Castelao

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Xián iba por la calle, caminando hacia carnicería para comprar lo que le había dicho su madre. Sin embargo esta había cerrado así que, decidió ir la nueva que había abierto no hace dos meses.

Esta se encontraba en una galería adentrada en la oscuridad pero, sorprendentemente, estaba muy iluminada y pintada de un rosa palo muy agradable para los ojos. Xián se extrañó por la elección de color pero, tenía que admitir que era una muy buena forma de atracción de clientes.

Después de comprar, y de tener una extraña conversa con la dependienta, salió de la tienda para llegar su casa lo más pronto posible. 

De camino, Xián, se encontró con su vecino Ramón, un hombre alto y grande. Siempre llevaba el pecho el descubierto, mostrando su tatuaje de una golondrina, y además tenía una actitud soberbia cara todos. Este lo paró y le preguntó de donde había sacado la carne que llevaba, que tenía una fragancia exquisita, aunque no estuviera cocinada, Xián le respondió cortésmente y siguió con su camino. 

Al llegar a la casa su madre le preguntó. 

 +Por que tardaste tanto? Y... Que es lo que traes en la bolsa con ese olor tan bueno? 

-Es la carne que me pediste, la carnicería no estaba abierta así que fui a la de las galerías, esa nueva. Recuerdas? 

+Oh! Que raro, pensaba que hoy abría. Aun así lo deja, hiciste bien el recado. Pasa a lavar las manos, que la comida ya casi está hecha. 

Y así comieron todos juntos en la mesa del comedor, la comida estaba boísima. Días más tarde la madre de Xián lo volvió a mandar a la carnicería y este repitió el proceso pero... Algo le llamó la atención en los cubos del local, la piel de un animal la habían tirado en el cubo de basura y sobresalía de este. 

Se acercó lentamente a este y lo abrió poco a poco, la medida que destapaba el cubo, aparecía la imagen del tatuaje del pájaro de Ramón. La tapa cayó el suelo haciendo uno soy ensordecedor y que hizo que Xián había girado rápidamente para ver la dependienta pegada el cristal. 

Esta daba una sensación de miedo, el cuerpo estaba inclinado cara un lado, su sonrisa abierta podía mostrar todos y cada uno de sus dientes y sus ojos miraban la piel tendida en el suelo y que en un segundo pasaron a observar profundamente a Xián. 

Corrió, todo lo que le dieron sus piernas, las personas de la cuaje quedaban  apampanados mientras él se aproximaba el cuartel de la policía y gritaba barbaries sin sentido. 

 El entrar y explicarle el sucedido el policía presente este quedó calado y después de un ratón habló. 

+Eh... Perdona chico pero tengo que decirte que allí no hay ninguna carnicería. 

-Como no va a haber, se acabo de estar y ver la piel de Don Ramón. Es mi vecino y tenía el mismo tatuaje! 

+ Rapaz, estás seguro de eso, la piel de cerdo se usa para la práctica de tatuaje. 

-Le juro a usted que hay una carnicería y que esa piel y de él. 

Después de esta conversación los policías fueron a investigar y, como decían nunca existió una carnicería allí y Don Ramón no apareció ni en el día de la muerte de Xián.

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