Capítulo 5

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"¿Oh?"

El hombre retrocedió un poco, sus labios formaron una mueca similar a una sonrisa y sus cejas se alzaron levemente. Él se comenzó a carcajear.

La escena era sin duda divertida.

Después de ver a Aria colapsar, las bestias se acostaron en el suelo y mostraron sus barrigas contentos.

La miraban con unos ojos de cachorro pidiendo por ser acariciado.

'Estoy viva...' Pensó, sosteniendo su pecho en la zona donde estaba su alborotado corazón.

No muy lejos de ahí, se encontraba El conde Cortez desmayado con espuma en su boca.

"¿Se volvieron locos? ¿Qué se supone que estáis haciendo?" El hombre exclamó, regañado a las bestias por su actitud absurda.

Las bestias se escondieron inmediatamente atrás de Aria.

"Ja, que gracioso." Canturreo.

El hombre se acercó a Aria.

Sus pies iban dejando sangrientamente manchas a cada paso que daba en el sucio sendero.

Sus pisadas se hicieron más y más sonoras hasta que se detuvo, frente a ella y en ese momento Aria alzó la cabeza.

El hombre era alto.

'Muy alto...'

"¿Quién diablos eres?" Él escupió.

Inicialmente, sus ojos se asemejaron a un pez muerto; vacío y plano. Sus músculos faciales estaban igual de perdidos en ese ámbito. No había ira, no había tristeza, alegría o resentimiento. Él se veía... aburrido.

¡Pero ahora sus ojos si mostraban algo!

Emociones destellaron a través de esos ojos como mármol, brillaban con incredulidad pura.

Él la observaba, preguntándose como alguien tan... flácido era capaz de domesticar a sus sabuesos tan fácil. Un claro interés denotaba en él.

"Tú, estás usando una máscara rara."

Escaneo la máscara que cubría el rostro de Aria pensativo.

La máscara era una reliquia que había dejado la madre de Aria.

"Mis sabuesos responden instintivamente a magia poderosa. Estos perros me obedecen porque no hay nadie más poderoso que yo."

"......"

"¿Eso significa que tú eres más fuerte que yo?"

Imposible.

Este hombre era increíblemente poderoso.

Él era mucho más fuerte que ella.

No importa que tan talentosa fuese Aria, ella era una mera niña de diez años que nunca ha recibido entrenamiento físico.

"No pareceres serlo."

"......"

"Ja, como un insecto."

El hombre miró a Aria de arriba para abajo.

'Las sirenas son amigas de los animales.'

Ser capaces de interactuar con ellos era una habilidad única y asombrosa. 'Pensar que sería útil para salvarme de los monstruos de La Montaña Ingo...'

Aria miró a los dichosos monstruos. Se habían transformado de unos feroces lobos a unas gentiles ovejas. Lamiendo su máscara actuando adorable y vulnerable, hacía difícil que Aria volviera a sus sentidos.

Me convertí en la familia del villanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora