Lágrimas de la Verdadera Madre

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El niño Phoenas ha estado viendo lo que parecía para él una habitación, un pasillo, y lo que en realidad era una escuela interna gigante
– ¿Y bien? ¿Qué te pareció? – dijo Madre al niño, este responde con positividad con su cabeza
– Ve ha jugar con los demás niños, estarán ansiosos de jugar contigo – dijo Madre con su costumbre de sonreír, el niño la abrazó y corrió al extenso patio donde los infantes pasaban sus mejores momentos,
– Hey, es el niño nuevo – mencionó un chico a sus amigos y en poco tiempo, muchos de ellos, tanto niños como niñas, se pusieron a su alrededor mientras que Madre los observaba por unos momentos hasta que se fue,
– ¿De dónde vienes?, ¿Por qué estás aquí?, ¿En qué llegaste? – esas eran unas de la tantas preguntas que le hicieron al recién llegado, agobiado el niño no respondió y otro niño dijo
– ¡La Dama Ciega está en el lago! – y todos los niños que rodeaban a Phoenas corrieron a ver lo que aquel chico dijo; el niño que gritó se acercó a Phoenas y preguntó
– ¿Estás bien? – respondió a favor su pregunta
– No hablas mucho ,¿Verdad? – el niño respondió en contra de la pregunta
– Bueno no importa, soy Edip, ¿Y tú? – preguntó el niño con entusiasmo de hacer un nuevo amigo
– Phoenas me llamo, gusto en conocerte Edip – respondió el niño
– De alguna forma tenías que responder – respondió el otro mientras que detrás de él tenía a los demás niños diciéndole a sus espaldas palabras no muy agradables por la evidente mentira que había dicho
– No sé porque ustedes se ponen así de locos por un cuento de Madre – dijo dirigiendo su dedo índice al grupo
– Porque si lo dice Madre es porque es verdad, tú sólo dices eso por hacerte sentir superior pero sólo eres un niño mentiroso que no merece atención – dijo una niña sin pensarlo dos veces
– No me importa lo que digas niña fea – comentó a lo que había expresado la niña con rabia, en eso Phoenas agarra del antebrazo a Edip y hace con su cabeza negación sobre la situación, y mientras se alejaban del conflicto sin querer ambos chocan con un niño, pálido, con ojeras y temblando susurrando palabras que no se entendían con claridad
– Aléjate de él, está poseído – dijo Edip
– No creo – respondió Phoenas mientras se acercaba a él y sin aviso el tembloroso abraza con fuerza al niño entre llanto
– Ayúdame....por favor....no me dejes de lado....ayuda....– fueron las palabras que susurró al nuevo antes de echarse ha correr hacia el interior de la escuela
– No sé por qué te le acercaste pero eres el tercero en acercarse a él – dijo Edip con asombro
– ¿Tercero?, ¿Quienes fueron los primeros? – dijo con curiosidad Phoenas
– Bueno, no es el primero, más bien sería la primera, fue Madre, y el segundo fui yo – dijo con orgullo el nuevo amigo del nuevo. Madre llamó a los niños y les comunicó que debían volver a clases, la gran mayoría no les agradó el comunicado pero aún así entraron a recibir sus clases, en el salón de Phoenas, Madre lo presenta a los demás niños de nuevo, y este se sienta justo detrás de Edip, al lado de una ventana que daba vista al campo de flores de la primera montaña, era hermoso, pero el niño sentía algo familiar en esas flores aunque no sabía por qué. Las clases resultaron ser de su agrado por el conocimiento que le aportaban, Madre era buena explicando, aunque habían niños que no prestaban atención y hablaban en clases en voz baja, Edip era de los que atendían, aunque no preguntaba dudas, el tembloroso se la pasaba escribiendo algo aunque no había nada que escribir de la pizarra, del resto de niños eran pocos los que tomaban notas, preguntaban y respondían, Phoenas no era de ellos, era callado aunque sí que tomaba notas.
– Hemos terminado por hoy – dijo Madre con su costumbre
– Jueguen mientras aún haya sol – fueron sus últimas palabras antes de salir del salón y no hacer acto de presencia en el resto del día, Phoenas sintió un ruido irritante en su oído derecho que le hizo cubrir totalmente la oreja
– Hey Phoenas, ¿Qué tal si vamos a las ruinas ha jugar al escondite? – dijo Edip con entusiasmo mientras que Phoenas no sabía de qué ruinas hablaba
– Las ruinas de una fortaleza que hay seguida del bosque, ¿No la has visto?–
Phoenas seguía sin saber aunque la mención del bosque lo puso nervioso, – Venga verás que es divertido, el lugar es muy variado, hasta tiene una mina con cristales – agregó Edip para atraer la curiosidad de Phoenas
– Tendremos que pasar por el bosque, ¿No? – dijo entre temblores
– Claro que no, hay alternativas, verás hay un camino que lleva directamente a las ruinas mientras que si no sigues ningún camino llegarás al bosque, aunque si quieres podemos jugar en el bosque – dijo Edip al asustado niño
– No, no, no, no es necesario, vamos a las ruinas – respondió con rapidez el niño. Ambos llegaron a las ruinas, el lugar tenía varías cabañas destruídas y había ropa desgarrada en partes del camino, ya era de noche del todo y al alzar la vista, el niño Phoenas vió que las nubes estaban frente a la luna
– ¿Da algo de miedo el lugar no? – preguntó el valiente al nuevo
– Un poco – respondió el niño mirando a la luna
– Mentiroso, seguro que quieres correr ahora mismo jaja – dijo Edip con orgullo mientras que Phoenas lo mira con cara negando su afirmación, ambos caminaron unos metros más hasta que Phoenas paró de repente
– ¿Qué viste? – preguntó el amigo del niño mientras que este último mira atentamente entre temblores dentro de una cabaña sin puerta había una mujer rompiendo en llanto con una manta en sus brazos
– ¿La escuchas? – dijo el niño tartamudeando, el niño volteó su cara hacia a Edip, pero no estaba, sólo quedaba rastros de unas partículas negras en su lugar, el niño quedó callado mirando con desespero por su alrededor y sin aviso, la mujer que parecía tener algo entre sus brazos cubierto por una tela y lágrimas como ríos miró al niño a la vez que dejaba de gritar, la mujer dejó caer lo que tenía en sus brazos y se acercó mientras cantaba una canción con una dulce voz mientras extendía sus brazos a Phoenas, este se quedó quieto, de miedo, mientras que la mujer con ropajes blancos rasgados, parecía estar vestida de novia, la mujer abrazó al niño entre llanto y él sólo se dejó abrazar, el abrazo cálido de una verdadera madre, pero, el niño sintió que algo se movía en su abdomen y sintió que algo estaba goteando en su cabeza mientras que la mujer en susurros se disculpaba con él sin razón aparente, las gotas pasaban por su mejilla hasta llegar a su boca y, saboreó eso, era sangre, el niño quedó callado pálido del nerviosismo, la mujer rompió en llanto repentinamente y el niño se alejó de él, entre las telas que cubrían su abdomen una cabeza de un niño residía en su vientre, tenía la mandíbula sobresaliente del resto de su cabeza con una coloración roja, tenía cuatro filas de dientes, dos arriba y dos abajo, mantenía su boca abierta mientras el niño lo miraba y se podía observar dos lenguas y en una de ellas tenía un cuerpo puntiagudo, tenía en su ojo izquierdo casi salido de su cuenca lo que parecía otros dos ojos más pequeños en su globo ocular, los tres de un color blanco muerto, mientras que su ojo derecho se mantenía con un rojo fuerte, sin saber qué hacer el niño se quedó paralizado observando la aberración que observaba, los ojos de la madre se tornaron pálidos y las venas de sus brazos se volvían negras, sus uñas se alargaban mientras que en su antebrazo derecho empezaron ha verse múltiples quemaduras. Phoenas estaba sin valentía, su corazón perdió la fe de seguir vivo mientras que su mente no hayaba solución a la situación, esa cosa había alzado el brazo y lo dirigió al niño con sus garras, él cerró los ojos y se agachó con las manos en su cabeza, pensando que la oscuridad que veía era la muerte, escuchó
"Vamos niño, ¡Levántate y corre!", abrió sus ojos y vió a un hombre de armadura azul oscura con partículas brillantes de azul claro en su alrededor, portando en sus manos un arma larga que parecía una espada pero era notablemente más fina con una forma casi curva; el hombre rechazó la agresión empujando sus garras, golpeando la cara de ese monstruo con el mango de su arma y cortándole el brazo izquierdo, lo que aprovechó el niño para salir corriendo sin mirar atrás con llanto en sus ojos, esa cosa ignoró al caballero y persiguió al niño, el caballero se quedó en su lugar hasta que desapareció no sin antes pronunciar unas palabras entre susurros, el niño se adentraba más y más a las ruinas y a medida que lo hacía apreciaba como el número de ropa rota aumentaba hasta el punto de que empezaron a verse restos de lo que él creía eran personas, esa criatura lo seguía persiguiendo con un grito horroroso, en ocasiones esa mujer aparentemente logró cortar a Phoenas pero este no sentía nada de dolor y veía heridas, el niño logró perderse de la vista de esa cosa y se escondió en una pared de piedra, la mujer dejó de gritar, pero en cambio, el niño oía un ruido extraño como si alguien estuviera chocando sus dientes abriendo y cerrando la boca con gran fuerza y velocidad, el niño se asomó y vió que ese sonido era la cabeza del niño del vientre de la mujer, los ojos pequeños del ojo medio salido de su cuenca vieron al niño y este salió corriendo mientras la mujer se lanzaba hacia él, en un giro de los acontecimientos el cazador fue cazado por la suerte de su presa, el niño se adentró por su pequeño tamaño entre muros de piedra con lanzas más grande de los normales y la mujer demostrando que es un ser sin razonamiento por su movimiento se encajó entre las lanzas, pero no había muerto soltando gritos de profundo dolor, el niño sin pensarlo salió de las ruinas de la fortaleza por un enorme agujero en una de sus murallas, mientras se alejaba los gritos de la mujer se hacían más débiles a la par que la resistencia del niño que sin notarlo, había entrado al bosque, cayó al suelo y miró a la luna, estaba por enfrente a las pocas nubes que había en el cielo pero no vió aquél ser pálido, mientras sus ojos cesaban por el cansancio vió a Madre con una antorcha junto a Edip a lo lejos gritando el nombre el nombre de Phoenas en su búsqueda, en la mente del niño deambulaban voces como las de sus compañeros pero sus preguntas eran distintas "¿Por qué sigues vivo?; ¿Qué haces aquí?, ¿Eres uno de ellos?; Se supone que deberías estar muerto desde que naciste, ¿Qué eres?"
Eran las palabras que rodeaban su pensamiento
– ¡Phoenas! – exclamó Madre junto a Edip mientras corrían dónde estaba el niño
– ¡¿Estás bien?!, ¡¿Qué haces aquí?! – preguntó con fuerza Edip de la preocupación
– Eso no importa, lo que importa es que sigues vivo, gracias al Eterno –
Madre cargó al débil Phoenas entre sus brazos mientras que Edip estaba dudando de que como es que a Madre no le importaba lo que le había pasado. Los tres se fueron a la escuela, pero Phoenas aún con algo de energía vió que detrás de ellos, entre una densa niebla, había alguien, era ese ser pálido, sonriendo de oreja a oreja.

La Escuela Interna de AhaymánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora