Capítulo 4.

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Juliana, la hembra Omega considerada la más rebelde de la familia, y un dolor de cabeza para sus hermanos, sostenía entre sus manos un bate de aluminio para jugar béisbol, mientras gruñía y expulsaba feromonas en su estado de molestia.

¿Cómo se atrevían?

—¡Vamos, te reto Alfa de pacotilla! ¡Dile de nuevo gorda fea a mi hermosa bebé gomita! —golpeó la punta del bate en su otra mano, esperando el momento justo para utilizarlo en la cabeza dura de su hermano Jacob.

Arrinconado en la esquina de la habitación, Jacob se encontraba de rodillas, temblando de pánico, porque cuando a Juliana le tocaban los ovarios no había posibilidad de salir ileso.

La Omega tenía una actitud de perra que daba miedo si la provocas, y eso había hecho sus hermanos.

Lexa, la mayor yacía desmayada en la alfombra de la sala por un golpe con el bate proporcionado por Juliana, y ahora faltaba el segundo Alfa tonto que se atrevió a insultar a su mujer.

—Juls —le llamó Valentina, la Alfa gordita estaba sentada en el sofá, comiendo una deliciosa rebanada de postre que Juliana le había preparado. —No es necesario que hagas eso. Jacob ya me pidió disculpas.

La Omega solo así bajo el bate, y Jacob le agradeció con la mirada a Valentina, porque sabía que esta era la única que podía controlar a esa pequeña bestia.

—Está bien —Juliana se encogió de hombros, tiro el bote al alfombrado y se acercó a Valentina, para darle un rico beso en los labios dulces a causa del postre. —¿Mi gordito bonita, quiere más postre?

La Alfa negó, a ese paso iba a rodar.

—No, ya no. Eh decido controlarme con la comida e iniciar una rutina de ejercicios... bueno, si tú me ayudas también —Valentina se sonrojo cuando Juliana sugerentemente movía ambas cejas al mismo tiempo.

Era divertido jugar con la Alfa, ya que la mayoría del tiempo se sonrojaba por cualquier insinuación sexual que la Omega le sugería. Y no es como si Valentina dijera que no a lo que Juliana le decía.

—Bien, lo que mi gordita quiera —beso una de sus mejillas. —Propongo que a tu rutina se le agregue, dos rondas más de sexo de las que ya tenemos. En total serían seis por día. ¿Te parece?

En la sala se escuchó la caída de un peso muerto, logrando que ambas voltearan a ver a Jacob desmayado en la alfombra, a un lado de Lexa.

—¿Y?

Valentina solo había asentido eufórica, de acuerdo con la proposición de su Omega.

Su Omega.

La ojiazul se sonrojaba cada vez que pensaba en Juliana como suya. Porque lo era, algo que jamás pensó que lograría en su vida. Pero lo hizo.

Eso le demostraba, que por muchos defectos que tenga una persona, siempre habría alguien que apreciara esos defectos que posee. Juliana lo hizo, y Valentina la amaba mucho.

—Es hora de volver a casa Val, aquí no hay nada más que hacer. Además, hay que llegar antes que la molesta de tú madre Lucia, esa Omega me desespera —le comento a Valentina, y esta solamente le había sonreído mientras negaba.

—Ya verás que muy pronto te acostumbras —sí, la Alfa no era buena dando consuelo.

Ambas salieron de la casa de los hermanos mayores de Juliana, para ir caminando tranquilamente agarradas de la mano, disfrutando de la fresca noche.

💫

—¡Juliana Valdés! —grito Lucia, logrando detener la trayectoria de la Omega.

La nombrada llevaba consigo un recipiente plástico lleno de diversas frutas frescas y botellas de agua, para su Alfa.

Yummy |JuliantinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora