El refugio Potter |The Cupboard Series 3|

Capítulo 3

Nadie le prestó atención al niño tirado en el banco en medio del parque. Después de todo, no era como si no hubiera docenas de personas utilizando el parque al mismo tiempo. Era un lugar popular para almorzar, no muy lejos de media docena de cuadras de oficinas ya poca distancia a pie de un pequeño centro comercial. Cientos de personas visitaban este lugar cada semana y, aunque no era habitual ver a un adolescente allí, habían llegado las vacaciones escolares y había más jóvenes de lo habitual.

En ese momento, el chico en cuestión estaba dormido, algo que no había hecho en cerca de treinta horas. Hubo momentos en los que su cabeza se había caído, pero una micro siesta de cinco segundos nunca será suficiente para sostener a nadie.

Aquellos que notaron al niño vieron a un niño flaco con una impactante cabeza de cabello negro desordenado. Si los ojos detrás de los anteojos viejos y redondos hubieran estado abiertos, habrían quedado hipnotizados por sus vívidos ojos verdes que habían encantado a más chicas de lo que el chico nunca se había dado cuenta. Sin embargo, la característica más llamativa del niño solo era visible en la extraña ocasión en que el viento alborotaba su cabello lo suficiente como para dejarlo al descubierto. Una cicatriz roja con la forma de un relámpago se alzaba orgullosamente sobre su frente, aún luciendo tan fresca como el día en que se hizo hace más de once años.

Tanto los brazos como los pies del niño estaban cruzados mientras dormía. Su ropa, un par de pantalones cargo largos de color gris oscuro y una camiseta verde oscuro, estaban arrugados como si los hubiera estado usando durante los últimos días. Poco se dio cuenta la gente de que tenían razón. Porque este no era un chico ordinario, resultó ser uno de los individuos más buscados en toda Gran Bretaña.

No es que Harry Potter, porque ese era el nombre del niño, lo supiera en ese momento.

Ciertamente, Harry sabía que la gente lo estaría buscando. Con la misma certeza, sabía que no quería que lo encontraran. No después de lo que había hecho. Porque él no era una persona ordinaria. No, Harry Potter era un mago. Un mago que recientemente había causado que uno de los magos más poderosos del país, si no del mundo, e incidentalmente su propio Director, volara por el aire hacia un pilar de concreto. Harry estaba seguro de que Dumbledore habría resultado gravemente herido. Y para colmo, esa fue su tercera ofensa por violar el Decreto para hechicería menor de edad.

No es que él creyera que cualquiera de esos momentos fuera realmente su culpa. Uno fue hecho por un elfo doméstico; los otros dos eran claramente casos de magia accidental, algo que no podía controlar. Pero en el mundo mágico, tres strikes y estabas fuera.

Por eso, incluso mientras dormía, Harry tenía una mano fuertemente envuelta alrededor de su varita. No tenía absolutamente ninguna intención de ser atrapado o de irse en silencio. No quería que su varita se rompiera o que su magia fuera atada. La tercera sanción, la de ser expulsado del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, seguramente ya había sucedido y no había nada que pudiera hacer al respecto.

Por extraño que parezca, en realidad había planeado este extraño giro de los acontecimientos. Pero bueno, su vida nunca fue como la de una persona común, por lo que valía la pena estar preparado.

Un pitido incesante de su reloj abrió los ojos de Harry. Con una sacudida, se sentó y miró a su alrededor y detrás de él, evaluando a todas y cada una de las personas que podía ver. Al no ver nada fuera de lo común, se relajó un poco. Lentamente, sigilosamente, deslizó su varita de nuevo en la funda de piel de dragón en su muñeca y se aseguró de que estuviera desilusionada.

Mirando su reloj, Harry asintió y se puso de pie. A estas alturas, sus nuevos anteojos deberían estar listos.

Poniéndose de pie, comenzó a caminar de regreso al centro comercial con el que se había topado esa misma mañana.