Tras haber ingresado en el internado, Emma comprendió lo dura que era la vida. Una niña que con anterioridad había pertenecido a una familia de la aristocracia, sería muy maltratada en un internado. Más aún si era una niña relativamente guapa. Emma no fue la excepción; Golpes, burlas, malos tratos en general la acompañaron hasta sus 15 años, cuando logró salir de ahí, pero no de una forma muy ortodoxa.
Trato todos estos años de olvidar todo lo que había vivido, aunque hasta ahora a sus 25 años, se despertaba agitada a media noche recordando en sueños las múltiples veces que sufrió en ese lugar. Solo una persona la apoyó siempre, la ayudó, quizás él fuese lo único bueno del internado. Lo poco que recordaba era como la abrazaba, luego que ahuyentaba a los demás. Pero si quería olvidar su pasado debía olvidar ese recuerdo también.
Una semana después de su cumpleaños, Emma recibió una invitación para asistir a la exposición del Señor Rumpelstiltskin Gold, un estrafalario adinerado. A Emma le parecía la personas más excéntrica del mundo, todo debía sobrar, nada debía faltar, hasta lo indecible. Era aficionado del juego, la bebida y las mujeres. Más de una vez había intentado ligar con ella.
-Me alegra que salga esta noche Señorita Emma- Dijo La Señora Granny, la Señora encargada de la limpieza de su inmenso apartamento –Me sorprende que no le haya dado migraña después de todo lo que ha escrito esta semana.
-Tenia que terminar esta novela- Repuso Emma con una sonrisa- No me atrevía a salir, por si le llegaban rumores a mi editor que andaba vagando por ahí en vez de trabajar. -Echo un vistazo a la ventana y noto la escarcha que cubría el vidrio. De repente ansío ponerse la pijama, cubrirse con una manta y pasar la velada leyendo un libro junto al fuego.-Parece que hace un frío terrible.
Granny se apresuró en traer el abrigo, antes que Emma se arrepintiese.- No se preocupe por el frío, ya pasara noches enteras frente a la estufa cuando seas vieja.
-Si, Granny- Respondió con desgano Emma
-Además Señorita Emma- Añadió la mujer –Solo trate de encontrar alguien, ya me está preocupando que no tenga a nadie, Es imposible que ni una sola chica se sienta atraída hacia usted – Agregó muy convencida la mujer.
-Granny- Interrumpió Emma con un gesto irónico –No es necesario que ventile eso cada vez que hablamos, y si algún día encuentro una chica, será la primera persona en enterarse se lo aseguro.
-Podría ser esta noche - Dijo sonriente Granny.
-Solo voy a este evento por compromiso- Le informo Emma –Desde luego no voy a cazar chicas.
-Ya, pero esta noche está usted bellísima- La mirada de aprobación de Granny recorrió el vestido negro, de resplandeciente seda arrugada, con un profundo escote y ajustado a sus voluminosas y bien formadas curvas. El vestido tenía un aire sofisticado y sacaba el máximo provecho del físico de Emma. Aunque nunca había vestido con un estilo particular.
Con la ayuda de Granny se puso el pesado abrigo. Haciendo caso de la sugerencia de esta, aquella noche había decidido llevar el cabello alisado, y suelto ya que cubriría por entero el escote de su espalda.
-Seguro que pescara una chica- Insistió Granny.
-Si, sí, sí. - Y atravesó el umbral de la puerta. Quién se atrevería a llevarle la contraria a esa mujer. Emma no lo haría.
-Ya está el taxi Señorita Emma- Dijo el portero del edificio, abriendo caballerosamente la puerta de la entrada principal para la rubia.
Emma se recostó en la tapicería del taxi, tenía amigos, un hogar confortable y una ocupación que la apasionaba. Con todo a pesar de su buena suerte en los últimos años, se sentía molesta por ciertas cosas, entre ellas, el hecho de no conocer una chica. A pesar de ese sentimiento, en la vida de Emma no había espacio para nadie. Le gustaba hablar y actuar sin que nadie le pusiera trabas.
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Un pacto con el sucesor del diablo
De TodoEmma Swan, una novelista que adora las apariencias, se autoregaló para su cumpleaños un obsequio que cambiará por completo su vida...