Sai no se presentó a la escuela por tres dias seguidos, según lo que Shikamaru escuchó; había salido del país en compañía de su padre de regreso a Inglaterra.
Tres días se convirtieron en dos semanas y para ese entonces ni Shikamaru ni nadie supieron de él.
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Ino jugaba con el dobladillo de su pequeña falda a cuadros, todo a su alrededor parecía tan cotidiano que no pudo evitar soltar un largo y profundo suspiro, que, al final no supo si fue de hartazgo o de auténtico desahogo; pues si todo volvía a la normalidad en la escuela y el joven Shimura ya no se presentaba a clases su vida personal también volvería a acomodarse.
Pero aún así, no estaba tranquila, la última vez que habló con Sai, él se había portado frío y distante. Eso le inquietaba.
Y el hecho de estar desaparecido, le carcomía las entrañas.
No saber de él, le angustiaba.—Estás muy callada. Eso es raro tratándose de ti.
La voz densa y apaciguada de Shikamaru la sacaron de sus cavilaciones, haciéndola saltar por la sorpresa.
—Es lunes y todo el mundo sabe que odio los lunes.
Definitivamente Shikamaru no es el chico al que quieres contarle sobre tu crush, mucho menos si éste es un chico angst con problemas relacionados a sustancias ilícitas.
Hablar de estas cosas con él es un NO rotundo. Shikamaru es demasiado protector, al grado de estar segura de que este saldría corriendo a contarle a sus padres y de paso al consejero de la escuela y a la policía. Y aunado a eso, seguro que también le daría el sermón de su vida, y, aunque él mismo fuese una bandera roja andante, se aseguraría de enlistarle todas las razones por las cuales debería alejarse del chico nuevo. Ah, sus padres también compartían una amistad de antaño y lo adoraban como a un hijo más.
—Eres la reina del drama, Ino.
— Y tú eres el rey de los cotillas. —Ino apoyó su cabeza en el hombro del moreno y se permitió cerrar los ojos por unos segundos.
—¿Estás loca? Me arrugarás la camisa.
—Solo quiero dormir un minuto más— se quejó y escondió su rostro en el espacio entre sus cuello y su hombro. —También mataría por un espresso helado.
—Tendrás que buscar otro hombro en el cuál recargarte — contestó el moreno, mientras con su mano libre le retiraba el flequillo de la cara y lo enganchaba con una horquilla. —Eres más bonita con el rostro descubierto.
Aún con los ojos cerrados le sonrió —No te metas con mi flequillo. — refunfuño haciendo un puchero.
—Eso lo veremos... ahora quítate, no se que pensaría Temari si me encuentra abrazado a ti, sabes que ella es demasiado celosa y tóxica, aún no me perdona el haberle contado cuando tú y yo nos dimos un beso en el jardín de niños, menudo problema. — habló el Nara rascándose la nuca.
—¡Eso pasó en el jardín de niños y éramos muy pequeños! — chilló, separándose a la brevedad. —Además Temari sabe que jamás me fijaría en ti... ¡eres como mi hermano!
—Bueno, trata de explicárselo a Temari — rió — Te conseguiré el café.
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Odiaba sentirse tan vacía y odiaba aún más buscarlo todo el día con la mirada, como si fuese a aparecer por arte de magia.
Suspiraba al recordar lo bonito de su perfil cuando la luz de la ventana le pegaba de lleno en sus facciones tan finas. De seguro que Sai Shimura fue hecho con un molde diferente; no puede creer que un chico de apariencia tan elegante pueda ser también una bomba de sensualidad.
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Anemona
RomanceEl verdadero amor podrá rescatar a Sai de la oscuridad de su corazón? ...