DOS

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                                                                                                      CHANGKYUN

-¿Qué es esto madre?-

Sus delgados brazos apenas y sostienen un ramo enorme de rosas blancas, podía ser un tartamudo corregido pero ella siempre me había enseñado el significado de las rosas, ese ramo enorme solo gritaba y profesaba la promesa de amor verdadero.

-Flores para tu padre-  La veo de reojo y observo cómo esconde la tarjetita personalizada donde anotaban ese mensaje que detonaba la falsedad del luto por haber visto marchar a un hombre rico

-Déjame verla- Mi tono es estricto y frío. Ella me ve de pies a cabeza y rueda los ojos.

-Solo es muestra de condolencia y respeto de parte de uno de los empresarios con los que tú padre se intentó aliar-

Alzo una ceja y sonrió para mis adentros. ¿Una alianza? que tan ridículo es y suena esto. Ese viejo nunca se aliaba con nadie. Me cruzo de brazos y me coloco tan recto solo para terminar de intimidarla con la mirada. Ella se pone nerviosa y deja el ramo en uno de los muebles de la sala para colocarse frente a mí, solo muestra un segundo la tarjeta.

-Lo ves, aquí tiene el logo- Dice rápido y después toma su teléfono, le toma una fotografía y ruedo los ojos esperando a que ese típico tono suene, ese tono que venía después de divulgar cada pequeña cosa de su vida con las otras mujeres de su grupo social a las que ella llamaba amigas.

-Nunca has sabido mentir querida mamá... Deberías aprender de mí que por si no lo has notado me estoy reservando la carcajada por ver lo patéticamente nerviosa qué luces-

-Cierra la boca, maldito tartamudo-

Mis puños se ponen en blanco de la fuerza que estoy creando y a paso decidido me acerco a ella para acorralarla.

-Cierra la boca tú si no quieres que te corra de mi casa- Su rostro palidece y comienza a maldecirme más fuerte.

-Es la casa de tu padre. Semejante palabrería vacía que estás soltado y yo todavía convenciendo a tu padre de dejarte todo a ti-

Sus enormes zapatillas doradas giran junto con su cuerpo y a grandes pasos se aleja de mi echando humo. Rio y volteó a un costado, la mansión es enorme, fría y vacía como lo recordaba lo único que cambiaba aquella tonalidad gris de las paredes largas y anchas era los cuadros que colgaban en estás y los muebles modernos que hacían conjunto con las cortinas azul oscuro que colgaban del gran ventanal de la sala. Estar aquí es como el invierno, vivir con ellos es como un infierno helado. Paso las manos por mi rostro en señal de frustración y subo a paso tranquilo la escalera hasta mi habitación. Tecleo el número de Wonho, quien es ahora mi secretario y al primer pitido escucho su masculina y de cierta forma suave voz.

-Buenas noches Kyun- Llevaba una sola semana aquí y el tipo ya era muy confianzudo conmigo, tutearme era su tarea del día y sostenerme en sus brazos en un incómodo abrazo era su forma de saludarme.

-Buenas noches Wonho- Saludé de igual forma solo que con un tono tajante para que se diera cuenta de lo patético que era dirigirse a su jefe sin una intención de respeto.

-¿Para qué me llamas tarde? ¿Se te olvido algo en el trabajo? Yo puedo llevártelo sin problema...-

Lambebotas, pienso internamente y con la mano que no sostiene mi teléfono frotó mi cien. Era muy difícil lidiar con él, a veces era tan empalagoso e insistente; pero tenía algo que me agradaba y era su apariencia: tan angelical y atrayente como la brisa en primavera. Y obvio que sabía lo mucho que lo desnudaba con la mirada, a lo mejor ese era el motivo por el que él no paraba de tratarme como si fuera su amigo.

-Kyun, ¿sigues ahí?- Su tono llega y yo ruedo los ojos cabreado.

-Si, prepara una maleta mañana viajaras a Italia a revisar el cultivo y desarrollo adecuado de los duraznos que usaremos para el postre nuevo.

-Entendido, linda noche Kyun-

-Te irás una semana-

-Lo sé, también tengo acceso a tu agenda, ¿lo olvidas?-

-Púdrete Wonho-

Suelto tan brusco y cuelgo de la misma forma, odiaba que me tratarán como un marginado y me recordarán lo jodido que estaba. Tallo mis ojos y camino a paso decidido a tomar las píldoras para ponerle fin a ese tumultuoso día. Mis ojos comienzan a pesar de inmediato y sin tomarme tanto tiempo las ideas, pesares y temores de mi mente se apagan junto con mi mirada, cayendo en ese recuerdo de mi infancia en forma de sueño.

El cielo está soleado y el llanto de mi madre resuena por todo el lugar, solo veo mis zapatos negros cubiertos de lodo y el resto de mi uniforme también. No soy tan pequeño y frágil como parece, puedo escuchar desde la banca en la que estoy que dentro de la oficina del director mi mamá súplica al señor de pansa grande y bigote gris que no me expulse. Su llanto que en ese entonces para mí no sonaba falso resuena por todo el pasillo y yo me hundo en mi asiento arrepentido de haberme peleado a golpes con ese niño qué claramente era más grande y ancho que yo.

-¡Nos vamos!- La furia de mi madre resuena por todo el lugar junto con sus zapatillas moradas. Mamá amaba el morado y yo lo amaba por ella. Todo lo que a ella le gustaba a mí me gustaba, a diferencia del resto de mis compañeros en el salón, ella era mi modelo a seguir, el héroe que siempre necesite.

Cada que mi papá me alzaba la mano o me gritaba por haber hecho algo mal o algo bien mamá se alejaba y no intervenía; yo con mis 7 años de edad creía que lo hacía por amor, que ella podía ver lo mucho que me dolía cuando papá me golpeaba o gritaba delante de ella y se marchaba para que me dejara probar la valentía que siempre tenía para no llorar por las marcas que dejaba en mi cuerpo.

-¡¡¡¿Tenías que pelearte exactamente con el hijo del director?!!!-

Me toma de la mano y con la otra abre la puerta del auto para lanzarme con fuerza dentro de este y es ahí donde yo empiezo a llorar.

-Lo lamento mamita-

-No quiero escucharte Changkyun, esta es la tercera escuela en el año que te expulsa por pelear con tus compañeros.. ¿Acaso no te cansas de arruinarme la vida?-

Su tono es bajo y molesto, tiene un semblante tenso y sus manos aferradas al volante de su auto favorito también morado.

-No mm mme me g gus gusta que se b bur burlen d dde mi por habl hablar assssi-

Mi madre me ve como si hablara en el idioma de otro planeta y yo me encojo en mi asiento tratando de controlar mis hipidos, detestaba llorar, cada que lo hacia se me dificultaba mas hablar.

-Y eso que, que se burlen no va a quitar el hecho que seas un retrasado tartamudo-

Su tono es suave y me hace pensar en que tal vez se ha equivocado y no quiso decir aquello. Me dedico a observarla mientras limpio las lagrimas que no puedo evitar.

-T tte amo mmmami, por ffavooor per do dddóname... Nooo nnno lo voolv volveré hacer-

-¡!! Deja de llorar!!!! Suficiente tengo con ir a tu escuela por ti y aguantarte en mi auto cubierto de lodo-

Me grita deteniendo el auto afuera de casa y yo cierro mis ojos con fuerza. Mamá nunca entendía lo difícil que era para mi soportar a esos niños malos que siempre se burlaban o tiraban mi lonche, o jalaban mi pelo en clase o me pegaban en física. Porque siempre lucia débil para ellos, acaso no veían lo fuerte que era.

El presente me golpea cuando me remuevo en las sabanas, estiro mi brazo para golpear la alarma y apagarla, el recuerdo había acabado.

Siempre era lo mismo, mi infancia era dibujada en mis sueños reiteradamente. Me hacía perder los estribos y siempre era motivo de mi mal humor matutino.

Tallo mis ojos y bostezo, la luz del sol aun no alumbra mi habitación, además de que el ventanal de esta estaba cubierto por unas cortinas negras, todo a mi alrededor era de ese color.

Era una pena que ese recuerdo me quitara las ganas de tomar mi medicamento, pero hoy no tenía la suficiente fuerza para apagar mi tristeza. 

LOVE  -  CHANGKIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora