Capítulo I: Conocimiento

31 2 1
                                    

Amanecer. Creo que esa es la etapa mas tediosa del día, porque luego se tienen que hacer los deberes e ir a la escuela...es agotador, tomando en cuenta que la ciudad donde vivo queda a algunos 10.000 Km. de altura suspendida encima de una montaña. De solo pensarlo el frío me congela los nervios, así que prefiero imaginarme que vivo en una sabana, plana, en el suelo, y con mucho, MUCHO calor. Son las 7:00 AM y mi padre anda vociferando como un energúmeno, que si voy a llegar tarde a la escuela, que no les he hecho el desayuno a mis hermanas, que tengo que llevarle un recado a mi prima, y si, definitivamente ando muy tarde. 

Tomé una ducha rápida, me puse mi uniforme y fui a la cocina a ver como estaba todo. Mi casa era una estancia de 2 niveles con 4 habitaciones, dos abajo y otras dos arriba, cada una con su baño. En el primer piso por detrás de las escaleras se encontraba otro baño. Mi madre había decorado la casa antes de morir, y mi padre nunca más ha querido cambiar ni una mota de polvo de su lugar. Mis hermanas y yo hemos tratado de hablar con él, ya que habían pasado 10 años desde la muerte de mi madre, y la casa necesitaba un pequeño cambio, pero él insiste en que ese es uno de los recuerdos más vividos y puros que le ha quedado de ella. Aún así, con todo el respeto hacia mi mama, ¡por favor! Estamos en el siglo XXII no hay que ser tan conservadores.

— Stella — bramó mi padre — Estoy harto de que siempre estés tarde para todo, tienes que ir tomando responsabilidad, ya tienes 17 años, si quieres llegar a ser alguien algún día, tienes que ir moldeándote desde ahora, mírame a mí, todo lo que he trabajado para que ustedes vivan como personas.

Ah... Ya volvimos a lo mismo, el mismo sermón, la misma actitud, y mi misma indiferencia. Enloquezco con la idea de ser independiente, pero me dolería dejar solas a mis hermanitas con mi padre y su melodrama.

— Mira tu madre ya no está, eres tú la que estás a cargo. Seguía mi padre con su infinito discurso, pareciera como si una noche muy aburrida se grabo diciéndolo y todas las mañanas lo pone para que lo escuche. Qué no daría por encontrar un botón mágico para callarle la bocota.

— ¡Papá ya entendí! — grité — No es necesario que todos los días me repitas lo mismo, al menos para la próxima, esmérate más y cámbiale una que otra palabra.

— Stella... —suspiró

— Si, si ya me estoy yendo — dije

— Safiro, Aurora, vengan ya su hermana las va a llevar a sus clases

— Nos vemos papá — nos despedimos

Llevé a las niñas, bueno no tan niñas, las dejé en la preparatoria local y luego seguí hacia la casa de mi prima a entregar una "carta muy importante" que había mandado mi papá a su hermano. Pensaba en como afectó la partida de mi madre a mis hermanas, yo lo supe llevar mejor pues tenía 8 años, pero Safiro tenia 2 y Aurora 4. La ayuda de nuestra prima Anabella y de la hermana de mi mamá, Zara, fue primordial para nuestra simulación de familia.

— Buenos días — saludó mi prima

Anabella era una chica hermosa, de unos grandes ojos marrones con unas espesas y negras pestañas, que contrarrestaban con su cabello rubio en largos y brillantes rizos; Su tez era bronceada y su cuerpo largo y esbelto. Siempre tenía una sonrisa en su rostro a diferencia de mi cara de tragedia cómo quien se acaba de chupar un limón.

— ¿En qué te puedo ayudar? — preguntó. Me había quedado mirándola fijamente, mi mente se fue lejos.

— Ah, si, disculpa es que estoy algo distraída

— Si ya veo...

— Mi papá le manda esta carta "muy importante" a tu padre, dice que no la pueden leer, ensuciar, babear... Si eso, ya me entiendes...

Lluvia de EstelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora