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(TW: Este capítulo puede llegar a tomar temas fuertes, por favortómenlo con la debida madurez.)
𝐁 𝐀 𝐑 𝐑 𝐄 𝐑 𝐀.
El sentimiento de no pertenecer a aquel lugar en donde te estableces, sin importar lo que te esfuerces por el intentar llenar aquellos vacíos huecos que dejaron personas que te rodearon y llenaron de amor alguna vez solo se agrandan mas y mas como si un muro o barrera te impidiera continuar con tu vida. Así es ese sentimiento amargo que te hace sentir como si la vida no tuviera ni un sentido, seguiré pensando en que pensar.
La mayoría murmura que tendré un futuro complicado que cargar la cruz de ser lo que pude haber sido una joven brillante que aportará algo en la historia no sólo ser la muñeca que sonríe del emperador un accesorio más de el.
Yo y mi esposo intentamos convivir pero existe ese algo que lo impide. El pasado es cruel y siempre te recordara las cosas amargas y jamás las dulces. Ambos alguna vez nos amamos pero las situaciones no funcionaron para que aquel amor infantil florezca bien, solo quedaron las raíces de lo que alguna vez pude llamar "Amor verdadero" yo ahora solo soy una compañera de las innumerables que tiene, la otra mujer aquella que mantiene la cabeza en alto para no mostrar sus inseguridades que siempre caen al dar un paso.
¿Realmente importa el amor en un matrimonio? Siempre pensé aquello toda mi vida, es normal que el sueño de una niña sea que tu primer amor sea con quien estarás toda tu vida y te casaras con el, pero solo es una mentira más de todas las que sueles creer.
"Yo solo soy la otra mujer de miles."
Vuelvo cerrar mis ojos intentando opacar todos los pensamientos negativos que surgen y no me permiten conciliar el sueño. Solo deseabas por fin dormir olvidar todo lo que pasó esta noche, la noche matrimonial.
Te sentias sucia, la noche de tus sueños se volvió la de tus pesadillas, era aquella noche que nunca deseaste que sucediera pero debía pasar, Tenías que mantener la imagen del emperador y tuya aquella era una de tus tantas obligaciones como esposa real del emperador. Pero aún preparándote para aquello no podías evitar sentir como el pecho se te contraia y las lágrimas brotaban de tus ojos sin control alguno.
