|Capítulo 4|

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𝙄


𝘾𝘼𝙉'𝙏

𝘿𝙀𝘾𝙄𝘿𝙀

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Sentado en su gran vacío y con un portal del tamaño de un televisor abierto, se encontraba un esqueleto de chaqueta negra, la felpa de su capucha iba de amarillo a naranja con ligeros toques de negro y blanco, tenía unas grietas pequeñas por debajo de su cuenca derecha mientras comía unas palomitas, ser Guardián de los Voids y último nativo de un universo prácticamente extinto era agotador, agobiante y fastidioso, pero él era responsable en su deber, una sombra se alzaba trás suyo revoloteando. Desde hace ya 3 horas se había instalado en aquel Void, era evidente, sino como uno explicaría el puf donde estaba sentado, las montañas de mangas robados de Epictale y los termos de café con leche junto a las bolsas vacías de Doritos, sin mencionar los envases de comida japonesa y los potes de ramen instantáneo, algunos llenos otros vacíos, pero ese era su refugio, desde que perdió su universo, el Void se había convertido en su guarida, daría lo que fuera para dormir al menos una noche en una cama, en la comodidad de un hogar sencillo, pero no, le había tocado eso, y no se arrepentía tanto. "¿Pero que está haciendo este vago que no es su trabajo?" se preguntarán, pues está observando, observando a una posible amenaza o a un futuro amigo; había conseguido ese esqueleto de bufanda roja, captar toda su atención, desde hace tres horas, tuvo que andar de metiche para poder actualizarse y saber más de él.

Sus pensamientos fueron interrumpidos con oír el bufido enojado de otro individuo recién llegado a su morada totalmente blanca, su demonio se alzó para atacar, pero al ver quién era bajó la guardia para volver al interior del alma del de pupilas ámbar, el cual solo hecho unas carcajadas para limpiarse una lágrima falsa, ay como le gustaba a veces molestar a los demás. El recién llegado solo flotó hasta él con pura flojera para ponerse boca arriba con sus manos tras la nuca viendo al techo, ambos no tenían nada en común como para llamarse "amigos", no estaban muy lejos de ser conocidos, pero de llevarse bien sería un total milagro, puesto que uno era tan molesto como una vieja chismosa y el otro era un gato malhumorado, Fate se levantó de la comodidad de su puf para sacudirse el resto de palomitas de su pantalón. Puso sus manos en su cadera mirando a quien tenía sobre su cabeza, carraspeó un poco llamando la atención del contrario, el cual gruñó cuan felino amargado con rabia para luego soltar con voz apática y seca un simple y directo:

-¿Qué?-soltó un gruñido desinteresado, al parecer le daría igual la respuesta o queja del contrario, total no era su problema.

-¿Ni un saludito me vas a dar? Y yo te creía agradable.-dijo dramáticamente el de grietas para llevarse al pecho su mano como María Magdalena pidiendo clemencia.

-Te estás confundiendo de contraparte, Otaku idiota. -atacó- ¿En serio eres tan flojo como para no limpiar tu espacio en este Void? Me das asco.

-Nadie pidió tu opinión de como vivo, Help. -le reprochó mientras el ser iba descendiendo para ponerse de pie con una mano en su bolsillo.

<<¡Lamento mucho la actitud de Help! Hoy no hemos tenido un buen día...>> Una voz más apacible sonó en todo el Void, Fate solo sonrió sin aires de hostilidad- No te preocupes Liaf , todo el mundo ha tenido un día de mierda alguna vez.

Tener lugar para poder descansar después de ir rondando por los universos alternos era algo que al de facciones afiladas, Help, no se le dificultaba en lo más mínimo ya que Brecha era su hogar, su santuario de silencio, dónde la basura de otros universos llegaba, y no me refiero a pedazos de papel o bolsas llenas de desperdicios, me refiero a partes del universo que fueron borradas y llevadas automáticamente a ese sitio oscuro, era tierra de nadie, o mejor dicho, un agujero negro. Sin embargo, partes de los diferentes universos eliminados o cosas que se descartaron en algún lugar del Multiverso, siempre llegaban en forma de islas grandes o pequeñas, así pues ese sitio no terminaba tan solo. A Help le daba igual eso, siempre y cuando alguien o algo que sea capaz de hacerle frente y dañar de gravedad a Liaf es ahí donde entra para luchar, luego buscaría almas para poder recargar sus energías. Pero había cosas que no podía evitar, un ejemplo eran los amigos de su "hermanito", eran fastidiosos pero importantes para él, por ende se ve en la obligación de protegerlos y ayudarlos para conseguir algo a cambio. Y ahí lo tenemos, ya volviendo a lo que nos conviene, el demonio de Fate limpió el desastre que tenía su "amo" para así poder abrirle un espacio limpio para que el de rendijas pudiera sentarse.

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