpa de su miedo. Cuando todos se enteraron que Hyungwon era homosexual, lo hicieron a un lado y allí venía lo peor.

Hoseok no solamente lo había hecho a un lado, sino que además en público.

Recuerda perfectamente ese momento, porque es la razón de su miseria. Cada vez que se le venía a la mente, su estómago se retorcía horriblemente.

-P-Pero Hoseok... Yo... Tú... —el castaño, lloraba desconsolado entre su entonces grupo de amigos.

-Tú y yo, ¿qué? -preguntó.

-Nosotros... -sorbió su nariz.

-¿Nosotros? El marica aquí eres tú, Hyungwon. No vuelvas a hablarme, no quiero ser tu amigo, ni siquiera tu conocido. -respondió.

Dolía decir aquello pero el miedo y la opinión ajena siempre habían sido sus peores enemigos. No se había criado en un hogar sano y eso le había afectado en demasía, incluso si no era consciente de ello.

-Sí, vete. -dijo otro de sus amigos- No queremos que piensen que nos gusta ser mujeres, como tú.

-Desaparece. -fue lo último que le dijo.

Luego lo vió irse, para jamás regresar a aquel horrible pueblo.

-Soy un imbécil... Realmente lo soy. -una lágrima se deslizó por su mejilla.

Aún así, jamás pensó en seguir adelante. Le pertenecía a Hyungwon en cuerpo y alma, aunque tenía mucho por remediar; no quería a otra persona, sabía que él era el indicado.

Si tan sólo pudiera volver en el tiempo... Borraría aquellas dolorosas palabras y le gritaría a sus padres lo mucho que amaba a su mejor amigo.

Pero el hubiera no existía. Sólo le quedaba volver a intentarlo.











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JAMAIS VU // 2WONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora