Miércoles.

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Tercer día de la semana y Dee de regreso a casa no iba solo. Su amiga hablaba sobre felinos y de como se robaría al gatito que paso corriendo en frente. La oía, sin embargo, no le prestaba atención.

—Cada paso —se decía a si mismo—, es un paso menos.

Se acercaba cada vez más, y un poco más, y otro poquito más y la tienda de cosméticos de aquella esquina parecía tener vacía su entrada de pelirrojos. Y una parte de él, por alguna razón, se sintió decepcionado de no verlo ahí, sentando con el unirme de la otra escuela.

Y llegaron a la esquina a dónde se debe esperar para cruzar; una sonrisa florece en sus labios. Sí está ahí, igual a como el día de ayer y el anterior a ese. Solo que está vez, sus miradas se conectaron sin espera, como si fuera Bluetooth y ellos los dispositivos que comparten una sonrisa.

Solo que está vez, el chico pelirrojo lo saludo primero, como si lo hubiera estado esperando desde siempre.

El chico De La Esquina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora