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A Shuya le costaba despertar por las mañanas, pero con Sanzu a su lado no pudo evitar abrir los ojos para contemplarle

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A Shuya le costaba despertar por las mañanas, pero con Sanzu a su lado no pudo evitar abrir los ojos para contemplarle.

¿Cómo una persona en tanto sufrimiento podía lucir tan bella? La luz del sol mañanero alumbraba la pálida piel del peliblanco y su rostro se veía sereno.

Shuya, sin embargo, tenía un rostro triste, con ojeras y la expresión de pena tatuada en las cejas.
¿Cómo se había convertido en esto?

Se mudó a su propio apartamento para estudiar su trabajo deseado, buscó trabajo para poder hacer sus sueños realidad, y sin embargo, se sentía triste, ¿estaba siendo egoísta? No sentía motivación para estudiar, las demás personas en su curso son tan buenas comparado a él.

Él no pertenencía ahí.

Shuya sentía que no pertenecía a ningún sitio, y, al mismo tiempo, todos los sitios le eran familiares.
Pues nunca estuvo en uno solo, nunca perteneció a algo en específico.

Pero esta vez, sentía que pertenecía a algo, a alguien.

Sanzu, por otro lado, tampoco pertenencía a ningún sitio, entonces, ¿cómo dos personas sin rumbo fijo, sin existencia, sin la experiencia de poder saber qué es un hogar, podían crearlo? A veces, unas personas ayudan a sanar a otras, otras veces, se hacen daño mutuamente.

Y en este caso, se sanaron el uno al otro, inconscientemente.

Sanzu, por fin, abrió los ojos.

— Ya despertó la bella durmiente — le dijo Shuya, en un tono bajo pero burlón.

— Lávate la boca, te apesta a mala muerte — fue lo primero que dijo sanzu al despertarse.

Sanzu Haruchiyo

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Sanzu Haruchiyo.

— Quiero dejar la pandilla. —

Todos los miembros se quedaron en silencio, pues tal era la sorpresa, y más viniendo del apodada "perro leal".

— ¿Puedo saber por qué? — Preguntó así el líder apodado Mikey.

Coffee | sanzu haruchiyo x maleocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora