2. Áspero

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Los tres sentados en la mesa oían el susurro del mar que se colaba por la ventana. El relajante sonido de las olas chocando se mezclaba con el aroma de los platos del almuerzo: una humeante carne de gallina nadando en aquél caldo de suculentos brillos.

Ben comenzó a comer con inusitado y vulgar placer, sorbía el caldo con pericia, agarraba la presa y lanzaba dentelladas a la blanca carne, se chupaba los dedos, disparaba agresivos embates al arroz y al llevar el tenedor a la boca daba la impresión de querer empujar el alimento más allá de la cavidad bucal.

—¿Qué, no van a comer? —Preguntó, dándose un descanso —No me digan que están esperando que la sopa se enfríe, con este calor hay que comer rápido antes de que se caliente más —Y soltó una carcajada acompañada de saliva y algunos diminutos trozos de pollo.

Nick y Charlie se miraron, y de vez en cuando al plato de comida que tenían en frente. Ninguno de los dos tenía ganas de comer. Charlie parecía distante, la mirada de sus ojos cafés no mostraba sentimiento alguno. El hematoma que le había decorado Ben en la mejilla parecía volverse cada vez más rojo y su cabello oscuro aún seguía despeinado a causa del jaloneo que le había dado.

—La verdad yo no tengo hambre —Exclamó Nick luego de unos cuantos segundos de silencio, quiso poner punto final, pero prosiguió —Esta situación es sencillamente insoportable Ben, a mí no importa como lleven sus relaciones amorosas, pero verlos todos los días peleando es algo que no esperé encontrar cuando acepté venir de vacaciones.

Ben le dio una última mordida a la presa que tenía entre los dedos y replicó:

—No le hagas caso, él empieza y no se aguanta, parece que le gusta que lo golpee.

Charlie se levantó enfurecido y le dio un golpe a la mesa con las palmas de las manos.

—¿Cómo me va a gustar? Maldita sea ¿Cómo me va a gustar que me golpees? —Su voz era agitada, parecía que terminaría ahí, pero Nick no estuvo más equivocado. Charlie se acercó a su novio y le quitó el pollo de las manos para lanzarselo a la cara.

Iban de nuevo.

Ben lo tomó de la camisa y le propinó un puño en la boca que hizo que un hilo de sangre recorriera la comisura de sus labios de inmediato. En solo segundos, la mesa se había vuelto todo un espectáculo, los platos cayeron al piso y la comida empezó a regarse en todas partes.

Nick se levantó discretamente y caminó hasta la puerta. Ben corrió tras él y lo tomó del brazo.

—No, por favor, te comprendo, sé que resulta de mal gusto —El tono de su voz parecía arrepentido —Debes entender, las cosas con este idiota no andan bien, siempre me provoca.

Charlie soltó un suspiro bastante cansado y bañó a Ben con una mirada ofendida, luego bañó a Nick en una mirada digna y avergonzada. Caminó hasta el patio y se sentó en la hamaca que se movía lentamente a causa de la brisa.

—Que desperdicio —Murmuró Ben mirando los restos de la comida tirados en el suelo.

—Igual que el tiempo que he pasado contigo —Se oyó la voz de Charlie desde afuera. Ben fue hasta a él enfurecido y le pegó una patada a la tela en donde se encontraba sentado haciéndola agitar con violencia

—Me voy —Exclamó Nick en medio de un suspiro.

—Espera, espera, lo sé, tienes razón y te pido disculpas —Suplicó, interponiéndose en su camino —No quiero que te vayas, eres mi amigo —Miró de reojo a Charlie —Nuestro amigo... quédate, no volverá a suceder, lo prometo.

Nick miró al chico que se encontraba afuera y se sorprendió al ver que él también lo observaba.

—Hablen, solucionen sus problemas por medio del dialogo, no hay mejor cicatrizante que ese. —Caminó resignado hasta la cocina y tomó la escoba y el trapeador para limpiar aquél desastre.

Ya había perdido la cuenta de las veces que lo había hecho.

[...]

La luna empezó a salir, dándole una grata bienvenida a la noche que se reflejaba en las aguas del océano. Desde el incidente en el almuerzo, las cosas se volvieron civilizadas, Ben y Charlie parecían haber hecho las paces, y la conversación que mantenían era tan pacifica, que solo se veía interrumpida por el sonido del mar y de las copas de vino al chocar.

Todo parecía ir bien, hasta que luego de unos tragos, Ben cambió de tema.

—Vamos, admítelo, te has acostado con otros cuando no estoy.

—Debería preguntarte lo mismo, ¿No crees? —Replicó Charlie con suma tranquilidad.

—Da igual, si no tuviera tanto trabajo lo haría cuando quisiera, pero tengo que aceptar jornadas largas para no morirnos de hambre. Eres un parasito.

—Para que lo recuerdes, me quedé sin trabajo por venirte a acompañar a este pueblo de mierda porque supuestamente te iban a ascender —Soltó una risa como si se hubiera acordado de un chiste demasiado gracioso— Y lo peor es que fue para nada, porque sigues siendo el mismo subordinado que en la ciudad.

Ben soltó una carcajada y tomó la copa con delicadeza entre sus dedos, era claro que no intentaba darle el gusto a su pareja de verlo enojado, pero lo cierto es que la vena que empezaba a acentuarse en su frente decía lo contrario. Nick extendió el brazo y se sirvió un poco más de vino.

—Como sea, ese no es el tema. Si quisieras hacer algo por esta casa, te irías a dar el culo por ahí, como para eso eres bueno.

—Me conociste en una discoteca ¿esperabas algo más de mí ?—Espetó el pelinegro con sarcasmo.

—Eres un imbécil —Escupió Ben mientras se cruzaba de brazos, unas gotas de vino mancharon su camisa blanca.

—¿No será paranoia? La posesión es un veneno, nadie nos pertenece. —Se sirvió otro trago y miró a Nick con una sonrisa.

Ben sacudió las manos en el airé y exclamó, esforzándome por mantener los cabales:

—Como sea, estamos en el siglo XXI, seamos sinceros Char, ¿Cuántos hombres has traído al apartamento?

Cansado, Charlie llevó el dedo índice a su boca y respondió:

—Deja me acuerdo...

Un sonido seco cortó el aire junto al trizar de una copa partida.

Los diminutos rastros de sangre ocasionados por los golpes que se empezaron a dar se mezclaron rápidamente con el licor que se había derramado.

[...]

La brisa golpeaba muy suave la ventana y los rayos del sol se filtraban por las rendijas proclamando un esplendoroso día de verano. En la alcoba flotaba un agradable olor a sal marina, junto a besos con sabor a vino tinto.

—Es un completo estúpido, no encuentra más salida que largarse. Nunca da la cara, seguramente se fue con dizque su mejor amigo a pasar la noche. Sólo tu presencia impide que se desate una tragedia, en realidad te respeta mucho.

—¿No te parece una tortura seguir hablando de él?

—¿De qué quieres que hable, entonces?

—¡De mí, sólo de mí! —Gritó

Charlie suspiró resignado y regresó a la cama, colándose bajó las sábanas donde se encontraba Nick desnudo.

—Está bien, sólo de ti.

Depositó un beso en sus labios y se acurrucó en su pecho dándole a Nick una vista de sus hombros que fue testigo de la aventura íntima y desenfrenada que habían tenido la noche anterior.

Historias Cortas de Heartstopper - Nick y CharlieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora