I. Buscando un sueño

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"Lectura lenta"

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Una bonita noche nevada en el territorio principal de Midland había llegado después de miles de días de guerra con un imperio a la vista.

La banda del Halcón se encontraba dividida, pero celebrando en el reino su victoria por la retoma de Doldrey después de tanto tiempo.

Los capitanes de la banda llegaron al castillo del Rey con las mejores ropas que les otorgó el sastre.

Griffith con una sonrisa calmada llegó en compañía de estos, pero se apartó un poco para tener tranquilidad mental ya que no quería que le atraparan las nobles que buscaban algo con él.

"Griffith!"

Cerró los ojos y se llamó tonto a si mismo por querer evitar lo inevitable, suspiró y dio una vuelta para ver a la multitud de damas que deseaban su mano.

"Lord Griffith míreme!".

"Griffith tienes una acompañante?".

"Que le parece arreglar un matrimonio?, ¡sería muy rico si se casa conmigo!".

Con una sonrisa cansada pero bien disimulada le dio su atención a cada dama, aunque claro, persuadiéndolas para que no notaran que las estaba rechazando.

También había unas cuantas damas yendo tras Casca, esta no sabía si querían algo con ella o si solo la querían usar para llegar al líder de los halcones, aun así, tenía un rubor en el rostro por las palabras que decían las chicas, si ya de por si no estaba acostumbrado a ser alagada por hombres mucho menos esperaba un coqueteo por parte de una mujer y más de una noble.

"Miss. ¿Casca, podríamos salir a tomar té?"

-Yo...ehhh-.

La morena estaba comenzando a tirar humo de lo roja que estaba, mientras Griffith solo reía de lo chistosa que era la escena para él.

"Lord Griffith"

Dejó de mirar a Casca y enfocó su vista en la joven dama que tenía en frente, se sorprendió por lo bien vestida que estaba la princesa.

Pareciera que llevará su vestido de novia, pero con detalles que delataban que no lo era. Era la primera vez que esta chica le sorprendía con algo, pero tampoco le pareció la gran cosa al Halcón.

"Princesa"

Extendió su mano invitando a la princesa a baile con él, esta reaccionó sonrojándose, pero sin perder la compostura aceptó poniendo su mano izquierda sobre la de Griffith.

Una hermosa melodía tocada por un arma comenzó la pista seguido de violines tocando de manera lenta pero cariñosa creando un ambiente fantástico de esos que solo verías en un mundo de fantasía.

Las damas se alejaron de la pareja decepcionadas por no obtener lo que querían con el joven capitán, pero poco les importó ya que fueron por otros nobles o capitanes que se encontraban en el lugar.

Una mujer rubia y muy hermosa se puso de pie en una plataforma que daba vista al centro donde estaba la pareja bailando, respiró hondo y canto de modo tierno junto a la orquesta.

Para Charlotte solo existían ella y Griffith en esos momentos, los dos bailando, siendo guiados por la voz de la mujer al lado de aquella fuente donde se enamoró de él, probablemente el único momento mágico que tendría con el antes de que todo se derrumbara por culpa de una persona enferma que miraba al duo con celos e ira.

El rey de Midland observaba el baile de ambos pensando que su hija estaba siendo seducida por la belleza de Griffith, aunque no estaba equivocado internamente el Halcón no sentía algún interés romántico por Charlotte, solo la veía como un escalón más para cumplir sus sueños.

Los demás capitanes presentes se la estaban pasando bien, incluso Casca tuvo que aceptar el baile con una noble que quería comprometerse con ella, la pobre estaba buscando con la mirada alguna excusa para irse de ahí, pero parecía que la suerte no la acompañaría en algo tan simple como esto.

Mientras un encuentro algo raro sucedía en el castillo del rey, en las barracas de los Halcones donde suelen dormir los capitanes, el máximo exponente de la banda miraba la noche con un poco de nostalgia y pesar sabiendo lo que haría a nada más salir el sol, desde la ventana sentado en su silla de madera miraba el horizonte que de modo tenue cambiaba sus colores de azul a morado indicando que pronto llegaría la mañana.

Vio en la mesa que separaba las camas su mensaje de despedida para los Halcones, y especialmente su compañera Casca por la cual había desarrollado sentimientos muy profundos pero que le recordaban a veces sus peores pesadillas vividas con Gambino. No deseaba ser egoísta, ni con los Halcones, ni con su equipo, ni con los capitanes, y mucho menos con Griffith, la persona que él consideraba un amigo a pesar de las palabras que le hicieron reflexionar sobre lo que quería para su vida ahora que el pelo azul estaba a pocos pasos de conseguir sus sueños. 

Contempló la imagen de Griffith molesto por esta decisión, pero no le importaba, sabía muy bien que después de su partida alguien más ocuparía el lugar vacío que dejaría en esta familia, al final el solo era una pieza que el pelo azul movía en el ajedrez de la guerra, y aunque no le molestara ni lo más mínimo las palabras de este le ayudaron a abrir los ojos.

Dejó su armadura y casco junto con algunos objetos que atesoraría en su mente por el resto de la vida pero que quería dejar como un lo lamento a sus amigos, cargó su espada y su costal que compró a una vendedora de Midland hace algunos días ya.

El canto de un pájaro anunció que ya era el momento de partir y comenzar esta nueva etapa en su vida, salió de las barracas cerrando la puerta a su espalda, en el camino vio a varios miembros de la banda borrachos aun bebiendo o durmiendo por ahí el éxito que habían obtenido, le sacó una sonrisa.

En el camino se encontró con Gastón, su compañero de lucha quien estaba casi cayendo por el sueño que tenía por beber toda la noche, Guts no lo dejó caer al suelo cargándolo para llevarlo con unos Halcones dormidos cerca de él.

-Nos veremos de nuevo Gastón-.

Salió de las grandes murallas que protegían la zona campesina de Midland siguiendo el camino de tierra que llevaba mucho más allá de las colinas y fronteras pero que estaban ocultas bajo la brillante capa de nieve que le daba ese detalle de belleza al reino en este invierno, antes de continuar miró por una última vez la cima del castillo donde se encontraban las habitaciones en las que a partir de hoy dormirían los Halcones de mayor rango, quizás ya algunos hayan notado su ausencia pero probablemente estén durmiendo durante todo el día.

A su lado pasó un carruaje que consiguió llamar su atención brevemente, sintió algo familiar pero ese sentimiento desapareció muy rápido.


Dos HalconesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora