Noche 13

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El sol se estaba metiendo por la pequeña abertura de la ventana, una joven cansada recién llegaba de su jornada laboral , buscando únicamente el descanso. El foco de su contestadora estaba encendido parece que alguien aún dejaba mensajes. No quería escucharlo, decidió meterse a dar una ducha y después, tal vez, escucharía el mensaje.

El agua caliente siempre lograba relajarla, como si con ella se fueran las preocupaciones. Se imaginaba siendo una mujer exitosa viajando por el mundo sin un boleto de regreso. Todo lo que importaba era esa simple experiencia de vivir el momento. Seco su cuerpo lentamente admirando cada rincón de su cuerpo, que aunque no era perfecto la hacía sentirse como la mujer más hermosa del mundo. Pero al cruzar la puerta rumbo a su habitación todo volvió a la normalidad.

Camino con pesadez rumbo a la contestadora, mejor terminar con eso de una vez.

-Hola mi amor- era su madre- sé que ha pasado un tiempo pero quería decirte que hace unos años tu papá no te mando $500 sino $1010 para comprarte algo, lamento haberte mentido pero los ocupaba en ese tiempo, hablamos luego byyye.

Termino el mensaje, no sabía por qué pero eso le molestaba , tal vez no era mucho pero su madre le había mentido, ¿Qué le costaba decirle la verdad? Sabía que no debía enojarse, su madre había gastado eso y más en criarla, pero no le parecía el hecho de que le ocultara algo sobre su padre, algo dentro de ella le dolía. Debía dar un paseo, de lo contraria traería toda esa mala energía dentro de ella.

Fue a un parque cerca de su edificio, no era el más bonito pero si era bastante tranquilo, perfecto para calmar su enojo. De alguna forma el ver cómo se ocultaba el sol le parecía muy gratificante como si sus problemas se fueran con él. El viento soplaba suavemente y su frescura la hacía sentir tan bien, el sonido de los coches se oía tan lejano que lo único que le recordaba que estaba en la ciudad eran los edificios que se alcanzaban a divisar frente a ella.

Cuando sintió que estaba nuevamente en calma volvió a casa, para su sorpresa su sobrina de cuatro años estaba ahí esperándola para dormir. Cenaron juntas unos hot cakes y un vaso de leche, vieron películas hasta que la pequeña se quedó dormida.

Al día siguiente la pequeña se levantó muy temprano, su tía ya con gustos de señora intento hacerla dormir nuevamente pero fue en vano, la pila de la niña había Sido recargada. La pequeña, como si supiera el cansancio de su tía, le dio un gran abrazo de oso y comenzó a susurrar en su oído cuánto la quería y lo importante que era para ella. Esa pequeña granja, sabía que un abrazo suyo servía para ponerla en el mejor de los humores.

El teléfono sonó nuevamente, era su madre.

-La familia de tu padre vino de visita, ven a saludarlos ¿Quieres?

La chica no estaba de humor para estar entre tanta gente pero hacía tiempo que no los veía, y quién sabe Dios cuánto tiempo tendría que pasar antes de verlos otra vez. Se arregló y fue directo a la casa de su madre. De momento estaba tranquila pero no sabía si al verla ese sentimiento de enojo volvería a ella.

Cuando llegó vio a su hermana y a sus tías platicando alegremente con su madre, poniéndose al día después de tanto tiempo.

Dejó su bolsa a un lado y fue a saludar. No faltaron los típicos 'como haz crecido" "¿y el novio?" "¿somos extraños? Abráceme bien" en eso de reojo vio a un niño hurgando en su bolso, debía de venir con sus tías, pero éstas no le decían nada, sin importar fue hasta donde el pequeño y le arrebato su bolso.

-Luis, no andes agarrando las cosas de tu prima- dijo una de ellas, pero lo dijo de tan manera tan dulce que ahora entendía el por qué el niño era como era.

Su madre y ella no se miraban a los ojos, la incomodidad seguía en el ambiente. Ambas tenían su carácter, pero sabían que después de un rato las cosas volverían a ser como antes. Esa era la magia de su relación, podían pelearse o enojarse, pero no duraba para siempre. Pero no todo fue de esa manera en tiempos anteriores, y mas por parte de la joven, quien tuvo que ir a terapia por casi un año, contra el consejo de su madre ya que, de acuerdo a ella, solo los locos recibían terapia.

Pero la joven fue de igual manera fue y le sirvió porque estaba en el momento más feliz de su vida, estaba sumida en sus pensamientos cuando llego su sobrina, quería que la llevara a los juegos mecánicos que estaban frente a la casa. Aunque los juegos eran viejos ella accedió, era el pretexto perfecto para salirse de esa reunión familiar. El gusanito, siempre era el juego que la pequeña ansiaba, sus coletas se movían cada vez que saltaba de la emoción.

- ¡ese! ¡quiero ese! - señalaba con su pequeña mano el juego.

Sin poder decirle que no, fueron hasta donde estaban los juegos y pago su turno. La pequeña subió no sin darle un beso antes a su tía favorita. Se subió cuatro veces. Aunque la joven no se subió se cansó igual o más que su pequeña sobrina. La dejó con sus padres, tomó su bolso y se fue directo a su hogar, y como recordatoria no abriría la puerta ni contestaria el teléfono. Esa noche seria de ella y se aseguraría de descansar como se le tenia bien merecido.

NOCHES MAGICASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora