MULTIVERSO O2: "¿Y si Draco quedaba en Gryffindor?" 1/?

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― ¡Black, Draco!

Todo el Gran Comedor se sumió en un silencio sepulcral. Acto seguido, muchos empezaron a señalarlo. Escuchó cómo Tracey ahogaba un grito, y la mirada de Theodore Nott se intensificó aún más.

Con nerviosismo, caminó hacia el taburete, y la profesora McGonagall le colocó el viejo sombrero. Inmediatamente, dejó de escuchar los susurros de sus compañeros.

―Interesante, un pequeño diosecillo. Hacía siglos que no veía uno. Muy interesante...

Draco, asustado, miró para todas partes en busca de la voz que parecía provenir de su oído, pero no encontraba a nadie. ¿De dónde salía? ¿Los demás la podían escuchar? Oh no, ahora todo el mundo se enteraría de su secreto... esperaba que la Niebla funcione en todos, porque si no debería deshacerse de ellos de otro modo...

Draco Betelgeuse Black, solo tú puedes oírme. Soy yo, el «sombrero seleccionador» me dicen algunos. He estado revisando tu cabecita...

―Eh, hola, señor Sombrero ―saludó Draco mentalmente―. ¿Puede enviarme a Slytherin? Muchas gracias.

Hm, eres muy amable, pero Slytherin no es la casa para ti. Veo mucha valentía en tus recuerdos, y se necesitan agallas especiales para hacer todo lo que has hecho tú... Creo que ya sé en dónde ponerte...

―Slytherin, Slytherin, Slytherin... ―repitió Draco incesantemente.

Veamos, hay mucha ambición dentro de ti, y tu defecto fatídico ciertamente se adecúa a esa casa... Además, eres muy astuto... Hm, qué difícil...

― ¡Entonces póngame ahí! ―rogó Draco―. Debo estar ahí, allí es donde fueron mi madre y mi tía Andrómeda.

Pero también veo mucho coraje dentro tuyo...prosiguió el sombrero, haciéndole caso omiso a las plegarias de Draco―. ¿Qué haremos con esta situación, pequeño diosecillo? Difícil, muy difícil...

―Erre es korrakas! Póngame en Slytherin o sufrirá las consecuencias ―bramó Draco dentro de su cabeza.

No te tengo miedo, Draco Betelgeuse Black. Ya he tomado mi decisión... Por tu insolencia, porque veo que con esa casa llegarás mucho más lejos que con cualquier otra, y por lo que hay en lo más profundo de tu corazón, te pondré en... ¡GRYFFINDOR!

Draco, al escuchar las palabras salir de la boca del sombrero (¿era esta su vida ahora? ¿sombreros insufribles que hablaban y le llevaban la contraria?), se puso completamente pálido, y pensó que se desmayaría en ese mismo momento. Lo cual, siendo honestos, tenía sentido. Draco no tenía ni una pizca de Gryffindor. Porque, a ver, se había enfrentado a un montón de monstruos él solito en el verano pasado, pero no porque fuese valiente, ¡sino porque a veces era un idiota impulsivo que no pensaba las cosas dos veces! Y... bueno, tal vez esa sea una cualidad de los Gryffindor, ¡pero eso no significaba nada!

No se levantó de su taburete frente a la Mesa Alta hasta que la profesora McGonagall le indicó que lo haga. Unos pocos aplausos resonaron por el Gran Comedor, probablemente de los hijos de nomajs que no sabían quién era. Los demás, simplemente se quedaron en silencio, hasta que nuevamente se reanudaron los murmullos, y Draco no pudo evitar abusar de su súper sentido de la audición. Ventajas (o desventajas, depende de cómo lo mires) de ser un semidiós.

― ¿Ese es Draco Malfoy? ¿No estaba muerto?

― ¿Ha quedado en Gryffindor? ¿Será diferente a su padre?

―Yo creo que nos está tendiendo una trampa.

Draco se encogió en su asiento y dejó de escuchar todo lo que decían de él. Apenas había llegado a la comunidad mágica y ya lo estaban tratando como si fuese el hijo de Lucius Malfoy, y no su propia persona. Se encontró deseando, por enésima vez, estar en Ilvermorny. Allí no lo reconocería nadie, y podría estar con su amiga, Lou Ellen. Sólo tenía que aguantar por un año. Un año y estaría en su soñado colegio de magia.

OUROBOROS: Into The Draco-VerseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora