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— ¡Por favor! —Exclama agitada la joven Aria— Haga algo contra los que le escriben cosas horribles a June, una demanda o no sé—La voz de la pelinegra se quebranta a medida que pronuncia las palabras— Algo que evite que sigan tratándolo mal... Todos esos comentarios están afectando a June.

Los orbes grises de Aria mostraban tristeza y le suplicaban al hombre frente a ella que procediera, no le importaba perder su dignidad si eso significaba ayudar a June.

—No podemos demandarlos por algo así, Aria —Niega el hombre con seriedad—En algún momento pararán, June debe madurar y aprender a ignorar los malos comentarios, la vida es así.

Aria aprieta sus puños, intentando contener su enojo.

—Al menos déjelo recibir tratamiento psicológico... Lo necesita, estoy segura de que lo ayudará.

—Aria, ¿Cómo quedaría la reputación de June si las personas se enteran que va al psicólogo? Lo verán como un loco —El presidente vuelve a mover su cabeza en un gesto de negación— Que se haga más fuerte y ya.

La chica le dio una última mirada de tristeza al hombre y, sin decir palabra alguna, abandona la oficina de su jefe.

— ¿Amor?—La voz de June se cuela por sus oídos haciendo que Aria voltee observando sus ojos marrones inundados en preocupación por el semblante de su novia— ¿Pasó algo?

Ella solo acorta la distancia entre sus cuerpos y lo abraza con fuerza, ocultando la cabeza en su pecho. El contacto repentino toma desprevenido al chico, pero una vez salido de ese estado envuelve los brazos en el pequeño cuerpo de Aria.

—Todo pasará, estoy aquí para ti —La suavidad de sus palabras hace que los ojos de Aria se acumulen de lágrimas, Dios sabe cuánto quiere ayudar a June, pero parece que nada de lo que se le ocurre es suficiente para convencer al presidente. El chico deposita un beso en la cabeza de su novia y acaricia su espalda—. Te amo, Aria.

June siempre ayudó a Aria, siempre representó a esa persona en donde podría refugiarse cuando sentía el peso del mundo sobre sus hombros, pero por más que ella lo intentara ayudar todos sus intentos fallaban. La chica considera que el hombre frente a ella es uno de los culpables del suicidio de su novio debido a la presión que le causaba y la poca ayuda que le daba.

Tanto Theo como Aria se sientan en los muebles frente al hombre.

— ¿Cómo has estado, Aria?— El presidente observa a la mujer ante sí con tristeza, la aludida se da cuenta de ello y siente como el pecho le arde de la rabia ante el descaro del hombre— Ha pasado un tiempo.

Los orbes grises inspeccionan el hombre ante ella en un intento de disminuir la presión de su pecho y no salir con una mala respuesta. El cabello que hace unos años era enteramente azabache ahora se ve plagado de hebras blancas, su piel blanquecina también se nota algo arrugada, especialmente en las esquinas de los ojos marrones, aunque es evidente que se ha hecho tratamientos rejuvenecedores. Aria no recuerda bien su edad... ¿Tenía 46 años? ¿O tal vez eran 50?

—Sigo igual, presidente Mark—La respuesta de Aria es acompañada por un encogimiento de hombros. A su lado Theo se remueve en el asiento, conoce lo suficiente a la pelinegra para saber lo disgustada que se siente ante la presencia de su jefe.

—Entendemos que la muerte de June fue de alto impacto para ti, incluso estaban comprometidos. Pero como ya sabes, tienes un contrato con nosotros y debes volver a trabajar.

— ¿No hay forma de finalizar el contrato? No me siento preparada para volver.

—Tienes que pagar cien mil dólares, si los pagas puedes finalizar el contrato —Expone Mark—. Y supongo que no los tienes, después de todo te has mantenido vendiendo tus antiguas composiciones y regalías de tu música.

Un Amor Convertido En EstrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora