Dominick
-Castiel, deberías estar durmiendo en el piso ya que por tu culpa estamos en esta situación -dije mientras sentía la espalda del ya mencionado chocar con la mía.
-¡Oh, vamos! Esto es como estar de pequeños con un hermano o hermana. Además, nos estamos dando la espalda, no hay nada de malo en esto -dijo de forma despreocupada, casi hasta pude ver esa sonrisita burlona en su rostro.
-Claro, a veces olvido las cosas que hice hace más de doscientos cincuenta años -dije con una naturalidad fingida.
-Cierto, olvido que hablo con un anciano de doscientos setenta y siete años -dio una carcajada al finalizar pero, se detuvo abruptamente-. Se que eres de Alemania, se que tuviste una hermana y que tu padre te vendió por riquezas. Creo que es justo que sepas mi biografía completa, solo pido que después me cuentes los huecos que hay en tu historia ¿Te parece?
Conocer todo de él sería de gran ayuda, no sé nada aparte de lo que aparece en su expediente. -Me parece bien, comienza tú por favor.
Sentí cómo se volteaba para quedar mirando el techo.
-Nací en Moscú un 24 de diciembre, en aquel momento no recuerdo cómo llamaban el lugar. Era 1540, tenía una linda familia -adinerada para la época-, estaba por terminar una guerra cuando yo era pequeño, según recuerdo.
»El vivir con lujos te hace arrogante y mi naturaleza de mitad demonio no ayudaba mucho. Cuando yo tenía diecinueve años fuí asesinado tras salir de una taberna demasiado tarde, todo por una estúpida pelea con mi familia; mi... padre -hizo comillas con los dedos- tenía conflictos, así que se lo cobraron conmigo. Morí, sentí la muerte y cómo todo se iba pero desperté en un lugar, un enorme castillo con todos sus alrededores oscuros, ahí me recibió Reedeck y me contó todo.
»Mis padres habían hecho un trato con él para conseguir la posición social que tenían, el pago que pidió Reedeck fuí yo, resulta que un hijo mitad humano es bueno para sus tratos aquí. Con el tiempo y mucho entrenamiento me reveló que no era mitad humano, fui un experimento de él -soltó una risa careciente de humor. Para este momento yo me encontraba sentado viéndolo mientras él contaba su historia-. A pesar de serlo él se preocupa por mi, las veces que me han herido gravemente él me cuida, mató a un ángel por haberme dañado. Mis hermanos... medios hermanos, lo que sean, no son muy apegados a él, son unos guerreros formidables y grandes hechiceros, pero ellos prefieren tener sus asuntos y trabajos fuera del infierno, por eso les envidio.
Me miró a los ojos y concluyó. -Soy el consentido, según dicen ellos, entonces me tengo que hacer cargo de los asuntos de mi padre.
Asentí con la cabeza en señal de entendimiento, miré hacía la ventana que filtraba la luz artificial de las calles.
-Al menos tú tienes alguien que te vea más allá de un simple guerrero, general o lo que seas. Tienes a alguien que se preocupa por ti.
-Soy uno de los siete generales al igual que tú -reí ante el comentario, era cierto.
-Sí, pero también eres un hijo. Yo solo soy alguien que tuvo que pagar un precio muy alto por la avaricia de quien se suponía era mi familia. Ellos vivieron con buena salud y prosperidad, pero lo más difícil de todo fue no poder compartirlo con ellos. Y ese es el hueco en mi historia de vida, claro, no olvidaré las fechas, nací el 13 de abril de 1741 en un pueblo al norte de Alemania.
-Lo siento, debió ser difícil ver cómo tu familia seguía y envejecía mientras tu estabas lejos -dijo mientras lo veía cerrar los ojos.
-Lo más difícil era la soledad, el no poder abrazarlos una vez más -él no respondió nada y yo solo me limité a ver las cortinas moverse.
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La guerra de los infiernos
FantasyEl infierno se divide en dos bandos: aquellos dedicados al mal que, a la vez, tienen un lado bondadoso; por otro lado, se encuentran los que solo se interesan en llevar caos y destrucción a donde sea que pisen. Esta es su historia, dos jóvenes demo...