CAPÍTULO 4

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Narra Chiara:

¿Que quizás casi llegamos esta tarde por mi culpa? No pienso negarlo. Eran más seis de la mañana y yo tenía mucho sueño.

La furgoneta paga llevarnos hacia el aeropuerto había llegado hace al menos diez minutos y aún no habíamos bajado.

Eche prácticamente a Lucas a patadas del piso. Si no se movía no llegábamos definitivamente.

No voy a negar tampoco que me caí bajando las escaleras. Ir cargada con maletas y tener menos equilibrio que un pato mareado no eran buenas mezclas. Aún así, con dolor en él pie por haberme caído, seguimos bajando las escaleras.

En la furgoneta suspiré de alivio. Si que dolía un poco, pero ya se me pasaría.

...

Cuando llegamos el grupo nos estaban esperando en la puerta de embarque. La única que son sonreía era Victoria, siempre estaba sonriendo. Los demás estaban más serio que un muerto, ademas de bastante adormilados. Thomas el que más, no se aguantaba de pie prácticamente.

Le devolví la sonrisa a Victoria, y Lucas no tardó en comérsela con la mirada.

Dios mío, ya empezábamos.

Le di un breve empujón a Lucas para que caminara. Se le estaba cayendo la baba y no quería tener que ponerme a fregar.

Ellos llevaban pocas maletas, pero nosotros llevábamos bastantes y no pesaban poco.

Una vez en el avión, pensaba que me tocaría sentarme al lado de Lucas, pero por suerte o por desgracia acabe sentada al lado de Thomas.

Iban a ser unas nueve horas bastante largas.

...

No era capaz de dormirme debido al dolor en el pie, y porque no tenía ni una pizca de sueño de los nervios. Era mi primera vez allí.

Thomas se había quedado frito nada más tocar el asiento, y los demás, más de lo mismo.

Aunque no tardó en despertarse a medio vuelo. Me miró y me sonrió ampliamente, pero justo en ese momento me dio un pinchazo en el pie, con el cual hice una mueca bastante notoria.

— Ey, Chiara, ¿estas bien? — Preguntó el preocupado.

— Si, no te preocupes. — Susurré.

Me fregué un poco el pie debido al pinchazo haber si se me pasaba, pero no había manera.

— Anda, déjame ver ese pie.

Primero negué, pero acabe aceptando. Me quite los zapatos y los calcetines.

Él no tardó en hacer una extraña mueca al ver mi pie, el cual estaba inflamado.

— Esto no tiene muy buena pinta, ¿te has caído o algo?

Yo asentí.

— ¿Hace cuanto? — Volvió a preguntar.

— Antes de coger el vuelo. — Logré articular.

Él abrió los ojos.

— Llevas casi cinco horas con este dolor terrible y no has dicho nada. Podríamos haberte comprado algo en el aeropuerto.

— No hace falta, Thomas.

Thomas no tardó en levantarse y coger una de las mochilas del grupo. Abrió una de ellas y a escondidas saco una crema.

— Victoria la lleva siempre encima porque Damiano y yo tenemos tendencia a caernos y hacernos daño. — Comentó riendo. — ¿Quieres que te la ponga yo?

¿Que me había puesto nerviosa? Si, que un chico me tocase me erizaba la piel, ya que pocos lo habían echo. Igualmente deje que me la pusiera bajo la atenta mirada de una señora mayor en el asiento de al lado.

Acariciaba mi piel con mucha delicadeza. Más de la que él hubiese imaginado, realmente se le daba genial esto.

Cuando acabó de restregarla por todo mi pie se levantó a guardarla en la mochila. Volvió a sentarse tan tranquilo y me ofreció que viésemos una película los dos juntos para que se me olvidara un poco el dolor y pensará en otra cosa.

Estaba siendo demasiado bueno, y eso a veces no era buena señal. A veces era todo lo contrario.

No se que película era, pero se que me quede dormida a media película sobre su hombro, y que cuando me desperté tenía la cabeza apoyada en la ventanilla.

El mismo fue quien me despertó a toquecitos. Yo lo único que hice fue pedirle perdón por quedarme dormida en su hombro, no tenía derecho alguno.

Para cuando acabe de disculparme ya estaba hablando totalmente sola y él se había largado.

No había entendido su comportamiento tan frío de repente conmigo, pero tampoco es que fuésemos íntimos.

Al salir del avión me encontré a Victoria charlando tan alegre mientras estaba cogida al brazo de Lucas que estaba riendo ante lo que Victoria le estaba diciendo.

Estos dos se comían la boca hoy mismo y estaba completando segura.

— Estoy seguro de que estos dos acaban liados. — Comentó alguien detrás mío.

Me giré y vi al chico del precioso pelo largo. Se llamaba Ethan, creo.

— Creo que pienso igual. — Añadí riendo.

Ethan me sonrió y se posicionó para caminar a mi lado.

Durante el camino de coger maletas e ir a la furgoneta que nos llevaría a nuestro hotel en Nueva York, porque si, era nuestro primer destino, me puse a charlar ampliamente con Ethan y habíamos quedado que un día de estos del tour iríamos a tomar algo juntos para que pudiésemos hablar más.

Quizás iba a ser la persona con la que más congeniase en este largo, realmente largo viaje. No me iba a ir mal hacer nuevos amigos.

Fue llegar al hotel y recibir miles de mensajes de mi hermana quejándose de que no la había llevado, que me había ido muy lejos, y muchos más.

Que finalmente se había salido con la suya. Iba a trasladarse a Italia a estudiar con una amiga, y yo no entendía como nuestros padres le había dejado. Ya me veía haciendo de madre una vez habiendo vuelto allí.

Porque si, ademas de ser su hermana mayor, muchísimas veces interpretaba aquel papel, ya que parecía que ella me hiciese más caso a mí que a nuestros padres.

No recuerdo más, ya que cuando llegamos era de noche, y lo primero que hice fue lanzarme a la cama de aquella habitación que compartía con Lucas. Creo que tarde menos de diez minutos en caer muerta definitivamente.

Lucas tampoco iba a tardar en imitarme, en cuanto a dormir, éramos totalmente idénticos los dos.

Vero amore? // Thomas RaggiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora