Monogamia

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Narra Temari


Comimos los perros calientes, los tacos y nos quedamos mirando las pocas estrellas que habían en el cielo al igual que las demás personas.

Yo me sentía cómoda recostada en su hombro.

Él también tenía su cabeza sobre la mía.

Los dos estábamos en completo silencio pero sabía que en cualquier momento se rompería el encanto porque corría viento y ya era tarde.

— ¿Quieres comer algo más? —preguntó— ¿Quieres jugar o subir a otro juego?

Suspiré

— ¿Quiero un helado?

Levantó su cabeza y me miró, yo también levanté mi cabeza y lo miré

— ¿Con este frío?

— Ya sabes que en invierno es dónde más helado como

— Porque eres una marciana

— No seas idiota —lo empujé y él sonrió— quiero un cono grande con bastante chocolate y chantillí con fresas

— Y una botella agua —hizo un gesto— desde ahora vas a tomar bastante agua.

— Lo que quieras pero invítame un helado

Intenté levantarme pero tomó mi mano.

— ¿Lo que quiera? —su pregunta me escarapeló el cuerpo pero asentí— ¿Quiero un beso?

¿De verdad quiere eso? ¿Un beso?

Volví acomodarme a su lado

— Se supone que soy tu novia ¿No pretenderás pedirme permiso para darme un beso? ¿Oh si?

El negó con la cabeza

— No soy nada santo muñeca y lo sabes —asentí— pero en honor a la verdad me siento raro

— ¿Raro cómo?

— Ahora eres mi novia oficial y mientras mirábamos el mar en mi cabeza pensaba que debía presentarte con mis amigos, y contárselo a mis padres quienes te adoran —asentí— ya escucho a mamá ¡Al fin! ¡Dios me hizo el milagro! —no podía dejar de reír— si vamos a empezar algo quiero que hablemos sobre mi pasado

— Yo no quiero saber sobre eso.

— No hay nada que no conozcas de mi

— Lo sé, ¿entonces porqué quieres hablar de eso?

— Porque yo de verdad quiero tenerte a mi lado.

— Yo siempre he estado a tu lado

— Pero no de la forma en la que quería... antes estabas como amiga y ahora estarás como mi novia y en algún momento como mi mujer

Su mirada y su expresión fue tan seria que me hizo sentir escalofríos

— ¿Qué te preocupa?

— Que vaya pasar lo de aquella vez, que salgas corriendo y termines conmigo —nos miramos— tengo una mochila pesada llena de mujeres con las que no jugué porque siempre fui honesto con ellas pero de alguna manera varias resultaron heridas

— Cómo la que me sugirió no estar contigo en el restaurante

Asintió

— Ese día fue la primera vez que me pasó algo así y le pido a Dios sea la única pero sino es así —tomó mis manos— no quiero que salgas corriendo, yo sólo vivía el momento ocultando mis sentimientos y no es una justificación inmadura pero esa la verdad.

Amor a primera vistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora