Lunes. Final.

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Lo primero que sintió Dee cuando llegó a la esquina fue decepción. El chico pelirrojo no estaba ahí y todas sus ilusiones se rompieron como platos al ver que no podría hablarle.

Durante todo el día se la había pasado pensando hasta que al final llegó a la conclusión que, para matar todas esas ganas que tenía de hablarle, era haciendo eso, hablarle.

Se dió ánimos en todo el camino e incluso escribió una notita que le daría por si no era capaz de pedirle el número. Pero al no verlo ahí, solo siguió su camino. Algunas veces se giró hacía atrás para saber si, aunque sea, se asomaba.

Algo que Dee jamás había hecho por una persona era pasar dos veces por el mismo lugar.

¡Que nadie lo juzgue! Más de una vez quiso dar la vuelta cuando estaba recorriendo la misma cuadra para pasarse por ahí. Entre más caminaba, su corazón latía y, con las esperanzas al borde de un precipicio, avanzaba.

Y cuando paso por una de las entradas de la tienda de cosméticos, casi choca ¿Con quién? Con él.

—¡Me asustaste! —murmura Dee con timidez y reclamo. Con el corazón en las manos y una sonrisa chiquita en los labios.

—Tú me asustaste a mí —le contestó el chico pelirrojo. Dee pensó que de cerca es más bonito.

—Yo... —Dee se tragó sus nervios— Soy Dee.

—Heavy, me llamo Heavy —Y Dee pudo apreciar la bonita sonrisa de él.

Y el final de un Lunes, también puede ser el inicio de otras semanas.

El chico De La Esquina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora