15 de enero de 1503.
Eduardo Espinoza, tres años. Desnutrido, piel oscura, cabello demasiado largo de color negro, ojos marrones.
Y una característica que resalta mucho.
No tiene dedos en las manos.
Pero no porque se los cortaran, sino porque nació así.
Lo encontré entre un montón de basura, durmiendo. Eran las tres de la tarde pero estaba en un lugar muy desolado, por lo que me sorprendí.
Lastimosamente, me sorprendió fue el hecho de que alguien estuviera ahí, no el que el niño estuviera así.
Lo levanté entre mis brazos, por lo que al sentir movimiento se despertó alterado, dando golpes y casi llorando. Lo calmé pasando mi lengua por sus mejillas.
Él se tranquilizó casi al instante, mirándome con sus grandes orbes marrones, sorprendido. Después me abrazó dejando un sonoro beso en mi mejilla.
Es un niño muy cariñoso que a duras penas sabe algunas palabras. Pero eso no me detuvo de saber qué le pasó.
Descubrí que puedo ver las memorias de las personas con solo poner mi mano en su frente y cerrar los ojos. También así puedo saber su estado de salud, y la verdad, es algo muy útil hoy día.
Lo supe cuando cargué a Eduardo. Él había agarrado mi mano con sus palmas poniéndola en su frente, y casi al instante sentí el impulso de cerrar los ojos, por lo que lo hice.
Recuerdos pasaron frente a mis ojos como si fuera yo mismo quien los estuviera viviendo, pero sabía que no eran míos.
Él había sido abandonado al nacer por su rareza. Fue dejado frente a la casa de una persona cualquiera, quien al verlo decidió cuidarlo.
Pero la pobre mujer no tenía el sustento para tenerlo, aunque lo intentó. A través de esos recuerdos se notaba que había intentado cuidarlo y que no le faltara nada.
Y justo cuando encontró el sustento que necesitaba, la mataron.
Eduardo tenía dos años, la mujer lo escondió debajo de una cama que había en el sótano al escuchar que tocaban la puerta.
Al parecer se había metido con quien no debía, porque unos segundos después de esconderlo se escuchó cómo tumbaron la puerta junto con el sonido de disparos.
Eduardo no pudo ver nada, pero sí lo escucho todo.
No lo buscaron me imagino porque no sabían de su existencia, pero él se quedó debajo de la cama varias horas por el miedo. Y cuando por fin decidió salir se encontró con la casa en completo desastre, un líquido rojo carmesí se encontraba por toda la cocina, manchas de ese líquido se encontraban por todo el lugar, y ese charco... era enorme.
Pero no había rastro de un cuerpo.
Se había quedado solo de nuevo...
Y así pasó por un año, pidiendo comida y durmiendo en el basurero donde lo encontré. Se sentía seguro y caliente ahí.
Aún no entiendo cómo sobrevivió un niño tan pequeño ante tantas adversidades, tantos peligros y tanto horror.
Lo bueno es que lo encontré, y en honor a la señora Lambert lo cuidaré como ella siempre quiso hacerlo. Con felicidad y amor.
Estoy seguro que se divertirá mucho con los casi treinta niños que ya llevo conmigo.
Herk.
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El Diario De Un Monstruo
Short Story*Primero es necesario que se pasen a leer "El hombre del bosque" el cual lo pueden encontrar en mi perfil. Lo entenderán mucho mejor así* Año tras año, niño tras niño, libro tras libro. Supongo que siempre supe que terminaría así, sólo era cuestión...