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POV Lisa.

Mis ojos se abrieron sintiendo la nueva intensidad de la luz colándose por la ventana, las cortinas están cerradas, pero de igual forma los rayos logran atravesar la tela de las mismas.

Ya no hay más música, supongo que en algún momento de la noche, mientras dormíamos, la playlist que había puesto terminó y no siguió nada más.

Generalmente detesto los domingos, son aburridos, los programas en la televisión son basura, no hay nada qué hacer y al día siguiente se tiene que regresar a la escuela, pero hoy es diferente, estoy justo aquí, apenas despierta, con una preciosa chica que sigue descansando su rostro sobre mi pecho y sus piernas enredadas con las mías. ¿Qué más puedo pedir?

Observo a Jennie, ella está durmiendo plácidamente, su mejilla derecha está aplastada contra mi piel y su boca está ligeramente abierta, lo que la hace ver todavía más linda. Sonrío y remuevo los pequeños cabellos que adornan su rostro, eso parece hacerle cosquillas. Con cuidado quito su brazo de mi cuerpo y saco mis piernas de entre las suyas.

Me pongo la pijama que tenia puesta anoche y bajo para ver qué hay de desayunar.

—Buenos días —saludo a mi mamá pasando por la sala —. ¿Ya desayunaron?

—No, tu papá está preparando waffles —responde mi madre sin despegar la vista del televisor.

Regreso a la habitación, Jennie sigue dormida. Me escurro debajo de las sábanas, le hago cosquillas y beso sus mejillas para despertarla, ella abre los ojos entre risas.

—Déjame dormir —me atrapa entre sus brazos.

—Vamos a desayunar, ayer casi no comimos y tampoco cenamos —le digo acariciando su cabello.

Jennie se aleja un poco para mirarme.

—¿Estás segura de que no cenamos? —pregunta alzando una ceja.

Mis mejillas se ponen algo rojas.

—Comida... hablo de comida.

—Tú eres mi comida —dice lanzándose a besar y morder mi cuello.

—Ya, para, me vas a dejar marcas —digo empujándola, pero pone resistencia.

Dejó mi cuello para subir a besar mis labios, cuando me di cuenta, Jennie ya estaba levantando mi blusa y subiéndose encima de mí. Ella todavía sigue totalmente desnuda, desde aquí abajo tengo la vista completa.

—Lisa, ya vamos a...

Nos aviento la sábana encima cuando escucho la voz de Rosé entrando en la habitación. Jennie se baja rápido de encima mío y se hace bolita abajo de la colcha.

—¡Perdón! —dice Rosé tapándose los ojos con las manos.

—¿¡Por qué nunca tocas la puerta antes de entrar!? —le reprocho.

—Mala mía —se gira de espaldas —. Venía a decirte que ya vamos a desayunar, pero ya vi que te adelantaste —dice con un tono juguetón.

—¡Sal de aquí! —le grito lanzándole una almohada para atinar en su cabeza.

Rosé suelta una carcajada y abandona la habitación riéndose.

—Ya se fue —le digo a Jennie que sigue hecha bolita.

—Que vergüenza —dice solo asomando la cabeza.

—Es culpa de ella, tiene la mala costumbre de entrar sin avisar —digo negando con la cabeza —. Pero bueno, vamos a desayunar.

—¿Y no podemos comer aquí? —pregunta —. Es que me da pena.

—No pasa nada, Rosé no va a decir nada —me levanto de la cama —. Vamos —intento sacarla, pero ella se opone.

Conquistar a una ManobanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora