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Juliette Uley, recientemente más conocida por ser la hermana de Samuel Uley, el chico quileute que desapareció en el bosque por casi un mes y emergió como una persona totalmente distinta y luego canceló su compromiso con su novia de la secundaria.
Ahora se encontraba sentada frente a la puerta de la oficina del director rascando el esmalte de sus uñas mientras esperaba pacientemente que su padre saliera para poder irse a casa y probablemente, y con algo de suerte, no tener que ver a la gran mayoría de sus compañeros por unos días.
Suspiró con cansancio y levantó la mirada de sus uñas para dirigirla hacia la ventana frente a ella, rápidamente volvió a bajar la mirada al encontrarse con los ojos de su progenitor sobre ella.
No era una gran sorpresa que se encontrara aunque sea un poco molesto luego de ser citado por el pequeño problema con cierta antigua compañera en la cafetería. Pero al menos ella no lo había iniciado esta vez.
Si, definitivamente no podría defenderse ante Joshua diciendo eso. Debería encontrar algo con lo que convencerlo de no ponerle un castigo y debía hacerlo pronto.
—Creí que ya no volvería a verte por aquí —murmuró una voz masculina junto a ella.
Jules volteó a su derecha una vez la persona se sentó en la silla contigua.
—¿Qué te digo? Ya estaba extrañando pasar tiempo aquí sentada —dijo con diversión.
—Bueno, puedo apostar que tu padre no extrañaba estar sentado allí dentro —bromeó el moreno.
—Creo que estoy de acuerdo con eso —aceptó al ver la mueca de aburrimiento del adulto dentro de la oficina.
—¿Qué hiciste esta vez, Uley? —cuestiono con diversión.
—Oh, solo una tonta pelea.
—¿Tu tonta pelea termino con otra nariz rota?
—Tal vez —respondió fingiendo demencia.
El quileute a su lado se limitó a negar con la cabeza com una dimimuta sonrisa.
—Oh no intentes hacerte el moralista conmigo, Lahote —se quejó—. Ya estoy al tanto de tu pelea con Dylan.
El nombrado chasqueo la lengua mientras dirigía su mirada hacia otra dirección lejos de la morena y su sonrisa.
—Okey, tu ganas esta Julie —aceptó rendido.
Antes de que la joven Uley comenzará a regodearse en su victoria la puerta frente a ellos se abrió dejando ver al ayudante del sheriff salir con cara de pocos amigos.
—Suerte —susurró Paul con una pizca de diversión en su tono.
—Creo que necesitaré mucha —dijo en el mismo tono.
—Juliette, vamonos —dijo con seriedad.
—Adiós —se despidió mientras se ponía de pie para comenzar a caminar tras su padre.
