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TAKEMIKEY ────── FANFICTION.

#ADVERTENCIAS

ESCENAS EXPLÍCITAS, POSIBLE MENCIÓN DE ABORTO, LENGUAJE OBSCENO.

#CAMBIAFORMAS.

#AU. SIN VIAJES EN EL TIEMPO.

#SANO MANJIRO; UKE/BOTTOM.

#HANAGAKI TAKEMICHI; SEME/TOP.

#USO DESCARADO DE OCC

#DISCLAIMER: TODOS LOS PERSONAJES USADOS EN ESTA OBRA NO ME PERTENECEN. SON DE KEN WAKUI.

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Las flores se abrieron lentamente, para acabar cubriendo todo el valle de mil colores diferentes.

En un temblor tímido la misma luz parecía bailar en cada pétalo mientras suspiros ahogados asechaban en busca de las ternuras del amor. Solo el joven lobo aguafiestas se acostaba justo en medio de las flores, comenzando a revolcarse sin importarle cuantas aplastaba en su irresponsable juego, sin notar que los dulces aromas se pegaban a su pelaje uniéndose al olor de lobo grande que se comenzaba a desarrollar. En la próxima luna llena correría con el resto de la manada y se aparearía por primera vez en busca de su pareja destinada.

Takemichi sonrió de esa manera particular que lo hacen los lobos, los ojos parecían tener dos ascuas en la profundidad de sus iris azules. Sacando la lengua probó los sabores que traía el viento mientras comenzaba una feroz carrera como si el mismo alfa lo hubiera encontrado otra vez persiguiendo gatos monteses, los cuales habían firmado hacia unos años un tratado de paz con los lobos, perdiendo la más grande de sus diversiones juveniles. Morderles la cola a los felinos jóvenes era algo morbosamente divertido, eso hasta que llegaban los más grandes a  disuadirlo de sus juegos rudos. Creyendo que la vida era simplemente un inmenso campo de juegos, el joven lobo disfrutó de la manera en que sus patas golpeaban la hierba y el  sol calentaba su pelaje gris mientras corría hacía el corazón del territorio de los lobos.

Estaba en eso cuando un chillido felino lo hizo detenerse, todos sus sentidos le gritaron que alguien había invadido su territorio. Levantando la cabeza escudriñó los olores que arrastraba el viendo. ¡Allí estaba! El característico olor de un felino le llegó acompañado por el acido aroma del más profundo, miedo. Al parecer alguien había mordido más de lo que podía masticar.
Agazapando el cuerpo comenzó a caminar ocultando su peluda existencia entre la hierba que no era muy alta a las orillas del río.

Asomando la cabeza entre dos matones de hierba bastante  espesos, logro ver de dónde venía el problema. Un felino había hecho lo que todos los estúpidos de su especie hacían por lo menos dos o tres veces en su vida, subirse a un árbol del cual luego no podían bajar. Eso era algo así como la primera regla para ser un gato.

𝖼𝗎𝖺𝗇𝖽𝗈 𝖾𝗅 𝗅𝗈𝖻𝗈 𝖺𝗍𝗋𝖺𝗉𝗈 𝖺 𝗌𝗎 𝗀𝖺𝗍𝗈 ; 𝘁𝗮𝗸𝗲𝗺𝗮𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora