Vint-i-vuit

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Gustabo no sabe cómo, pero llegó a la mansión, al entrar la casa estaba sola, las luces apagadas y ni rastro de su amado, un tic apareció en su ojo, el quería comer y ser comida, no quería esperar por más tiempo.

Pero sus lamentos fueron escuchados, la puerta se abrió mostrando a un H con cara de pocos amigos, ou... ahora mismo quería correr lejos.

—Frente al sillón, de rodillas, ahora -el de cresta le chasqueo los dedos apresurandolo-.

Gustabo se paro frente al sillón y se arrodilló esperando al contrario, quien se sentó quitándose los zapatos con sus mismos pies, estaba cansado, arto y quería cometer homicidio en tercer grado. Lo único que hizo fue bajarse los pantalones y dejar libre su miembro, solo una orden y el pelirojo comenzó a lamer y chupar aquel falo lo mejor posible, su misión ahora era bajar ese disgusto en su pareja, así que lo engulló por completo y el resto lo tomaba con sus manos, sonrió internamente al escuchar los gruñidos placenteros del menor, pero su victoria se vio opacada a causa de que Horacio lo tomo del cabello con una de sus manos y comenzó a embestirle la cavidad bucal en un punto que lo estaba ahogando y algunas lágrimas salieron de sus ojos, pero eran de placer más que de otra cosa, por más que se escucharán algunas arcadas por el tamaño del miembro, las lágrimas en sus mejillas, la saliva bajando por su mentón, sus ojos voltendose, no eran más que señales de que le estaba gustando, y eso lo sabían ambos. Pronto su boca se llenó de aquella sustancia blanquecina que logro escaparse un poco de sus comisuras, pero lo resolvió rápidamente relamiéndose los labios.

—Nada mal -le acaricia el cabello- mereces una recompensa por haberte desechó de mi estrés ¿Te parece bien?

—Si, amo, por favor.

—Me parece que te quedaste con algo desde hace unas horas, levanta y quítate la ropa.

Obedeció aquello retirándose la ropa y dejándola a un lado, Horacio tomo el cinturón y le sujeto las manos con el, le hizo una seña y Gustabo se recostó en el sillón con las manos sobre su cabeza. El menor se mordió el labio y tomo con su mano la erección contraria moviendola en un beiben lento, los gemidos de su pareja eran música para sus oídos, escuchar su nombre salir de aquellos labios era un deleite, siempre lograba encenderlo incluso en los peores momentos, pero ahora era el momento indicado.

Para volverlo todo "peor" dió pequeñas lamidas al glande y comenzó a jugar con uno de sus dedos en aquel aro sacando más gemidos y quejidos del ojiazul, solo lo veía retorcerse y le encantaba verlo tan sumiso, débil.

—Ho~horacio...~

—¿Que sucede bb?

Introduce su dedo en el interior de Gustabo sacándole un gritillo y a la vez causo que expulsará semen que cayó en la cara del de cresta sorprendiendolo ligeramente.

—¿Tan pronto? -se sonroja levemente y mira a Gustabo a los ojos-.

—L~lo siento, es que... es que...

Sonríe con perversión —¿Es eso? ¿Quieres llenarme tú mismo?

—¿Eh? -se sonroja hasta las orejas- s~si, digo no, digo... -sus labios comenzarían a temblar-.

—Bueno... debo admitir que lleva mucho tiempo que no satisfaces mi culo -se relame los labios- mmm ¿Porque será? -desvía la mirada pensativo pero niega con la cabeza volviendo a lo que estaban-.

Horacio le desata el cinturón de las manos dejándolo en el suelo y se recuesta boca arriba en el sillón bajandose los pantalones con los bóxers, el pelirojo trago saliva acariciándole los muslos, en eso noto que su pareja tenía un plug, así que se lo retiro con delicadeza viendo un leve temblor en su cuerpo.

—¿Ahora que harás? -le sonríe ladeando la cabeza mostrando su curiosidad-.

Gustabo toma aire y sonríe introduciendo su miembro del tirón en el interior del menor logrando que arque la espalda y deje salir un grito de sorpresa, dolor y placer, solo podía aferrar sus manos al sillón tomando aire por la boca, pues su ano era taladrado por las embestidas certeras y agresivas del otro, sus manos fueron tomadas y llevadas hasta su cabeza sostenidas con una mano, pues con la otra era tomado por la cintura.

—G~gus...~ es... espe...~

Pero fue silenciado por un beso que le robaba el aliento y medio callaba los inumerables gemidos que eran casi imposibles ocultar. Su próstata era tocada una y otra vez haciéndolo temblar, se sentía como en las nubes, dejo salir una vez más sus gemidos mientras Gustabo degustaba aquellos botones rosas sobre la camisa del FBI, dió una pequeña mordida estirando un poco la tetilla junta a la prenda.

—¿Porque te la dejaste? ¿Querías ocultarme algo? -lo ve negar frenéticamente-.

Le alzó la camisa hasta cubrirle los ojos y dejarle los brazos algo inmóviles con la misma, con ambas manos sostuvo su cintura para dar embestidas más certeras, si es que era posible. Horacio era un mar de gemidos, parecían más gritos placenteros, Gustabo no perdió en tiempo dejando chupetones y mordidas en el cuerpo moreno, incluso no pudo evitar dejar algunos rasguños en sus muslos y cintura. El menor no pudo más con tanta estimulación y se corrió en su estómago, su interior contrayéndose provocó que le pelirojo se corriera dentro, salió de su interior y lo miro de arriba a abajo, pues el de cresta aún no se recuperaba.

"Así que por eso..." fue el pensamiento de Horacio a su incógnita respondida, su vista volvió al ser retirada por completo la camisa, con el cuerpo temblando como gelatina se aferró a su pareja abrazándole ocultando la cabeza en su hombro, su respiración aún trataba de regularse, había Sido algo bastante fuerte, pero no significa que no le haya gustado, un gemido salió de su boca al sentir como su culo era malipulado por unas manos traviesas.

—Perdon si soy algo brusco, hace tiempo que no... -pero Horacio lo calló dándole un beso profundo enredando sus dedos en el cabello del otro-.

—Callate y demuéstrame que todo lo que te he enseñado a servido de algo -dijo con voz necesitada y los ojos dilatados-.

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Ay... el amor :v y yo más solo que un moco ;-;

Bueno... todo premio tiene su consecuencia :v

A Tu Lado [Gustacio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora