— Bora. ¿Qué es todo esto? — los ojos de Ada se iluminaron al ver todo lo que había preparado para nuestra primera noche en Antalya.
Los nervios aumentaron cuando escuché su voz, pero me dejó inmotivado de lo hermosa que se veía con ese vestido. Su pelo recogido en una trenza y sus labios pintados con rojo.
Toda ella era perfecta.
Su sonrisa dibujada de un extremo a otro, y sus ojos verdes jugando con las luces de la luna.Me acerqué a ella con una sonrisa, tratando de disimular lo nervioso que estaba y limpiando el sudor que escurría por mi frente. Tomé sus manos y besé sus labios con suavidad; rodeé su cintura con mis manos y le enseñé los detalles del lugar.
— La última vez que preparé una cena en la playa no terminó del todo bien, — sonreí, y ella empezó a reír — pero habían muchos secretos de por medio.
— Hoy es diferente. No hay secretos, ni mentiras — ella sonrió de lado — y nuestro amor ha crecido demasiado, se ha fortalecido y espero que siga así por muchos años.
Nos besamos nuevamente con una sonrisa. Era el momento perfecto para decir lo que tenía en mente, pero no quería precipitar las cosas.
Unimos nuestras frentes al separarnos de aquel beso, mi corazón me decía que soltara la bomba, pero mi boca no coordinaba con mi mente en ese momento.
—¿Tienes hambre? — solté, como si fuera lo más importante de la noche
Ada comenzó a reír y asintió. Nos separamos y comencé a caminar hacía la mesa. Recorrí la silla para que ella se sentara, pero se quedó parada en el mismo lugar sin decir nada.
Estaba pensativa, y su cara denotaba seriedad. ¡Oh no, otra vez no!
—¿Pasa algo? — pregunté, asustado y confundido a la vez.
— Tengo que decirte algo.
Era lo menos que quería escuchar, pero aquí estaba de nuevo. La historia estaba a punto de repetirse. Sentía la sangre fría, mi corazón al mil por hora y mis manos sudaban más que nunca.
—¿Qué es lo que quieres decirme? — completé la pregunta, entre pausas.
— Como te dije, hemos pasado por mucho. Altas, bajas, secretos y mentiras. Días buenos y días malos, pero siempre juntos — me acerqué a Ada confundido — Durante toda mi vida había sido engañada que si no me casaba con el primer amor, no sería feliz.
La miré con tristeza y tomé sus manos.
— Ada, yo...
— Déjame terminar. — me interrumpió y continuó hablando — Conocí a Rüzgar, llegué a pensar que él era mi primer amor, hasta que entendí que el primer amor no es la primera persona por la que sientes atracción, sino la que está para ti en los momentos difíciles.
— No es necesario hablar del pasado, Ada. Yo te perdoné hace mucho tiempo.
— El pasado es lo que nos hace ser lo que somos hoy. Te conocí a ti gracias a él, y es lo único que puedo agradecerle. Hace años fuiste la persona correcta en el momento equivocado, pero ahora eres la persona correcta en el momento correcto.
Sonrió de lado y bajó la mirada. Sus ojos se cristalizaron, al igual que los míos. No entendía lo que quería decir, pero cada vez el miedo a que se repitiera la historia aumentaba.
— Te amo, Bora. Nunca pensé encontrar a alguien que me quisiera tan bien como tú lo haces. Contigo, el juego del destino pasa a un segundo plano y quiero vivir un felices para siempre a tu lado...
—¿Qué..
—¿Bora Doğrusöz, aceptarías a esta loca desquiciada y maniática que está enamorada de ti como tú esposa? — preguntó Ada, mientras abría una caja pequeña y dejando ver un anillo de compromiso.
Mi corazón se calmó, sonreí y asentí.
—¡Es sorprendente! ¡No lo puedo creer!
Me alejé de Ada, y ella me miraba confundida.
— es lo mismo que te iba a preguntar yo.
— Pero yo te gané, así que debes darme una respuesta. No me puedes dejar con la incertidumbre...
La besé, dejándola sin palabras. La besé como nunca la había besado, todo mi amor, el coraje que por años había guardado, estaban puestos para Ada.
Era gracioso como una persona podía hacerte sentir todo en un momento. Ada podía ponerme nervioso, hacerme enojar, desesperar y gritar de amor en un solo instante.
Me alejé de ella y sonreí.
—¿Eso es un sí? — preguntó, confundida
— Sí — reí
Sonrió. Tomó el anillo y lo puso en mi dedo, yo saqué la cajita con el anillo que era para ella y también lo coloqué en su dedo. Nos volvimos a besar, y todo lo qué pasó a nuestro alrededor, quedó en segundo plano.
Al final, no comimos lo que había preparado. Corrimos a la playa y comenzamos a jugar con las olas. De vez en cuando, le robaba besos a mi prometida, y ella jugaba con mi cabello mojado.
Era bastante noche, pero queríamos eternizar este momento.
— Siempre dicen que más vale prevenir, así que previne por si las dudas una casa de campaña — dije, mirando a Ada.
Ella sonrió y me aventó un poco de agua.
Era gracioso como hace poco más de 5 años, esta mujer y yo estábamos en diferentes partes, incluso culpándola por lo que había pasado. Pero después me di cuenta que ella era una víctima más de los juegos del destino, y yo igual.Me detuve un poco y la miré tiernamente, mientras ella jugaba con el agua. Sonreí al pensar que en muy poco tiempo estaríamos juntos para siempre y nadie podría separarnos nunca más.
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