A la mañana siguiente me levanté deprisa sabiendo que ya se me había hecho tarde, seguramente todos ya estaban a punto de salir de casa, tenía que apurarme. También estaba muy nerviosa por el nuevo instituto.
Julie había dejado mi nuevo uniforme en la orilla de la cama, me lo puse asombrada de que me quedara a la perfección. Bajé las escaleras casi corriendo, esperando no tener que ver a Henry esa mañana, pero lo que uno quiere no siempre lo tiene.
Todos los miembros de la casa estaban en la barra de la cocina, desayunando. Julie envuelta en una bata rosa de ceda y una taza de café entre sus manos, Henry con un traje listo para trabajar y el periódico entre sus manos y Caroline sirviéndole el desayuno a Alex.
—Buenos días —dije para todos dirigiéndome a la nevera para sacar un jugo de naranja.
—Buenos días, querida —me contestó Julie alegremente—. Veo que te quedó perfecto el uniforme.
—Si gracias, Julie... por cierto ¿como sabias mi talla? No recuerdo habértelo dicho.
—Intuición —contestó encogiéndose de hombros tranquilamente.
Pues, que buena intuición.
—¿Dormiste bien, hija? —preguntó Henry tras mi espalda.
Tan solo oír su voz me provocó un escalofrío que hizo que cerrara la nevera de un portazo. Necesitaba tranquilizarme, no podía volver a perder el control otra vez.
—Que pregunta es esa Henry —interfirió Alex rápidamente—. Claro que mi hermanita ha dormido muy bien ¿Que ustedes no escucharon sus ronquidos? Juro que hasta los vecinos los escucharon.
Me volví hacia ellos y fulminé a Alex con la mirada.
—¿Que te pasa? Yo no ronco —protesté.
—Claro que si y como camionero.
Me senté junto a él para desayunar y aproveché para golpearlo en el brazo por compararme con un camionero. Henry no volvió abrir la boca en lo que restaba de desayuno. Julie y Caroline se sonreían al vernos a Alex y a mí molestarnos.
—¿Lista para irnos, hermanita? —preguntó Alex parándose y tomando su mochila.
Rodé los ojos.
—¿Por qué tengo que ir contigo? ¿No puedo ir a pie?
—¿Quieres que te lleve yo? —preguntó Henry atrayendo la atención de todos.
Lo ultimo que quería era ir en el auto de la garrapata apestosa de Alex, pero me apetecía menos ir con Henry y tener que escucharlo tratar de entablar una conversación conmigo.
—Iré con Alex —dije pegándome a él y sacándonos casi a rastras de la cocina.
—Que tengan un buen día, cielitos —fue lo último que escuchamos de la voz de Julie.
Salimos de casa, nos subimos a su auto y nos marchamos hacia el instituto. Ya en camino, él muy asqueroso no deja de bostezar como si no hubiera dormido en años y eso hacía que yo también bostezara. Siguió bostezando cuando llegamos y nos adentramos al instituto.
Me quedé muy sorprendida al ver el impresionante edificio, si no prestaba atención por donde iba seguramente me perdería. Había cientos de alumnos esparcidos por todo el lugar, unos en los bancos, otros hablando mientras se adentraban y algunos otros encendiendo cigarrillos antes de tener que entrar a la tortura de las clases.
—¿Nerviosa? —preguntó Alex en cuanto bajamos del coche.
—¿Yo?, para nada —intenté disimular que no me sentía nada nerviosa pero fracasé, obviamente.
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El día que perdone
Teen FictionDicen que el papá es el primer amor de una niña... pero ¿y si ese amor es el mismo que te rompe el corazón por primera vez? entonces... ¿cómo puedes creer que habrá alguien que te ame sin importar nada?