Entre espada y pared

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Después de que supiera que era fin de semana, la avergonzada hija de los Yaoyorozu se marchó a su habitación sin decirle nada al par que desayunaba tranquilamente en el comedor.

Momo: Debí haber quedado como una tonta...

La azabache se acostó en su cama sin importarle el que arrugara el uniforme de su escuela, miró al techo y luego a su anillo, causándole una mueca de desagrado.

Para ella la noticia del compromiso no fue más que un problema, no se le consultó, apenas conoció a su prometido en un incidente peculiar y sobre todas las cosas ahora tendría que vivir junto a él y otra mujer más.

¿Cómo demonios le hacían ese par para hablar tan tranquilamente? Momo realmente llevaba ya una semana tratando como podía la situación, intentando no dejar que sus emociones tomaran el control y decir cosas de las que probablemente se arrepintiera en el futuro.

Sin embargo, esta fue sacada de sus pensamientos por el tocar de una puerta junto a la voz del pecoso.

Izuku: ¿Yaoyorozu-san? Preparé un desayuno para ti, si tienes hambre sólo baja, Aiko fue a trabajar y yo estaré entrenando en el patio trasero.

Momo: Como sea...

Después de un rato, la voz del peliverde dejó de escucharse.

Ella no podía desquitarse con Izuku, después de todo él no era una mala persona ni mucho menos un pervertido que hubiese aprovechado la idea del compromiso para hacer cosas lascivas y eso por una parte le agradaba.

Pero tampoco podía quererlo de la noche a la mañana sólo por un estúpido acuerdo entre sus padres, realmente le tomaría tiempo...

Para su fortuna, esta recibió una llamada de su mejor amiga por lo que quizás le sirva para despejar la mente por un momento.

Momo: ¿Hola? ¿Kyoka?

Kyoka: Yaomomo, ¿estás ocupada?

Momo: Para nada, sólo iba a desayunar en un momento, ¿qué sucede?

Kyoka: Es que necesitaba hablar contigo y que me acompañaras a comprar unas cosas a la tienda de música que está en el centro comercial.

Momo: Me parece bien, ¿nos reunimos en la fuente en una hora?

Kyoka: Dalo por hecho, nos vemos.

La llamada finalizó y la azabache bajó al comedor notando como el plato de comida que le dejó el pecoso venía junto a una nota 

"Lamento no haberte avisado del fin de semana, que pases un bonito día

-Izuku"

Momo: Realmente eres una buena persona, Midoriya-san.

La chica desayunó con una tranquilidad y silencio alrededor, sinceramente le recordaba a su casa con excepción de que esta era más pequeña y bueno, solamente eran tres personas las que vivían ahí.

Fue entonces que la menor de los Yaoyorozu se levantó, lavó su plato, cuchara y vaso y optó por irse a bañar a su habitación, no sin antes pasar a ver a Izuku quien parecía estar cargando su propio peso mientras hacía planchas en vertical.

Momo: Aún me sorprende lo mucho que se esfuerza pero creo que jamás le pregunté por qué.

( . . . )

La chica de cabello negro azabache había terminado de bañarse, vestirse y arreglarse, sin duda alguna su apariencia era algo que envidiar en comparación de cualquier otra mujer aunque a veces solía vestirse de formas muy elegantes aunque fuese a comprar el pan.

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