Escríbeme cuando puedas,
pero ojalá mañana y pasado mañana.
Porque de esperar me desespero
y el aliento no me alcanza
de tanto suspirar por ti, casi muero.
Regálame tu mirada,
de la que soy adicto y mendigo.
Porque me brinda el sentido
y la primordial causa,
la razón fundamental del ser y de mi esperanza.
Murmúrame con sigilo,
sin estridor ni altisonancia.
Porque las palabras quedas, con tu voz pronunciadas,
son la paz y la calma,
el refugio en medio de tanta ansia.