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Años atrás cuando aquella tierra era muy joven, existió un príncipe humano lleno de vida, que tenía curiosidad acerca del reino de los dragones.

En ese entonces, ambos reinos no tenían una buena relación. Los humanos acusaban a los dragones de destruir sus cosechas con sus grandes pisadas y de quemar los sembradíos por "accidente". 

Por su parte los dragones afirmaban que los humanos abusaban de su poder y robaban sus escamas para usarlas en sus pociones y artilugios.

Sin embargo, pese a dichas situaciones; cruzar la frontera era completamente permitido, claro arriesgándose a los peligros y descontentos antes mencionados.

Aquel príncipe humano quería conocer más acerca de los dragones, por lo que cada día se paseaba por la frontera y a veces la cruzaba para lograr verlos de más cerca.

Ese día la alteza; siendo acompañado por uno de sus guardas reales de mayor confianza, caminaban como de costumbre cerca de la frontera, mientras ingresaban lentamente al reino contrario, observando cada uno de los detalles de ese piso rugoso y extraño, erosionado por causa del calor y los volcanes cercanos. 

Al adentrarse cada vez más, el príncipe sintió un golpe por delante tan rápido que no le dio tiempo para defenderse, terminando por debajo del actor de dicho golpe, con ambas muñecas sujetadas por encima de su cabeza y quedando frente a frente con el habitante del reino contrario.

Al estar tan cerca, a Shoto le llamó la atención el collar de distintos colmillos que el rubio cenizo encima de él llevaba puesto, y su capa hecha de piel de algún animal.

—¡Alteza! —gritó Midoriya desenfundado su espada.

—¡Si no bajas tu espada lo asesinaré! —amenazó el rubio pegando una daga al cuello del príncipe.

—Midoriya... —dijo calmado Todoroki— guarda tu espada.

—Pero...

—Es una orden. —el caballero obedeció.

—Muy bien...—dijo con tono sarcástico el habitante de la tierra de las bestias— debería secuestrar príncipes mas a menu...

 Un rápido movimiento de Shoto hizo que ambos cambien de posición, quedando ahora él por encima del rubio.

—¿Creíste que te lo dejaría tan fácil? —se burló el príncipe.

—¡Suéltame! 

Ignorando completamente su petición, Shoto continuó observando cada detalle del traje que vestía ese chico, fascinándose por cada uno de sus elementos que traía, hasta que notó algo.

—Tu... Eres un humano —afirmó mirándole a los ojos.

—¡Yo soy un dragón! ¡Suéltame o lo lamentarás!

—Demuéstralo...—retó confiado el príncipe con una pequeña sonrisa en su rostro.

—Señor... No deberíamos...—trató de interrumpir Midoriya.

—Tranquilo general, este chico es un humano, no nos hará nada.

—¡Te estoy diciendo que soy un dragón!

—Entonces transfórmate —volvió a retarlo ampliando su sonrisa— No tienes ningún rasgo en especial para ser un híbrido y es más que claro que no eres un dragón puro.

El rubio se ruborizó un poco apartando la mirada por la vergüenza, mientras que Shoto se acercaba más a su rostro sin dejar de confrontarlo.

—Y si pudieras transformarte... Ya lo habrías hecho. —Lo soltó y se puso de pie— Ahora que estás libre, dime: ¿Qué hace un humano como tú viviendo en el reino de los dragones?

The Border |La Frontera| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora