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30 de octubre de 1994

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30 de octubre de 1994

Los estudiantes de Hogwarts se amontonaban en las entradas y ventanas para ver la llegada de los otros colegios mágicos. Lyra miraba por encima de algunos hombros con dificultad por su pequeña estatura. El Hufflepuff, al verla sostenerse de puntas, rio por lo bajo y se acercó para abrazarla por los hombros.

—Por fin te encuentro pequeña Black. —le revolvió el cabello arruinándole su cola de caballo.

—¡Diggory me despeinas!

Exclamó la Black con enojo fingido haciendo que el joven Diggory riera.

Ambos se alejaron de la multitud mientras hablaban algún tema trivial y caminaban al comedor donde Dumbledore daría su típica bienvenida.

El comedor parecía más lleno de lo usual, a pesar de que solo había unos pocos alumnos más de lo habitual. El profesor Dumbledore se levantó de su asiento y carraspeó.

—Buenas noches, damas, caballeros, fantasmas y, muy especial bienvenida a nuestros invitados. —les regaló una sonrisa a los estudiantes extranjeros. —Deseo que su estancia sea agradable. —hizo una pequeña pausa para continuar. —El Torneo estará oficialmente abierto al final del banquete, ahora ¡a disfrutar de la comida!

Como de costumbre, los platos rebosados de comida aparecieron sobre la mesa, para que los alumnos procedieran a servirse y comer lo que los elfos habían cocinado. Venus observó el comedor repleto, hasta que su mirada se posó en alguien que le parecía familiar.

—No recordaba que las hermanas Delacour también tuvieran un hermano. —cuestiono la morena menor.

Lyra levanto la mirada hacia donde miraba su amiga. —Es su primo, su nombre es Thomas Delacour.

—¿Thomas Delacour? —lo pensó un momento.

—Espera, ¿ese no es el Ravenclaw que siempre te coquetea? —destacó Venus divertida.

—Agh, ni lo menciones. Es como un chicle, siempre quiere estar sobre mí. Además, quiere que vayamos juntos a Hogsmeade, pero no sé cómo decirle que antes ya he aceptado la invitación de Cedric. —la Black posó su cabeza entre sus manos, fastidiada.

—Simple. —Lyra miró a su amiga. —dile que estás saliendo con Diggory y que ambos se meten la lengua hasta la garganta. —al finalizar, Venus soltó una carcajada al ver a Canuta sonrojada, a lo que recibió un zape como respuesta de la mayor.

—¡Oye, no me pegues! —se quejó Venus mientras se sobaba la parte afectada.

—Pues madura, Cedric y yo no estamos saliendo, así que quítate esas ideas locas de la cabeza, simplemente somos amigos. —respondió Lyra en un tono serio mientras su amiga reía por lo bajo.

Al estar los platos limpios, Dumbledore volvió a levantarse y el comedor se tornó en un rotundo silencio. Los estudiantes se veían nerviosos y a la vez emocionados mientras dejaban el cáliz en frente de todos.

—Me gustaría decir algunas palabras. —mencionó el profesor mientras miraba el cáliz. —«Eterna Gloria» esto es lo que le espera al ganador del Torneo de los Tres Magos. Y para obtenerla, el alumno deberá participar en tres peligrosas pruebas y para esto, el ministerio se ve obligado a aplicar una nueva regla donde los alumnos menores de diecisiete tendrán prohibido participar en el torneo. —se escuchaban los murmullos de los estudiantes molestos. —¡Silencio! Cualquiera que desee participar en el torneo debe escribir su nombre en un trozo de pergamino y arrojarlo a la llama antes de esta hora del jueves. Una vez seleccionado, no hay vuelta atrás. Desde este momento, ¡el torneo de los Tres Magos dará por comenzado!

(...)

El famoso torneo era de lo único que se hablaba por los pasillos de Hogwarts, y Lyra escuchaba que varios de su casa habían puesto su nombre en el cáliz, anhelando la gloria eterna. La muchacha no estaba muy interesada en el torneo, por lo que evitaba a toda costa todo lo que tuviera que ver con aquello. No obstante, si llegaba a ganar la casa de las serpientes, esto sería recordado durante décadas.

Buscando tranquilidad, optó por ir a la biblioteca, que se encontraba casi vacía, ya que los demás seguían admirando el cáliz o estaban descansando en sus salas comunes.

Allí, la joven se sentó en una de las mesas mas alejadas y escogió un libro que la hizo olvidarse de lo que pasase a su alrededor. Luego de un par de horas escucho como una silla se movía y alguien se sentaba a su lado y le arrebataba sutilmente el libro de las manos.

—¡Oye estaba leyendo ese libro! —reclamó la morena a Cedric.

—También quiero leer. —le respondió burlón el mayor, para después empezar a leer en un tono de voz que solo ella podía escuchar.

Cedric leía cada palabra del libro con una voz dulce y grave. Lyra se sentía tan cómoda que por inercia apoyó su cabeza en el hombro del muchacho, haciendo que ambos tuvieran contacto visual por unos largos minutos.

Los orbes grises de Cedric se pasearon por el rostro de la fémina, admirando cada lunar que tenía su pequeño rostro, por fin deteniéndose unos segundos en los labios de la contraria, haciendo que esta se sonrojase. El Hufflepuff sonrió ante tal acto y continuó aquella lectura que tenía embobada a la menor.

(...)

31 de octubre de 1994

El momento de que el cáliz eligiera los participantes para el gran torneo había llegado. Lyra y Venus arrastraron a Lunática consigo hacia su mesa para estar juntas al momento de la elección y chismear a gusto.

—Esto está interesante. —murmuró Venus con voz misteriosa hacía sus amigas.

—Si, la tensión se puede sentir. —concordó Juls siguiéndole el juego a la mayor.

Lyra asintió con la cabeza mostrando que está de acuerdo con sus amigas. —Veinte galeones a que sale sorteado alguien de Slytherin. —soltó la joven Black sonriendo de lado, haciendo que Juls girara su cabeza rápidamente hacia ella.

—Cuarenta galeones a que es uno de Gryffindor. —desafió la menor mientras Venus negaba con la cabeza mientras sonreía.

—Ustedes gastan más dinero en apuestas tontas que en cosas que valgan la pena comprar. —se burló Rosier; sin embargo, agregó. —Pero veinte galeones a que es de Slytherin.

Juls soltó una pequeña risa de burla —A mis bolsillos caerán cuarenta relucientes galeones, que utilizaré en pegatinas para mi escoba, ya verán.

—Vas a ver que no. —respondió Canuta en burla.

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Déjate Amar ||Cedric Diggory||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora