Oscuro. Escenas que se mezclan. Siluetas que aparecen y desaparecen.
Una ciudad destruida por una situación inesperada.
Un grupo de nueve personas, nueve espadas, nueve sobrevivientes.
Un plan de defensa tras los tiempos felices.
Una barrera que se erige alrededor de una torre.
Una segunda barrera que protege todo el castillo.
Voces que se confunden.
"¿Crees que defiendes la causa correcta?"
"¡No podemos seguir de esta manera!"
"¡El muro de fuego ha caído!"
"¡El muro de hierba no...!"
"Decidí protegerlo de..."
"¡Debo volver con...!"
"No dejaré que..."
"¡No es verdad!"
"No te engañes"
"¡No te rindas!"
"Solo tú puedes..."
"Nadie podrá..."
"Nuestro castigo..."
"No hay manera de..."
"¡No me rendiré!"
"Tal vez sea..."
"¡Vamos a...!"Más voces confusas, más escenas felices y tristes, más risas y llantos y gritos y golpes y luchas y dolor y sangre y...
Sus manos con un arco y una flecha, la flecha con el amuleto protector atado en la punta, la punta dirigida al cielo, el cielo infinitamente azul como los ojos de Daichi, una plegaria que se pierde en un susurro:
"Salva a Nozomu"
Maki abrió los ojos de golpe, como si hubiera comprendido su misión en la vida.
En realidad, estaba confundida: no sabía exactamente en dónde estaba y ninguno de sus pensamientos tenía pies ni cabeza. Momentos antes perseguía a alguien por varias calles en su ciudad natal (¿hacia dónde iban?); luego siguió su carrera durante varios minutos en un lugar desolado, sin señales de vida cercana (¿cómo llegó ahí?); después intentó acercarse a una mujer provocativa de cabello castaño y ojos violetas para detenerla (¿detenerla por qué?); finalmente, lo último que recordaba era haber tomado un objeto largo que apareció de repente cerca de su mano derecha (¿qué era eso?, ¿estaba flotando?).
Y entonces abrió los ojos y se encontró recostada en una cama vieja dentro de una habitación austera de ladrillos. Sobresaltada, se sentó y observó todo detenidamente: al lado izquierdo, cerca de la cabecera de la cama, había una silla y una mesa pequeña con un vaso vacío, un candelabro con una vela consumida, y sus anteojos, los que se puso para ver los objetos que le parecían difusos: más allá, una puerta rústica de madera; en frente, a tres o cuatro metros, un viejo ropero empolvado; al lado derecho, una pequeña ventana por donde entraba la luz del sol de la mañana (¿cuánto tiempo durmió?). Mantuvo su vista fija en ese punto y se percató de la existencia de un jardín descuidado que se extendía hasta una torre blanca; pero no podía ver su entrada, ¿estaría del otro lado?
—Al fin despertaste —dijo una voz al lado izquierdo que sobresaltó a Maki, quien volvió el rostro hacia ese lado.
En la entrada de la habitación había aparecido una joven que, en pocas palabras, era azul: su cabello medio corto rizado, con un fleco un poco largo que caía por ambos lados de su cabeza; sus ojos grandes; su vestido y su poncho que cubrían su cuerpo como dos cascadas que descendían en sentidos opuestos; sus zapatillas de tacón bajo, casi nulo... todo era azul en distintos matices, incluyendo la piedra central en forma de gota de su gargantilla. Lo único que no combinaba con la azul presencia de aquella persona era la vasija de barro que tenía entre sus manos y que colocó sobre la mesa luego de servir agua en el vaso.
—Siento haberte asustado —prosiguió mientras se acomodaba en la silla—. ¿Cómo te sientes? ¿Necesitas descansar un poco más?
La chica de ojos verdes negó con un movimiento de cabeza. La mujer azul sonrió por un momento antes de seguir hablando.
—Mi nombre es Nanami, ¿tú cómo te llamas?
—Maki Hatori —respondió en voz baja, aún con un poco de desconfianza.
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La misión del rayo
FantasyParte 1 de El deseo de Nozomu. Daichi y Maki llegan a un mundo en ruinas, en donde ella deberá descubrir sus nuevas habilidades y enfrentarse a un enemigo desconocido para salvar a su amigo.