6. Trabajo de campo

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El lugar dónde estaban entrando parecía estar más muerto que alguno de los enemigos contra los que habían luchado en su vida. El hecho de que fuera de noche en ese lugar del puerto clausurado no ayudaba a ver por dónde andaban, pero sí a entrar en completo sigilo.

Einar encendió la linterna cuando Val le aseguró que no había ningún latido preocupante por la zona. Era imposible no esperar que en un lugar tan abandonado como ese no hubiesen toda especie de bichos amantes de la oscuridad y del mal estado en el que se encontraba ese edificio.

Avanzaron en sigilo, escuchando y viendo las ruinas que marcaban el camino hasta una puerta tapiada. El pelirrojo intentó mover las tablas, las cuales parecían un poco sueltas, pero estas no cedieron. Miró a la chica, concediéndole en honor de actuar.

—Haz lo tuyo.

Val se acercó a la puerta, sacando de su mochilla un martillo. Einar se cruzó de brazos, apoyándose en el marco con cuidado de no clavarse ningún clavo suelto.

—Literalmente puedes destrozar las maderas con el dedo meñique y decides llevarte herramientas. Cada día flipo más contigo —soltó una pequeña carcajada, para después ayudarla con las tablas.

—Si tantas ganas tienes de usar poderes, ¿por qué no te transformas tú en un martillo o una maza?

—No tengo ganas de que me cojas. Espera, eras medio latina, ¿no? ¿Colombiana? Es que lo he olvidado... No lo malinterpretes, por favor.

—Einar, céntrate.

El pelirrojo sacó la última tabla y levantó el cordón de la policía a la altura perfecta para la que la pelinegra pasara sin problemas.

—Sabes, tenías razón con que deberías hacer esto con otras personas. Literalmente juegas en cualquier posición y yo acabo aburriéndome solo por si acaso eres incapaz de parar a cualquier enemigo. Cuando volvamos, ¿hablamos con Nata sobre qué queremos el divorcio?

—Nunca habría aceptado casarme contigo, pero vale —Val encendió una linterna frontal y se la puso en la cabeza, juntamente con unas gafas de seguridad y un par de guantes, mientras hacía una primera inspección superficial.

—Yo tampoco me habría casado contigo, que conste. Eres un muermo. Siempre pensando más de lo que toca. A veces hace falta un poco de acción, chiquita.

—¿Por qué todo esto está tan destrozado? —preguntó la chica, ignorando el comentario de su compañero.

Einar miró a su alrededor, acercándose a una pared completamente destozada.

Todo estaba en ruinas y lleno de escombros. Incluso de la mancha de sangre que había en medio de la sala parecía ser gris de todo el polvo del cemento caído en este.

Val dejó la mochila en el suelo, sacando bolsas e hisopos para recoger muestras. Einar, en cambio, miró por encima lo que hacía. Supo que, aunque no usara los poderes si no era estrictamente necesario, en ese momento los estaba usando. No solo para obtener un análisis rápido de todo lo que recogía, sino también para encontrar alguna prueba más, como un par de pelos, o lo que parecía un trozo de hueso oscuro. Simplemente indetectable en un lugar como ese.

Levantó la vista y siguió examinando a su alrededor. Había un rastro de sangre que llevaba hasta una pared con un único agujero, tapado por una piedra bien encajada. 

Cuando enfocó con la linterna hacia allí, notó un soplido caliente en su nuca, erizando cada pelo de su piel. Sin embargo, no tuvo tiempo a girarse.

—Boo...

—¡Aaaaaah!

El salto que pegó Einar casi hace que la estructura dañada de la pared terminase de romperse. La chica se arrepintió inmediatamente de haberlo asustado al ver cómo, en el momento en el que el hombre endureció su cuerpo, se tiró hacia atrás, chocando contra la pared, ampliando el radio del agujero.

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⏰ Última actualización: Jul 04, 2022 ⏰

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La alquimista que le hablaba a la luna -Fanfic Adomsona Arco 2 de ADOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora