5- open the door

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—¿Te quedas o te vas?— se sorprende a ver a Sungchan ya con su camisa despojada, y debía admitir que no le sorprendía, después de todo veía que tan fuerte trabajaba en el gimnasio.

Tal vez se quedaría.

Así con toda la vergüenza del mundo Shotaro se acerca un poco y ese simple acto hace que Sungchan sonría victorioso, lo jala nuevamente para empezar otra sesión de besos.

Antes de darse cuenta, Shotaro se encuentra en la cama con Sungchan justo sobre el.
Rompen el beso solamente para que Sungchan pueda quitar la sudadera de Shotaro y dejarlo semi desnudo.

Jung mantiene su sonrisa pícara y victoriosa, pasa a besar su cuello y esto hace que Shotaro se sienta en el cielo, tanto así que sin poder evitarlo suelta pequeños gemidos de placer.

—Ves que no eres mudo— la sonrisa del mayor es imborrable, se detiene para terminar de quitar todas las prendas que les faltan.

Shotaro trata de taparse, por que Jesucristo no se reconocía, nunca nadie había visto su cuerpo de tal manera , y le costaba ocultar su erección al ver el tonificado cuerpo de Sungchan. Sentía que moriría de la vergüenza, ¿cómo había terminado en esta situación tan rápido?

No se dio cuenta cuando el contrario ya estaba abriendo un preservativo con la boca mientras con la otra mano sostenía fuertemente su cintura, ya las cosas se empezaban a poner reales y no creía estar listo para lo que venía.

—¿Estás listo precioso?— Sungchan pone lubricante en sus dedos y cuidadosamente quita las manos de Shotaro para luego mirar buscando por aprobación, cuando el asentimiento llega sonríe y mete dos dedos dentro, haciendo que el más pequeño gima por la incomodidad.

Sungchan lo besa otra vez mientras entra y saca los dedos, sin soltar nunca su cintura.

A Shotaro le costaba admitir que aunque estuviera más nervioso que nunca, la excitación que sentía era demasiado fuerte, sentía su cuerpo temblar con el más mínimo roce con el cuerpo contrario, su respiración acelerada era la que se escuchaba junto con el sonido de los dedos de Sungchan.

Aún no creía que eso estuviera pasando, ¿estaba loco?
Si estar loco significaba desear más, pues lo estaba.

Le daba demasiada vergüenza hablar así que solo toca el pecho de Sungchan para llamar su atención.

No habla como si se hubiera vuelto un reto y solo detiene el beso y mira directamente a Sungchan como si estuviera pidiendo por más.

Y este solo sonríe casi con malicia.

—¿Qué pasa? ¿Quieres que pare?— Sungchan saca los dedos de repente y Shotaro solo gime por el vacío repentino.

Niega con la cabeza para comunicarle que eso no era lo que quería.

Sungchan carcajea, pues con todo le resultaba adorable el chico que ni siquiera había tenido la oportunidad de escuchar su voz, pero estaba casi seguro de que lo haría.

Se le prende el bombillo y solo abre las piernas de Shotaro aún más, logrando su cometido al oír un gemido de sorpresa, estaba ardiendo de rojo, pero no había terminado, así que solo baja para empezar a introducir su lengua.

—¡Mierda!— el cuerpo de Shotaro se retuerce por el placer y sus pies se ponen en punta, su espalda se encorva hacia arriba y trata de sostener la cabellera castaña sin lograrlo.

Sungchan complacido por escuchar la voz de Osaki finalmente, solo continúa con más ímpetu su tarea.

Shotaro se sentía morir de la vergüenza y el placer, pero ya sentía que necesitaba algo más.
Soltó cientos de maldiciones en Japonés antes de que Sungchan se detuviera, esperando a que no lo hubiera escuchado.

—¿Quieres que me detenga? — El alto vuelve a acariciar su cintura y juega con su miembro haciendo que los gemidos sean casi audibles para los vecinos.

Shotaro vuelve a negar cómo si su voz hubiera vuelto a desaparecer.

Sungchan niega mientras se carcajea nuevamente.

—Pídemelo— Su sonrisa no desaparece y el otro siente hasta un punto de impotencia.

Shotaro suspira con vergüenza llegando a su último puesto de paciencia, la excitación ya le ha nublado la mente por lo que siente que está en una competencia.

Antes de que el otro tenga tiempo de reaccionar, cambia posición con él quedando así sobre el. Sungchan lo mira sorprendido pero aún más complacido con su acción.

Lo que no esperaban ninguno de los dos era que Shotaro se sentará casi de golpe sobre el miembro contrario mandándole un golpe de placer a Sungchan y uno de dolor-placer a el.

Se quedó un rato sentado mientras se acostumbraba, Sungchan lo jala hacia el para continuar besándolo, Shotaro sin quererlo sentía su corazón y su estómago revoloteando, aunque acababa de conocer a Sungchan sentía una conexión especial con él, y tenía la esperanza de que fuera mutuo.

Cuando ya no sentía dolor, empezó a moverse arriba y abajo, haciendo que Sungchan gimiera estruendosamente, poco a poco haciendo que el dolor desapareciese.

El sonido de los chasquidos que hacían ambos cuerpos era tan sucio, pero tan caliente a los oídos de Sungchan.

Mierda, era el mejor sexo de su vida.

Cuando siente que se queda sin gemidos acerca al menor y lo besa con rudeza.

Shotaro gime entre besos, y no puede evitar dar un un pequeño gritito al sentir algo tocar su interior, algo que lo hace detener de saltar y empezar a mover sus caderas en círculos.

Sungchan más que complacido deja de besar al rubio y lo toma por las caderas, rápidamente lo levanta y lo empotra contra el brazo del mueble, siente que se viene solo con la vista.

No espera mucho y solo empieza a embestir sabiendo que al contrario también le gustaría.

No pasan ni dos segundos antes de que Shotaroo se convirtiera en una máquina de gemidos.

—Mierda Sungchan— Shotaro ya ni siquiera se esfuerza en hablar coreano, el japonés se le sale de donde sea que su cerebro esté maquinando.

Esto no hace más que prender más a Sungchan, haciendo las embestidas aún más rudas y rápidas.

No pasó mucho antes de que Shotaro sienta que no puede ni respirar del placer.

—Sungchan creo que — Sungchan no lo deja terminar al seguir con las embestidas y besar su cuello con emoción.

Shotaro se corre dejando caer sus brazos quedando solo con el culo arriba y la espalda encorvada, Y esto hace que Sungchan se venga casi de inmediato en el interior del menor.

Al terminar sale despacio para sentar a Shotaro en su regazo, y procede a darle un montón de besos por toda su cara.

Osaki no puede ni mirar al contrario de la vergüenza. Había perdido su virginidad con la primera persona que se lo ofreció, pero jamás se arrepentiría, o eso esperaba.

—Entonces ¿mañana serás un niño bueno y me abrirás la puerta de tu casa?—

Shotaro se sonroja y solo procede a asentir con vergüenza.

—Ese es mi Niño— Sungchan lo besa con profundidad, sin saber que había caído completamente por el que amablemente le había abierto la puerta de su casa, por primera vez agradecía ser despistado.


FIN

Open the door | SungtaroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora