Castiel
La noche fue muy larga. No pude sacar de mi cabeza las acciones del pelirrojo; ese hechizo me tomó desprevenido pero, creo que actué de la forma más sensata posible.
El amanecer me sorprendió en el balcón de mi habitación. Los rayos de sol que comenzaron a salir a las 6:00 de la mañana le decían adiós a la oscuridad. Sería una perdida de tiempo que durmiera un rato, además, Dominick me esperaría para caminar a la universidad. «¿Qué es lo que estudia el rojito?» ayer me dijo que había estudiado lo mismo que hace unas décadas -al igual que yo- pero nunca mencionó la carrera. Debería preguntarle más tarde.
La detención del día de hoy será en la biblioteca, nos retendrán una hora en silencio -quizá haremos algún reporte- y nos dejarán ir, suena estúpido, parecen castigos de niño pequeño.
Decidí que era momento de tomar una ducha. Tenía tiempo de sobra, por lo cual, no me molesté en apresurarme y la disfruté. Había cosas que amaba tanto de estar en el mundo humano las cuales me hacían desear con todas mis fuerzas que la tregua se lograra y poder vivir un tiempo en paz.
Los minutos pasaron con rapidez, cuando me di cuenta me encontraba poniéndome una playera roja con estampado de un personaje de caricatura. Pasé mis dedos entre el cabello para hacerlo hacía atrás, desodorante, colonia, zapatos y ya estaba listo. Es divertido cuantas cosas se tienen que usar al momento de fingir ser humano. Me miré al espejo, tenia unas ojeras realmente marcadas bajo mis ojos y el cansancio comenzaba a cobrar factura tras una noche en vela. Tenía que hablar con Reedeck, anoche no había dicho nada pues temía que el efecto del hechizo siguiera haciendo efecto.
"-¿Padre? He hablado más con el enviado de Behemot, no parece tener malas intensiones. La verdad, es que ayer tuvimos una conversación muy tranquila y amena." dije esperando su respuesta.
"-De cualquier manera -me respondió-. No muestres mucha confianza aún, sabes perfectamente que los rojos no hacen las cosas sin buscar un beneficio. No sabes si realmente pasó el tiempo contigo por creer en la tregua o por ordenes. Se cuidadoso, hijo." Eso ultimo me hizo cuestionar las acciones de la noche anterior por parte del rojito.
"-Está bien, padre. Tendré cuidado ante todo." Ya no hubo respuesta.
Opté por salir a sentarme en las escaleras a la entrada del edificio. Lo fresco de la mañana me ayudaría a reflexionar más toda la situación ¿Y si mi padre tiene razón? ¿Dominick me habrá hechizado para poder obtener algo de mi o fue simple desconfianza? Las dudas y preguntas rebotaron en mi cabeza como pelotas hasta que un toque en mi frente me hizo alzar la mirada.
-Buenos días -dijo el pelirrojo con un tono burlón-. Creo que alguien no pudo dormir, la verdad me disculpo si fue a causa del hechizo.
Pude notar un poco de nerviosismo en sus palabras, lo miré a los ojos fijamente antes de hablar. -No te preocupes, la verdad es que sí dormí, el problema es que me desperté muy pronto. Y dudo que haya sido por eso.
-Bueno... de igual manera, disculpa -dijo y desvió la mirada para observar sus tenis-. ¿Nos vamos?
-Sí -respondí y él me tendió la mano para ayudarme a ponerme de pie, miré su mano un poco dudoso pero acepté-. ¿Sabes lo aburrida que será la detención del día de hoy?
Cuestioné mientras recogía mi mochila del suelo y la colocaba en mis hombros para comenzar a caminar.
-¿Por qué?
-Bueno, el día de hoy nos harán estar en la biblioteca durante una hora, en silencio. Posiblemente nos hagan leer algo y hacer un reporte de ello.
Frunció el ceño y miró al frente por unos segundos hasta que una sonrisa burlona se hizo presente en sus labios. -Te harán estar una hora en la biblioteca, en silencio. Porque yo pretendo hechizar al maestro para hacerle creer que estuve ahí. No pienso perder una hora de mi vida por una estupidez, te sugiero que hagas lo mismo.
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La guerra de los infiernos
FantasyEl infierno se divide en dos bandos: aquellos dedicados al mal que, a la vez, tienen un lado bondadoso; por otro lado, se encuentran los que solo se interesan en llevar caos y destrucción a donde sea que pisen. Esta es su historia, dos jóvenes demo...