La situación le pareció inverosímil por lo que trato de respirar con calma, frunció el ceño y sostuvo la mano de la debilitada mujer acostada sobre el futon. Estaba de rodillas mientras estudiaba su respiración agitada y su expresión de dolor.
Kanroji entrecerró sus ojos verde claro mientras se notaba más pálida de lo que nunca la había visto mientras las manos de un monje de cabello oscuro corto comenzaba a preparar vendajes para ella y otro de ellos que estaba a su lado ataba un rosario de perlas oscuras para sujetar su mano con la de su tsugoku.
Una vez vio atada sus manos entrelazó sus dedos cerrando los ojos con culpabilidad. Sabía que no tenía otra opción cuando la hemorragia no paró y ninguna técnica de respiración estaba deteniéndola. Si tenía que hacer esto para poder salvarla lo haría, solo esperaba que la chica lo perdonase algún día.
Se reclino un poco más hacía ella quien ahora tenía su cabello revuelto cuando sus trenzas se habían deshecho y sus ropas estaban sucias y ensangrentadas.
-Escucha Kanroji – murmuró notando que debía estar mareada por el brebaje que le habían hecho beber aquellos hombres – debes obedecerme cuando quiera que respondas ¿queda claro?
-¿Responder? – pregunto agitada en medio de su estupor.
-Es una orden – exclamó con un tono que usaba usualmente con ella siendo su alumna.
Miró al monje a su lado, un chico más joven que el otro sujeto que estaba ahí, este les estudiaba con curiosidad.
-Continua – dijo con seriedad cerrando sus ojos y memorizando como debía repetir aquellas palabras.- Con esta mujer... - comenzó recitando lo que el joven decía – nos estamos convirtiendo en uno solo, incluso cuando la salud sea un obstáculo, la respetaré apoyare y amaré –se volvió a ella que le miraba con dificultad para mantener sus ojos abiertos – desde ahora y hasta el final de mis vida, lo juro.
El monje asintió y repitió aquello hacia Kanroji mientras esta seguía quejándose del dolor.
-Júralo kanroji – ordenó ahora sintiendo el peso de lo que le estaba ordenando.
-Lo juro... - murmuró está casi al punto de perder la conciencia.
Suspiró sintiendo la tensión en sus hombros por aquella ridiculez. En aquella misión casi la habían matado y ahora prácticamente en agonizante dolor la había obligado a ser su esposa.
Soltó su mano rápidamente para que el monje retirara el rosario y frunció el ceño hacia el hombre de cabellos oscuros.
-Es mi mujer ahora – su rostro se mostró serio - ¿Qué debo hacer ahora?
Notó como el hombre se dirigió al monje más joven.
-Puedes retirarte, ahora estoy con su marido – confirmó haciendo que el chico obedeciese de inmediato volviendo a él – comienza a desvestirla.
Suspiró sabiendo que aquello debía ser demasiado humillante para su tsugoku sobre todo cuando comenzó a desabotonar su camisa logrando que una de las manos débiles de ella lo sujetara mirándolo como si le suplicara no hacerlo.
-Kanroji – habló con suavidad y sonrió lo más tranquilo posible – necesito ayudarte, debo retirar tu ropa. ¿Confías en mí?
No supo con exactitud si la mujer le comprendía o no pero retiró su mano haciendo que el continuase con su labor.
Mentiría si decía que su mano no temblaba al desabotonar el resto de su camisa blanca, parte del uniforme de cazadores de demonios dejando sus senos completamente al aire. Estos eran grandes, y no pudo evitar tragar cuando sintió la piel suave. Era su superior y debía protegerla por lo que frunció el ceño tratando de tener compostura ante lo que su pobre alumna estaba pasando.
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Desde ahora y hasta el final
Fanfiction(RengokuxKanroji) Si delegara responsabilidades... la mitad de la culpa sería de Mitsuri Kanroji por desobedecerlo y arruinar la misión mientras que la otra mitad sería enteramente suya al obligarla a casarse con él para poder salvarla