Capítulo 8 ✔️

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¿Es posible que las personas que estaban en este auto fueran los padres de Chloe?

No hay rastro de cadáveres por aquí. ¿Cómo desaparecieron? ¿Acaso esto fue un...homicidio?


-Deberíamos avisar a la policía, Everly-sugirió Mark. Su tono era serio, su vista fija en el escenario frente a nosotros.

-No, Mark. Si le avisamos a la policía tendríamos que contarle absolutamente todo y entonces se llevarían a Chloe.

-Es cierto, ¿Qué haremos con esta información? No creo que tengamos tiempo de averiguar qué pasó aquí exactamente.

Eso era cierto. Cada segundo era valioso. No sabíamos cuando pasaría a otra fase de la mutación. No sabíamos cuánto tiempo pasaría para que llegara a la última. Debíamos ser rápidos.

- Averigüemos sobre la piedra.-mi amigo asintió con decisión.

-Mark-llamé si atención una vez que regresábamos a casa. El rubio esperaba que la información sobre la piedra roja estuviera en internet. Por otro lado, yo creía que si la piedra era tan importante esa información no estaría por ahí navegando en la web. Sin embargo, otras cosa ocupaba mi mente : Chloe.

Estaba con el tal Aaden y sí, si la dejé con él fue porque no tenía a quien más acudir, pero ahora estaba involucrado en esto de cierto modo ¿No?

-¿Sí?-respondió Mark.

-¿Crees que esté bien?-sabía a qué me refería.

-Sí. Aaden es... buena persona.-fruncí el ceño ante su respuesta.

-Me dijiste que no lo conocías.

-Sólo es un pensamiento que tengo de él. No significa que lo conozca.-Claro.

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Después de preguntarle al asiático dónde se encontraban me dirigí al lugar indicado. Mark se quedó conversando por teléfono con mi madre.

Mark le cae mejor que yo. Normal.

Me encontraba en una biblioteca esperando a Aaden. El lugar era gigante. Las paredes estaban cubiertas de arriba a abajo con estanterías llenas de libros. No había nadie más aparte de mi allí, nisiquiera había un encargado. Observaba los libros de una estantería a mi izquierda cuando alguien me llamó.

-¡Everly!-Chloe venía corriendo hacía mi hasta abrazarme por la cintura. No sabía cómo reaccionar a tal acción por parte de la niña. Sólo le dí unas palmaditas en la cabeza.

Ok, esto era incómodo.

Ví un atisbo de una sonrisa en Aaden, pero lo fulminé con la mirada y carraspeó la garganta.

-Eso ha sido rápido.-dijo. Y no me dió tiempo a reaccionar porque las luces comenzaron a parpadear y Chloe dió un par de pasos hacia atrás con las manos en su cabeza.

Oh no.

El lugar se sumió en oscuridad y el Sol que entraba por el gran ventanal de cristal ya no estaba. El cielo se había nublado y parecía que caería una tormenta. Escuché a Aaden preguntando qué demonios pasaba y yo sólo podía pensar en lo que estaba pasando.

Las luces regresaron y el cielo se despejó nuevamente. Ahora con iluminación podía apreciar frente a mí a una adolescente de pelo rubio y ojos claros. El vestido que traía apenas le llegaba a mitad de muslo.

No podía describir el rostro de Aaden. Estaba sorprendido, alucinado, flipando y todos los sinónimos que eso pueda tener.

-¿Qué acaba de pasar y dónde está la niña?-fue lo único que pudo decir.

-Yo soy la niña-habló Chloe, tímida. La mirada de Aaden pasó de la rubia a mí y así alternando entre las dos.

-Sólo dime en qué me he metido.-dijo después de mirarnos por unos segundos que parecieron eternos.

-Te explicaré todo.-di un gran suspiro. Me senté en una silla junto a la mesa donde estaban una pila de libros, los quité del medio y comencé a contar. Esperaba que me tachara de loca, aunque con lo que vio no era muy probable.

Para cuando terminé Mark ya había llegado e intentaba aclararle al pelinegro lo que yo no podía o dejaba a medias. No se me escaparon las miradas fulminantes que se lanzaban el uno al otro.

Voy al Maaden.

Ok, no.

-He oído hablar mucho sobre esa roca-dijo después de escuchar todo.-Podría ayudar a buscarla.

-No es necesaria tu ayuda, nos basta con tu silencio.-se apresuró a espetar Mark. ¿Por qué la mala forma? Algo pasaba aquí.

Eso ya te lo olías, Everly.

-Mark-le regañé-No seas así, sólo quiere ayudarnos. Cualquier ayuda es necesaria ahora.-le eché un vistazo a Chloe que se había quedado dormida con sus manos tendidas sobre la mesa. Mark suspiró, pero no quitó su mala cara. Aaden asintió con una sonrisa plasmada en su rostro, como si hubiera ganado una victoria.-Deberíamos irnos -anuncié.

-Puedo llevarlos si gustan.

-No, gracias-bufó Mark. Blanqueé los ojos.

-Claro que sí-accedí al mismo tiempo que Mark había respondido. Aaden me miró y sus ojos conectaron con los míos. Desvié la mirada, nerviosa.

Desperté con cuidado a Chloe y salimos. Mark se quedó atrás con el pelinegro. Me detuve para escuchar lo que decían y la rubia subió al auto.

-¿Qué quieres, Hills?-acusó mi mejor amigo.

-¿Por qué he de querer algo, Williams?-respondió el otro chico.

-Te conozco, niño bonito. Aléjate de ella.-cuando escuché que ya se acercaban subí al auto.

Después de hablar con mamá una vez que llegué a casa, me dispuse a averiguar sobre la perla roja siguiendo el no tan estúpido consejo de Mark sobre el internet.

A ver qué nos depara el Google.



















Mi Tiempo ContigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora