Mis momentos favoritos

A quien deseo

Dedicada a @Sanmy_Canela
(No me deja etiquetar)
Advertencias: AU, triángulo amoroso.

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Hacía poco que la pareja se había mudado a una nueva casa, habían pasado un largo tiempo buscando la casa ideal, esa donde pudieran cuidar a sus hijos. En sus planes estaba adoptar siete niños, les gustaba una familia grande, y tenían los recursos suficientes.

La casa a la que se mudaron era una de las más grandes del vecindario, una casa de dos pisos con un total de 11 habitaciones, todas con baño propio, además de úsala de juegos, sala de estar, un comedor para las fiestas y uno más pequeño para la familia, una cocina lo suficientemente grande como para que pudieran comer con los siete niños que planeaban adoptar. Tenían un jardín trasero con una alberca en este. Era la casa que habían soñado durante años. O al menos para el rubio.

Si bien era cierto que eran un matrimonio "nuevo", puesto que llevaban un año de matrimonio. Steve estaba completamente enamorado de su Tony. Por otro lado, a Tony le gustaba mantener contento a su esposo porque eso significaba más sesiones de sexo, y sin mentir, su esposo era sumamente atractivo de cuerpo y cara, lo que le hacía desearlo. La casa había tenido un precio elevado, y Tony tenía el derecho de cobrarse con el cuerpo del rubio, esa era su recompensa por mantenerlo feliz. Mientras que Steve sentía que ganaba doble, porque compartía su vida con la persona que más amaba, y además era insaciable en la cama, todos los días hacían el amor.

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–Tony...– el rubio intentó llamar la atención de su esposo, quien solo respondió con un quejido. Entendió que estaba cansado después de una noche de hacer el amor. –¿tu me amas?– preguntó volteando a ver al castaño que estaba a su lado en la cama.

–...– ninguna respuesta, solo la mirada café clavándose en él con una expresión de... ¿molestia? –¿Cómo se te ocurre preguntar esa clase de idioteces? ¿Qué no es obvio después de lo que hemos hecho? Mejor ya duérmete. – sin esperar respuesta, apagó las luces y le dio la espalda. Dejando a un ojiazul con las lágrimas a punto de salirse.

–Tienes razón, es una tontería– comentó después de un rato en un susurro, antes de acostarse a dormir. Su corazón se sentía oprimido y finalmente las lágrimas comenzaron a ceder en silencio. En su cabeza se repetía que su Tony no lo amara, no haría esas cosas con él.

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La mudanza estaba casi lista, Pepper, la mejor amiga de Tony había hecho todos los arreglos. Aunque a él le hubiese gustado hacerlo personalmente, pero ella insistió en ayudar al menos con ello. Todos iban y venían para cargar, descargar, desempacar y acomodar. Para ser honestos, nunca pensó que terminarían todo en un solo día, y todos se fueron dejando a los esposos solos en su nuevo hogar.

Estaban tirados en el suelo cuando el timbre sonó, ninguno de los dos quería hacerlo, así que decidieron hacerlo los dos.

–Mucho gusto, soy su vecino de enfrente, Stephen Strange. – se presentó con elegancia a la pareja para luego extenderles un recipiente con un postre de frambuesa en el interior que hizo que al rubio se le hiciera agua la boca. –Vine a presentarme ya que son nuevos en el vecindario. Y ellos son mis hijos.– señaló a unos niños que se encontraban detrás de él, asomando su cabeza desde detrás de las piernas de su padre con curiosidad. –Wanda, la mayor, y los gemelos Pietro y Peter. Saluden.– Los niños obedecieron y lo hicieron con cierta gracia y elegancia que a Steve se le hizo una escena muy tierna.