A veces me siento monotamente perdido entre todo el caos de emociones que me rodea; y por más que busco con exasperación una salida, regreso nuevamente al principio del todo, dejándome aturdido, confunso.
Las memorias regresan a mi, una tras otra como el pasar de una cinta de vídeo, transcurren acordé al tiempo, de forma envolvente y difusa, cómo si cruzará el umbral de la realidad, o mejor dicho, de lo que yo mismo me había impuesto cómo real.
Esas memorias no parecen mías, y aunque efectivamente todo paso, no logro recordarlo como tal, o al menos con esa inquietante serenidad, la cual me hace sentir vivo y ansioso; es en ese momento en el que creo estar soñando, creando mediante mi subconsciente, fantasías de las cuales deseaba ser participe.
Y es que lo había sido, pero hace ya mucho tiempo, cuando la soledad aún se encontraba lejos de alcanzarme, de postrarse ante mí. Ahora solo lo atesoraba, y se hacía presente cada vez que la soledad comenzaba a devorar mi alma, en forma de recuerdos, a los cuales me aferraba en busca de consuelo.
