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Félix abrió sus ojos con algo de dificultad y se extrañó al no reconocer el techo que estaba viendo. Sin embargo el típico olor lo hizo tensarse. Inmediatamente giró hacia arriba de él, dónde habían algunas máquinas extrañas.

Debía estar en un hospital y eso no era nada bueno. Se revolvió con brusquedad mirando a todos lados pero solo confirmó su pesadilla. Efectivamente estaba en un hospital.

Divisó las máquinas, el extraño suero y comenzó a sentir pánico, sin embargo el dolor en su pecho y la falta de respiración fueron tan fuertes como para impedirle levantarse y salir corriendo, entonces lo reconoció.

Patrick recargaba sus brazos en la camilla, estaba medio sentado en una silla justo a un lado pero su cabeza descansaba sobre sus brazos. Félix trató de tranquilizarse y le palpó la cabeza.

—Patt...

Patrick alzó la cabeza como si tuviera algún resorte y aún con un ojo medio cerrado se aproximó a él.

—Aquí estoy. Felix, ¿estás bien?

El príncipe se tensó, su primo se veía realmente mal y cansado, se sobaba la cabeza y cerraba los ojos con fuerza. Félix se acostó en la camilla sin dejar de mirarlo.

—Despertaste, tu... ¿Estás bien?

—Aun me duele y no puedo respirar bien... ¿Cuánto tiempo estaremos aquí?

—No lo sé, pero te aseguro que no me movido de aquí y no lo haré hasta que tus padres lleguen –Felix reparó en el reloj.

—¿Son las dos de la madrugada?

—Si, tenían una cena con los embajadores y debían despedir a todos antes de venir. No deben tardar mucho ¿Estás bien?

Sus ojos se llenaron de lágrimas y Patrick lo abrazó.

—No quiero estar aquí...

—Lo sé, pero tienes que hacerlo. Solo hasta saber qué tienes, Félix ¿Porque lloras? Estoy aquí.

—Lo sé, pero luces tan mal y cansado que no quiero preocuparte aún más con mi estúpida fobia.

—No te preocupes por mi, Félix. Yo estoy bien, pero tú no. Eres mi primo y mi mejor amigo, lo sabes.

—Lo sé y en verdad lo lamento.

Justo en ese momento, la puerta se abrió y sus padres entraron corriendo. Patrick se irguió y se alejó de la cama mientras su tía Yena se aproximaba a su primo. Por su parte, el rey Noah lo tomó de los hombros.

—¿Estás bien?

—Si, tío.

—En verdad te agradezco estar con él, Patt. Tranquilo, ya estamos aquí. Tu padre también vino con nosotros.

El doctor carraspeó en la puerta y Patrick se retiró aún con el nudo en la garganta. Fue a sentarse en uno de los sillones de la sala de espera más cercana y no se movió para nada.

—¿Patt? –se levantó al ver a su padre prácticamente correr hacia él –¿Estás bien?

Pero el joven duque no pudo resistir más y rompió a llorar cubriéndose la cara con una mano. Jake lo abrazó con fuerza y le acarició el cabello.

—Está bien, está bien. Ya estoy aquí, hijo.

Patrick sollozaba sin ser capaz de poder evitarlo. No tenía idea de cuánto había estado aguantando. Tenía que ser fuerte por su primo, tenía que cuidarlo, tenía que estar con él. Y aún así, Félix seguía enfermo de quién sabe qué...

En algún momento Jake lo hizo sentarse nuevamente en el sillón mientras lo consolaba hasta que se calmó poco a poco.

—¿Y mamá?

Jóvenes Reyes || TERMINADA ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora