Capítulo 5

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Una vez más me encontraba en ese lugar, mirando fijamente la puerta y pensando en si debía o no seguir con ésta locura.

«No puedo escapar, pagaron por adelantado y tendré que aguantar»

Suspiré y entré, mis pulmones aún no se adaptaban al olor que desprendía aquél interior. Busqué a Tae para encontrarlo sirviendo tragos como siempre, aunque se notaba algo atareado y cansado.

—Tae, ya estoy aquí— saludé decaída.

—Mel, disculpa un segundo— llevó sus tragos y volvió— Cuéntame, qué te aflige— continuó su trabajo y sonreí.

—Para conocerme de poco, sabes mucho cuándo estoy decaída— tomé un poco de agua intentando calmar mi sed.

—No hay que conocerte de años atrás para adivinar el por qué de esa sonrisa decaída. Si es por lo de el otro día, tranquila, todo saldrá bien— posó su mano sobre mi cabeza acariciando ésta, se sentía cálida y acogedora.

—Gracias, necesito más de éstas— le entregué el frasco con sólo una píldora restante.

—Ya hablamos de ésto, no dependas de estas pastillas o temo que te vuelvas adicta— tomó el frasco y lo guardó.

—Lo sé— otro suspiro pesado escapó de mis labios.

—¿No te dieron otro frasco a parte de éste? Siempre lo hacen.

—Oh, sí. Tienes razón. Creo que lo guardé en casa, debería buscarlo al llegar— y la voz se escuchó.

—¡La siguiente es Mel, la gran estrella del Bar!— se oyó la voz de Ji Joon y mi corazón se detuvo.

—¿Qué mierda está haciendo Ji Joon?— me levanté de la silla rápidamente.

—¡Mel, te anunciaron y debes subir ya!— ésto no era divertido.

Quité mi suéter y corrí al escenario, una mirada le fue entregada a Ji Joon con mucho significado.

«Cuándo acabe el baile, te mataré»

Me sentía nerviosa, ¡No tomé la píldora!

Llamar la atención de Tae en estos momentos era inútil. Pues no me escuchaba al tener una música de un volumen exagerado y varios hombres pidiendo tragos.

Simplemente comencé a bailar, de seguro, cada uno de esos hombres notó mis nervios al moverme. Por suerte, no quito mi máscara hasta que no salgo del bar.

Pensé que todo iba bien, pero, hubo algo que me distrajo más de lo normal.

Había una mirada, una de tantas que me afligía. No dejaba de observarme, y lo más jodido es que no sabía quién era. Miraba disimuladamente al público intentado averiguar de quién se trataba, pero nada.

Para mí suerte, terminé y corrí a la barra.— ¡Tae, hay algo que no me gusta!— se dió vuelta para atenderme.

—¿Qué pasa? Tienes cara de haber visto un fantasma.

—Bueno, en realidad-

—¿Lo viste? ¡Sabía que no era el único!

—¿Ah, qué?— le miré extraña.

—¿Viste un fantasma cierto?— susurró.

—¡No tonto!

—Ustedes dos— escuché una voz ronca, giré sobre mis talones y le vi— ¿Por qué no están trabajando? Tú— me señaló— un cliente te busca, procura satisfacerlos a todos o el jefe se enfadará— miré el suelo apenada y nerviosa, ¿Quién será? ¿Un anciano?

Creía que sí, pero no. Una vez alcé mi cabeza y le ví mi cuerpo se estremeció por completo.

—¿Vamos?— extendió su brazo educadamente. Junto subía las escaleras, miraba a Tae, quién con una mirada me decía que todo saldría bien.

Una vez dentro de la habitación, se incorporó en la cama, y mientras yo seguía varada en la puerta sin saber qué hacer, sentía su mirada en mi espalda.

—¿Cuánto más vas a seguir fingiendo?— me congelé por completo— sentí el sonido del colchón, por lo que entendí que se había levantado. Sus pasos se acercaron despacio, pero precisos— No creo que ésta máscara logre ocultarte de alguien como yo— sentí su respiración y el tacto de sus manos— Basta ya, Mel, o debería decir... Jun Seo.

Mi respiración se detuvo y lentamente me di la vuelta notando la cercanía que había entre nuestros rostros. Ambas miradas no se apartaban, seguían firmes y estables.

—¿No vas a decir nada?— acorraló mi cuerpo contra la puerta y lentamente acercó su mano a mi rostro. Quitó la máscara de una dejándome indefensa.

Quería hacer algo, quería decirle que se detuviera, pero no, al parecer en realidad deseaba que alguien me reconociera al menos.

—Qué tienes que decir al respecto— lanzó la máscara sobre el mueble.

—¿Es en serio?— arqueó una ceja—¿Vas a preguntarme éso? En primer lugar, qué demonios haces tú aquí, NamJoon, se supone que habías dejado estas cosas. Al parecer me equivoqué.

—No estás en posición de hacer las preguntas Mel, quiero hasta el último detalle.

Se alejó sentándose en la cama.

—Tenemos tres horas, puedes comenzar cuando quieras— ¿Tres horas? ¿De dónde mierda saca tanto dinero para pagar a una puta stripper?

—NamJoon, no estoy segura de si-

—Mel— su mirada seria me penetró y dejé de respirar— no volveré a pedirlo, no soy tu enemigo, puedes confiar en mí.

—Bien, te contaré todo. Hace varias semanas la quimio de mamá dejó de funcionar y no tenía dinero para la operación. Me ofrecieron éste trabajo y la paga era buena, se supone que sólo tendría que bailar, nada de sexo. Pero el jefe salió de viaje y me quedé expuesta.

—¿Por qué no me pediste ayuda? Podría haberte prestado dinero.

—No quería llegar a éso, aún no estoy tan mal como para pedir limosna— rodé mis ojos.

—No se trata de pedir limosna, se trata de tu madre. Como mismo pudiste aceptar el trabajo podías pedirme ayuda.

Y tenía razón, toda la maldita razón. Sólo pensé en mí ego al no tener que recurrir a su ayuda, pero me estaba intentando ayudar desde el principio.

—Bien, supongo que entendiste todo— miró su reloj y lo quitó— Queda una hora— me miró— ¿Quieres ésta noche?

Sonreí y analicé. No me gustaba la idea de tener sexo en un lugar así, pero, basándome en mi largo tiempo sin relaciones, mi cuerpo pedía a gritos estar siendo penetrada no solo por su mirada.

—Mejor contigo que con un anciano, hace tiempo que no tengo sexo— nuestras miradas se encontraron pervertidas.

—¿Sabes que una hora no bastará para lo que te quiero hacer en realidad?— se levantó quitando su chaqueta colocándola sobre el mueble.

—Ya me imagino, supongo que has aprendido cosas nuevas, ¿no?— le provoqué.

—No sólo cosas nuevas— lentamente me empujó sobre la cama recostándome en ella— Agresivo o delicioso.

Me acerqué a su oído— Sorprendeme— susurré y decidí que caería en el mismo cielo luego de decir aquellas palabras.

—Prepara tu cuerpo, Mel, porque vas a sentir un placer inimaginable.

Fuck me or you leaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora