mundo

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El sol todavía ni comenzaba a asomarse cuando un pelinegro ya estaba en pie, yendo de un lado para otro en su departamento. O ex departamento... El día anterior había llamado a su arrendador y le había explicado que no tenía intenciones de renovar el contrato y que dejaría el departamento al día siguiente. Y no había marcha atrás.

Se sentía extraño, por un lado estaba la gran felicidad de finalmente hacer lo que había querido por tanto tiempo, irse, atreverse a ser libre, pero a su vez el miedo punzaba leve en su pecho.

Lo único que esperaba era que todo saliera bien.

Sacudió su cabeza para eliminar cualquier pensamiento intrusivo y continuó con lo que estaba haciendo. Se la había pasado preparando su plan "huída del cubo" como le gustaba llamarle en su mente y no había tenido tiempo de revisar mensajes ni correos.

Los bolsos con todas sus pertenencias estaban listos así que los dejó al lado de su viejo sillón y agarró una mochila que también había preparado, necesitaba moverse un poco más rápido para no llegar tarde.

Los bolsos quedaron allí, lo único que cargó fue su mochila y luego de cerrar el lugar con llave salió directo al trabajo.

El pecho le burbujeaba en anticipación y el camino que siempre se le hacía eterno esta vez se sintió como un suspiro. Intentando ignorar el temblor en sus manos se aferró a las tiras de la mochila y caminó hasta el edificio, pasó su tarjeta para ingresar y las puertas se abrieron para él.

El lugar se encontraba con las luces encendidas y se veían apenas un par de personas en los pisos inferiores. Yoongi continuó caminando y el ascensor lo dejó en las vacías oficinas.

Tenía que ser rápido.

La mochila abandonó su espalda y sus pies lo llevaron hasta uno de los escritorios. Del bolsillo más amplio fueron saliendo diferentes papeles, pequeñas fotografías de lugares y notas. Sentía el corazón cada vez más acelerado pero mientras continuaba ordenando todo de la mejor forma se dedicó a inhalar y exhalar para relajarse.

Nuevamente el aroma a perfume de ambiente lo hizo arrugar la nariz con disgusto al meterse en sus fosas nasales. Agradecía enormemente que serían los últimos minutos en los que tendría que respirar ese aire contaminado.

Pasaron sólo unos cuantos minutos cuando ya todo estuvo listo; habían unas fotos de la montaña, un lago y un largo camino que incitaba al viaje, a explorar. En la pantalla del computador había una nota, pegada justo en medio con la oración: «yo soy la vida que ya tengo, tú eres la vida que me falta.»

La oficina comenzó a recibir a algunos empleados más a medida que el tiempo corría y los murmullos de unos cuantos empezaron a oírse. Todos un poco curiosos con la presencia de Min Yoongi, quien este día ni siquiera traía ropa formal, sino unos simples jeans sueltos con los bordes arremangados y una camiseta igual de simple en color negro.

Él conocía a Park Jimin casi como la palma de su mano y sabía que era de los últimos en llegar, por lo que decidido a esperar por su menor estuvo a punto de sentarse en la silla giratoria... Pero quedó ahí, a punto.

—¡Min Yoongi!— el grito lo hizo sobresaltar y se enderezó rápido, buscando con la mirada al dueño de esa hermosa voz que ahora sonaba tan enojada.

Mientras tanto Jimin había decidido llegar temprano ese día, primeramente porque casi no había dormido en la noche y porque deseaba más que nada encontrarse con el de cabellos oscuros, entender qué había sucedido.

Los ojos mieles se cristalizaron y Yoongi no se movió, sorprendido por esa expresión en el menor.

Jimin terminó de acercarse y sus brazos rodearon la delgada cintura del pálido, apretando fuerte mientras su nariz se enterraba en el cálido pecho.

—Tonto hyung, me tenías tan asustado... Te estuve llamando y enviando mensajes— balbuceó contra la tela de su ropa, siendo apenas entendible solamente para Yoongi gracias a la poca distancia entre ambos.

El mayor suspiró y terminó de rodearlo entre sus brazos, apretujando más el cálido cuerpo contra el suyo, deseando tanto quedarse así por siempre.

—Lo siento Mimi, de verdad lo siento, estuve tan ocupado que ni siquiera revisé mi teléfono.

Jimin asintió con su cabeza, frotando su nariz y parte de su mejilla en el acto. Estaba tan inmiscuido en la presencia de Min, en sus brazos acunándolo y en todo lo que había acumulado el día anterior que no había siquiera notado el cambio en su escritorio.

Yoongi deslizó sus manos por su espalda y las colocó en ambas mejillas, sintiendo inmediatamente el calor comenzar emanar de ellas. Con una sonrisa pequeña, cariñosa e incluso con un poco de miedo, se ayudó de su agarre para girar su rostro y hacerlo ver lo que había preparado.

El rubio tardó unos momentos en comprender lo que sucedía, las fotos y esa nota que lo hizo enrojecer aún más de lo que ya estaba.

Sus ojos abiertos de par en par, aún con minúsculas lágrimas lo observaron, esperando una aclaración, una confirmación a lo que estaba pensando. El mayor mantuvo su sonrisa y asintió con su cabeza lentamente.

La cercanía no se deshizo, contrario a eso estaban más cerca que nunca, sintiendo la calidez y la respiración contraria chocar con la suya. Esta vez no les importó, si los veían sus compañeros, el supervisor, su jefe o incluso el mismo presidente, nada les importaba lo suficiente como para arruinar ese momento tan especial.

—Jimin... Sabes que nunca fui feliz con esto, con esta forma de vida...— los gatunos ojos se quedaron fijos en los de su compañero, causándole tantas cosas con esa mirada brillosa. —Siempre quise irme lejos pero nunca tuve el completo valor de hacerlo. ¿Pero sabés qué fue lo que me convenció? ¿Lo que me dio el valor para hacer esto?

Park negó infantilmente con su cabeza, moviendo a su vez el flequillo despeinado de su cabello, porque ese día ni siquiera había intentado arreglarse, sólo había corrido al edificio, buscándolo.

—Me convenció tu sonrisa.

Las mejillas de ambos estaban rojas, las de uno por lo que sus oídos habían escuchado de la persona que tanto quería y las del otro porque jamás imaginó decir esas cosas, abrir su corazón por completo a su diamante en bruto.

—Entonces... ¿Vienes conmigo?— murmuró, acariciando con parsimonia las abultadas mejillas.

Y no hizo falta una respuesta verbal, no cuando sus corazones ya habían hablado, gritado y festejado su nuevo destino.

la vuelta al mundo | yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora