La cicatriz de Kreh

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17 de marzo de 1503.

Kreh, los niños y yo nos tuvimos que largar del castillo en donde vivíamos el mes pasado.

Los humanos nos echaron al descubir que yo vivía ahí junto con los niños. Pero la razón de más peso fue porque Kreh perdió una batalla contra un caballero.

Pero no porque él fuera más fuerte, sino porque hizo trampa.

Kreh se había abalanzado sobre el sujeto, pero fue esquivado, y tras esos cortos segundos una persona de la multitud le pasó una espada enorme al caballero. Esperó a que Kreh se volteara y la pasó por el medio de su rostro.

Yo estaba en el castillo jugando con los niños y gracias a la conexión física que tenemos pude sentir el dolor inmenso junto con un mareo.

Al instante salí corriendo sin importarme que los trabajadores me vieran. Corrí tan rápido como pude hacia su dirección, encontrándome con él completamente desorientado y el rostro sangrando, mientras que el otro sujeto me miraba con horror.

Lo maté, obviamente.

Pero en ese momento no tenía conocimiento de su ayudante, cuando lo supe ya estábamos muy lejos.

Puse a Kreh en mi hombro y me regresé al castillo sin importarme más nada. Cuando llegué lo acosté en su cama con cuidado. No despertaba, así que procedí a limpiarle la herida.

Mi rostro también tenía la misma herida, así que la limpié de igual forma. La diferencia es que la mía no era tan profunda como la de Kreh.

Antes de irme había dejado a los niños en la zona donde se suponía no debían entrar los trabajadores, pero cuando vi que uno de los niños; Joshua, había entrado al cuarto unos minutos después mientras revisaba a Kreh, sentí miedo por primera vez en mi larga vida.

Me explicó la situación, que cuando me fui los trabajadores decidieron ir en dirección de donde yo había salido, y se encontraron con ellos. Poco después entraron los demás, siendo escoltados por esos trabajadores.

Nos echaron a patadas del lugar por esas dos simples razones -aunque era obvio que también era por el miedo que habían provocado los que hablaban de mi-. Kreh no despertó sino fue dos horas después, por lo que parte del camino lo tuve que llevar cargando.

El tiempo que tuvimos que caminar fue largo ya que nos habían desterrado de esas tierras que eran muy extensas, exigiendo que teníamos que estar fuera en un mes como máximo.

Por suerte y pudimos cumplirlo, sino hubiera sido peor.

Estuvimos caminando tres semanas, de las cuales dos semanas y media nos tomó salir por completo. Después nos dedicamos a buscar un lugar para vivir.

Unos días después sentí que alguien me llamaba, todo el día, todos los días. Pero no era nadie.

Hasta que decidí seguir esa voz una noche, lo cual, para mí sorpresa, terminé encontrándome con un enorme y hermoso bosque.

Regresé con los demás para contárselos, me miraron mal al ser de madrugada pero cambiaron la cara después.

Esa misma noche nos encaminamos hacia allá de una vez, ya que no era muy lejos.

Nos adentramos en ese profundo bosque sin pensar.

Por mi parte, podía oír como el bosque me hablaba.

Literalmente.

"Bienvenidos" Fue una de las primeras cosas que escuché, podía recordarlas perfectamente. Luego de un rato de seguir explorando, volvió a hablar:

"Herk, tú eres el único que podrá escucharme por ahora. No quisiera comunicarme con nadie más que no seas tú. Y me gustaría que se acogieran en mí si todos están de acuerdo. Soy un bosque muy solitario, me vendría bien algo de compañía" Obviamente acepté la propuesta sin dudar. Tendríamos un lugar dónde quedarnos, un lugar seguro y enorme. Con comida y agua.

Lo único que nos falta es un techo.

Pero ya estoy trabajando en eso.

Por ahora dormimos sobre las hojas y la tierra, con Kreh y yo tapando a los niños en las noches de frío.

Lo cual se nos complica un poco ya que he rescatado unos 47 niños en total.

Hace unos cuatro días que estamos aquí, y algo me dice que no nos iremos nunca.

No me iré nunca.

Herk.

El Diario De Un MonstruoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora