Capítulo 7 ¿Celos?

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Así que Allen tenía novia.

No recordaba que lo hubiera mencionado o ¿si?

Definitivamente no lo menciono.

Pero... ¿Por qué no decírmelo? Éramos amigos ¿no?

—Alice —se sorprendió—. ¿Hace cuanto estás ahí?

—A Gin se le quedó su teléfono en tu auto —me expliqué.

Caminé lo más rápido posible a su auto y tomé el maldito teléfono rápidamente. Volví dentro sin decirle nada más a Allen.

—¿Estas bien? —me preguntó en cuanto entramos.

—Si —dije con un extraño tono, buscando a los chicos con la mirada.

Ajá.

Los encontré en seguida y pasé por su lado sin mirarlo yendo directamente a Gin. Ella miraba atentamente a la garrapata mientras él parloteaba sin parar. Me acerqué y le di su teléfono, ella me agradeció y siguió atenta a Alex. Me quedé muy callada evitando la mirada de Allen, aunque podía sentir la suya clavada en mi perfil.

—Y entonces el entrenador me puso a correr quince vueltas a la cancha —terminaba de contar Alex.

—Pudiste acusarlo —reía Gin.

—Tal vez... oye hermanita —llamó mi atención—. ¿Quieres que te traiga algo de beber?

—C-claro.

—Ya voy yo —se adelantó Allen.

¿Me traería algo de beber? ¿A mi? ¿Por qué no le llevaba de beber a su novia? Ella si que lo está esperando.

—Oigan, ahora vengo —dijo Alex yendo hacia Jane, quien iba entrando acompañada de sus amigas.

La garrapata no era de mi agrado, pero no me gustaba lo que tenía con Jane o más bien no me gustaba como ella era con él, lo ignoraba mucho, solo hablaba con él cuando ella necesitaba algo o cuando estaba aburrida.

De eso me daba cuenta y él no se lo merecía.

—¿Estas bien? —me preguntó Gin en cuanto estuvimos solas.

—Si —volví hacer ese tono agudo molesto—. Bueno... ¿Puedo preguntarte algo?

Gin rápidamente asintió. Miré a mi alrededor y sin saber muy bien por qué, tomé la mano de Gin sacándola casi a rastras a la parte trasera de la casa.

—Sabes que puedo caminar sola ¿no? —protestó.

En cuanto nos escabullimos fuera y me aseguré de que ninguno de los chicos nos viera la solté.

—¿Que pasa?

—¿Allen... tiene... novia? —pregunté, avergonzada.

—¿Allen?

—¿Es qué hay más de un Allen rondando por ahí?

Bueno, necesitaba relajarme.

—No, bueno, no lo sé —Se encogió de hombros—. Con la única chica que lo han visto en ese aspecto es contigo.

El día que perdone Donde viven las historias. Descúbrelo ahora