High School. Un imperio educativo que tiene como objetivo el crear jóvenes talentosos para un buen futuro próspero para la nación. Un sitio que se encarga de pulir las habilidades y destrezas de aquellos considerados los mejores en todo el campo educativo.
Como institución era la mejor.
Pero para Valentina Carvajal era todo lo contrario a una buena institución, más bien era el propio infierno en vida terrestre. No había otra definición más acertada que esa en su lógica, eso y más.
Su vida era una completa mierda en ese sitio del carajo, de qué servía ser la institución más reconocida, prestigiosa y popular, cuando esta misma está formada de jóvenes con cerebro tan pequeño como el de un maní. Chicos inservibles que lo único que les importa es la belleza, popularidad y su maldito dinero.
No les importa estudiar nacieron en una maldita cuna de oro, donde antes de su nacimiento ya tenían el futuro completamente asegurado. Con una vida próspera y fructífera, entonces para que jodidos iban a una institución sino es más que a joder a aquellos que en realidad sí estudian.
Valentina ya estaba harta de esa puñetera vida, jamás deseo nacer en una cuna de oro para formar parte de esa estúpida escuela de niños ricos. Por qué de que le servía el dinero si este no le protegería del maldito maltrato que recibe de sus compañeros todos los días que pone un pie en esa institución, por solo ser diferente.
¿Acaso era un pecado ser diferente?
Valentina es consciente que no es la perfecta definición de la mujer perfecta, ni la chica imponente deseada por chicas y chicos y que también ella no cumple con los requisitos estándares peculiares de belleza en una mujer.
¿Por qué? Por ser obesa, gorda.
Esa palabra era la bendición de cada día en la escuela que iba. En todas en realidad.
Absolutamente nadie quería estar respirando el mismo oxígeno que la obesa Valentina, esa que tenía llantas en vez de abdominales, esa que tenía más masa muscular en los muslos y piernas, esa que tenía las mejillas rellenas las cuales se abultan al comer, esa que utiliza tallas especiales de ropa holgada confeccionada solo para su talla, y la misma que se había presentado como Alfa aproximadamente cuatro meses atrás, la que portaba un olor a chocolate como las donas que ama degustar pero que otros les causa repulsión.
Valentina era la decepción más grande de un Alfa, porque por su horrible físico no podía atraer la atención de ningún Omega. No tenía un cuerpo ejercitado como los demás Alfas de la institución ni mucho menos de una artista, no. El solo verle los cachetes rechonchos les causaba asco a los omegas de la institución, considerándola como el imperfecto esperpento de Alfa.
La que terminaría completamente sola por ser una fea gorda y friki de pacotilla.
Maldita vida que le toco.
Esa mañana caminaba rumbo al purgatorio ese donde te juzgan llamado escuela según su punto de vista, mientras en su trayectoria degustaba esa tarta de banano que su madre le había hecho con tanto amor, así que ¿Quién es ella para desperdiciar tal creación maravillosa?
Su madre Omega preparaba las tartas más ricas que había probado, esas delicias hechas por las manos de su progenitora merecían el puesto número uno en la competencia de las mejores tartas de la ciudad. Y lo eran, su madre Lucia había ganado el puesto número uno con honores y una buena suma de dinero el cual donó a un orfanato.
Su madre no tenía la necesidad de participar en esas chorradas por la posición social económica que tienen, pero al fin y al cabo lo hacía por mera satisfacción ya que amaba la cocina tanto como ama a su única hija Alfa.
ESTÁS LEYENDO
Yummy |Juliantina
RomanceValentina Carvajal no era el prototipo de Alfa perfecta, no cuando sus kilos de sobrepeso estaban presentes día a día recordándole la miserable vida que tenía. Así que resignada había aceptado que terminaría sola por el resto de su vida, porque ¿Qui...