God Of War [SethxHorus]

Seth

Su nombre nadie lo sabía, era apodado como aquel dios que mató a su hermano y desmembró su cuerpo tirando sus restos al Nilo.

"Seth" porque su carácter en batalla y el grado de sadismo era brutal, su cabello rojo corto le daba un gran atractivo a sus masculinas facciones, a su mirada calculadora como un dios de la guerra y aquellos ojos granate que intimidan por lo fríos que son.

La sangre se derramaba en la arena, su arma era una khopesh que sólo servía para entrenamientos, el filo era peligroso y nadie se salvaba de tener cortes en varias partes del cuerpo, esa fue otra razón más para ponerle como ese dios tirano, sediento de sangre y que no se tienta el corazón.

Horus, hijo de padres egipcios que migraron a Estados Unidos debido a la guerra que se desató hace cuarenta años atrás, ahora siendo ciudadanos americanos lograron tener una mejor calidad de vida.

Sólo que había un problema y ese era la orientación sexual de su único hijo, la opción más "confiable" fue una que lograría lo que ellos deseaban.

Llegó a ese cuartel militar porque lo obligaron a entrar al ejército, a palabras de ellos debe reformar su carácter pero sabe bien que es mentira, sólo lo hacen para que se vuelva todo un hombre y no la decepción que es, todo por ser gay, no superan que nunca les daría nietos con la preciosa Hathor, su ex novia.

Lo que nunca se les pasó por la mente es que en un cuartel militar hay muchos hombres, entre jóvenes de su edad ó mayores, todos atractivos y que entre ellos mismos también se pueden divertir por falta de mujeres, al parecer Isis y Osiris no fueron tan inteligentes como pensó Horus.

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Se sentía nervioso, todas las miradas se posaban en su persona al caminar por el pasillo siguiendo al general Sekhmet.

La mirada del hombre curtido en batalla lo intimidó cuando lo recibió en la entrada del cuartel, más por la cicatriz en su ojo derecho, la sonrisa que le dedicó era de burla, es como si le dijera que su vida sería un infierno a partir de ese momento.

La mochila que colgaba en su hombro le fue confiscado, le entregaron el uniforme que usaría, el que definiría su bajo rango, el de un soldado raso.

Su cabello semi largo fue cortado, tal como dictan las reglas de ahora en adelante sería el típico corte militar, lo guiaron hacia la que sería su habitación que compartiría con un compañero.

Seguía nervioso, más al saber que dormirá con otro hombre que no conoce y se preguntaba si sería llevadera la convivencia entre los dos.

Era mejor haber huido cuando tuvo la oportunidad, ahora sólo le quedaba sobrevivir en ese lugar donde se sufría por los duros entrenamientos que su delgado cuerpo apenas y podrá soportar.

Llegó a la zona norte donde están los dormitorios, el soldado que lo acompañó se retiró no sin antes dirigirle una mirada enigmática, se dio la vuelta y su mano tomó la manija, se armó de valor para abrir la puerta rápidamente y entrar.

Inspeccionó a detalle cada rincón de la habitación, una lámpara de noche y un casillero de metal para guardar su ropa, las camas estaban acomodadas de extremo a extremo, en una de ellas su compañero descansaba.

En cuanto su presencia fue notada, la mirada dorada se posó en todo su ser, de inmediato se sintió cohibido, el chico rápidamente se levantó de la comodidad del colchón y caminó hasta él.

- Hola lindo compañero, soy Nazareth. Jamás había visto tanta belleza junta en un sólo chico, deseo saber cuál es tu nombre para poder alabarte de pies a cabeza.