5. Háblalo con Nata

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El sol iluminaba con los primeros rayos del día el camino de vuelta a las instalaciones de Umbra, pero a pesar de la sensación agradable de notal el calor y el despertar de las plantas que la rodeaban, Gabby no podía quitarse dos cosas de la cabeza: Morfeo y Dahlia.

Le habían dicho que dormir en su cuarto con la presencia de ese ser no identificado no era la mejor opción, y sabía que debía ir a su antigua casa, había algo allí que la llamaba, aunque fuera a ser doloroso; por eso la mejor opción para pasar la mañana recuperando horas de sueño era ir donde Sebas.

Sin darse cuenta, había pasado ya por la entrada norte y sus pies la estaban llevando al pasillo de los dormitorios. Habría llegado al destino de forma totalmente automática si no fuera por la mirada verde azulada que notaba clavaba en ella no muy lejos de donde estaba.

—Gab —saludó con la cabeza la chica cuando estaban a punto de cruzarse.

—Val.

Cuando se perdieron de vista la una a la otra, Gabby miró las puertas, buscando el número de habitación del chico, sin embargo, no pudo evitar girarse hacia Val.

—¿Qué haces tú por aquí? Tu habitación está muy lejos de aquí y no sueles quedarte a dormir en Umbra.

—¿Ahora estás interesada por mí? —preguntó con su cara de póker habitual antes de cambiar a una sonrisa de medio lado—. Eso es información confidencial aunque volvamos a estar en el mismo bando.

—Veo que las notícias vuelan...

—Como debería volar yo, tengo prisa. Qué duermas bien.

Val se despidió con la mano a la vez que seguía su camino.

—¡Ciao! —vaciló Gabby dando media vuelta.

—¿Dónde quedó el bella?

—En la cama del motel.

Con el silencio que recorría los pasillos, Gabby pudo escuchar una risa como punto final de esa conversación sin sentido. Aunque sí había sacado una información interesante: Val sabía que ella volvía a ser una chica de Nata, así que podía suponer que si iba tan veloz a alguna parte, debía ser porque tenía una misión con Nata.

Cuando la puerta del ascensor de abrió en la planta 14, la chica vio lejos en el pasillo una melena pelirroja esperando delante de su despacho. Se acercó allí, con las llaves en mano, y abrió la puerta sin mirarlo.

—Hola a ti también, Val.

El despacho de la pelinegra parecía no haber sido usado nunca de lo ordenado que estaba. Apenas tenía algún toque personal como una figura en la estantería de atrás o un juguete en la mesa. Parecía que le hubiesen dado las llaves el día anterior. 

Dejó las carpetas que llevaba en la mano encima de la mesa completamente ordenada, ignorando lo que le había dicho el chico. El pelirrojo entró, pillando el cubo de rubik hecho. No fue hasta que se sentó, poniendo los pies encima de la mesa, y lo desordenó que no vio que era un cubo con elementos de la tabla periódica.

—¿No crees que tu obsesión por la química empieza a pasarte factura?

La chica levantó la mirada y le quitó el cubo de las manos, resolviéndolo para dejarlo ordenado en menos de ocho segundos.

—Cada día me recuerdas más a Nata.

—Oh, vaya, has descubierto que soy un clon malvado de Natalie. Ahora tendré que destruirte —el chico acercó la mano de nuevo al cubo, notando un dolor agudo en esta cuando Val bajó la vista para seguir la trayectoria—. Einar, ¿podemos centrarnos en lo que nos toca hacer?

—¿Y qué nos toca hacer, líder de misión?

—Pensaba que Nata te había informado.

—¿A ti tampoco te ha informado?

Los dos se miraron fijamente, antes de que Val, con la misma agilidad con la que había completado el cubo, abrió la carpeta y leyó en diagonal hasta encontrar el objetivo de la misión.

—Dime que no es otro...

—Trabajo de campo.

—Cuántas veces le tengo que decir a esa mujer que militar es todo lo contrario a hacer trabajo de campo. Y es que encima soy el jefe del departamento. Yo que pensaba que le caía bien...

—Yo estoy harta de que siempre me toque ir o con papá o con mamá

—¿Has ido de misión con tu madre? Uf... no quería estar en tu situación.

—Con mi madre no, con Nata. Por una vez me gustaría dejar de ser tanto un secreto e irme con más gente, más prodigios. Ya no soy la nueva, Einar. Hago las cosas bien, con cabeza, y ahora que ya no está Mita me explotan a mí en la enfermería.

—Háblalo con Nata —propuso con una sonrisa sarcástica a la vez que terminaba de desordenar de todo el cubo.

La chica rodeó la mesa, carpeta en mano, apartó los pies del hombre y se sentó en el canto, inclinándose hacia él.

—Einar —él contestó con un sí con la boca cerrada, mirándola de nuevo, aunque tuvo que subir la vista, ya que no había visto cómo se había movido—. El grupo de chicas prodigio que entró de golpe, ellas también son un caso importante para Umbra, y son más peligrosas que yo.

—Valentina, tu poder es un peligro para todos los que te rodean, incluso para ti misma. Eres un Big Bang en miniatura y a la vez puedes ser la cura para toda la humanidad.

—¿Somos humanos?

—No empecemos con tus dudas científicas, que suficiente tendré que aguantarte esta noche haciendo tu trabajo.

Val volvió a abrir la carpeta revisando toda la información importante para la misión, como el lugar dónde tenían que ir y lo que buscaban. Le entregó la otra carpeta al pelirrojo, obligándolo a dejar el cubo.

 —Además, ¿de qué te quejas? ¿Este no era tu trabajo?

—Sí, pero con otros compañeros. Verte la cara ya me aburre, y amenazarte con destruirte también.

—Pues sigues haciéndolo.

—Porque ver como tus pulsaciones se aceleran me sigue pareciendo divertido —lo miró con su cara de póker, intentando asomar una media sonrisa.

—Agradezco a quién sea el hecho de que estés aquí y no como torturadora de Kosmos.

—Anda, ve a por el coche que yo tengo que ir a buscar las cosas y a por el tercer componente de esta misión.

La cara del pelirrojo cambió en un segundo, abriendo los ojos  para después cerrarlos con fuerza a la vez que negaba con la cabeza.

—No... Remy no...

—Háblalo con Nata. Es ella quién lo ha pedido.

La chica volvió a su asiento, buscando entre los cajones sin ver como Einar se levantaba , pesado como el metal, y se iba despacio del despacho.

Cuando sintió que este había salido de la sala, agarró el cubo y lo resolvió.

—¡Lo sabía! —asustó Einar a Val volviendo a su despacho—Tienes un serio problema con el orden.

—Por lo menos mi despacho no es una pocilga llena de tuercas y trozos de metal, como envases de comida.

Volvió a colocar el cubo en la mesa, completamente resuelto, y salió del despacho con lo que necesitaba de allí, negando con la cabeza divertida al ver a Einar despedirse en el ascensor.

—La confianza da asco.



La alquimista que le hablaba a la luna -Fanfic Adomsona Arco 2 de ADOMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora